by Mayank Chhaya | South Asia Daily (Comentario)
2 de diciembre de 2011
El sucesor político del Dalai Lama y Primer Ministro tibetano en el exilio, Lobsang Sangay ha aumentado significativamente su alcance mientras la cuestión tibetana se desliza más hacia una amnesia global.
Una docena de auto-inmolaciones de tibetanos desesperados desde febrero de 2009, incluyendo 11 solo desde marzo de este año, no han hecho mucho para centrar la atención del mundo dividida entre el enlentecimiento de la economía global y la crisis geopolítica.
En los pasados días Sangay, que es el primer líder tibetano exilado en heredar los poderes políticos formales, que históricamente invistieron la persona del Dalai Lama, ha adquirido un perfil más fuerte que cualquiera de sus predecesores.
Desde su elección en abril, Sangay está embarcado en lo que parece ser una estrategia consciente para concitar el interés en la causa tibetana en importantes capitales donde la preocupación ha estado en gran medida en la economía global. Después de una fuerte actuación durante su estadía en Washington, Sangay fue a algunas capitales europeas con el mensaje primordial de que sin el fundamento de una fuerte moral, China encontrará imposible que se le tome seriamente como una superpotencia emergente. Y mucho de esa base moral tendrá que ser construido en Tíbet donde está enfrentando serios desafíos.
Sangay es conciente de que él tiene un arduo trabajo tratando de conseguir que el Occidente preste más atención a lo que está pasando dentro de Tíbet en un tiempo en el que el gobierno chino al asegurar la estabilidad de la economía global ha comenzado a rivalizar con el de Estados Unidos. Un potencial levantamiento tibetano no es algo que Estados Unidos o Europa consideren de mayor prioridad cuando ellos están enfrentando conflictos internos resultantes de su propia declinación económica.
Como ha anotado Josh Rogin del Foreing Policy Journal, “a principios de este año, la auto-inmolación de un vendedor de fruta tunecino, desencadenó una serie de revoluciones que llevaron al fin de los autócratas de Oriente Medio. Mientras tanto, no menos de 10 monjes tibetanos se prendieron fuego a sí mismos este año en protesta contra la represión china en su patria, pero la comunidad internacional no ha tomado noticia aún”.
El Kalon Tripa, primer ministro en tibetano, ha sido una figura de bajo perfil hasta hace poco porque el cargo era sobre todo administrativo y sin ningún poder real. En mayo de este año esa situación cambió totalmente, cuando por primera vez en 369 años, los poderes políticos y administrativos del Dalai Lama fueron formalmente transferidos al cargo de un líder tibetano electo. Al aprobar las enmiendas dela Cartade los Tibetanos en el Exilio de 1991, el Dalai Lama hizo su “semi-retiro” más formal.
La transferencia satisfizo un compromiso que el líder tibetano de 76 años se hizo a sí mismo y publicó décadas atrás sobre dar un paso atrás en ejercer completo control sobre los asuntos tibetanos. La aprobación de las enmiendas puede no tener consecuencia inmediata pero es potencialmente importante en la eventualidad de la muerte del XIV Dalai Lama. Ahora que esos poderes han sido separados de su persona y consagrados en un gobierno electo, la transferencia hace más fuerte a la administración tibetana para tomar una posición formal sobre el futuro del Tíbet.
Sangay, un jurista de 43 años educado en Harvard, parece reconocer la importancia de recordarle al mundo lo que está sucediendo dentro de Tíbet. En una entrevista con la BBC, dijo que sería “más activo y franco sobre la situación dentro de Tíbet”. Con ese fin sus visitas a Estados Unidos y Europa vieron una presentación definida a las potencias occidentales. Durante su discurso al comité de asuntos internacionales del parlamento europeo, el 29 de noviembre, él fue presentado como “Primer Ministro dela Administración Central Tibetana” a pesar de las protestas de China a la misión de la Unión Europea.
El mensaje de Sangay ala Unión Europea fue que no se debería aceptar sin críticas que China haya emergido como una súper potencia económica. Citando el modelo económico de India, él dijo al Observador dela UE en Bruselas: “en la medida que el proceso es democrático y basado en el estado de derecho, hay más chance de que sea justo y sustentable. Por la censura, nosotros no vemos el daño que (el gobierno chino) está haciendo. No entendemos las ramificaciones de las decisiones económicas y políticas hechas por el liderazgo”.
Aparte, como el Dalai Lama, el primer ministro en el exilio ha enfatizado también el déficit moral en la búsqueda de China de convertirse en una superpotencia. “China quiere ser una superpotencia. Tiene el poder del dinero, poder militar, pero no poder moral. China debe ganar respeto del respeto de la comunidad internacional. Mientras el gobierno chino continúe sus políticas represivas y trate a Tíbet en la manera que lo está haciendo, ellos nunca obtendrán el respeto que deberían tener”, ha dicho.
Para Europa, significativamente debilitada por la crisis económica generalizada, China es la más prometedora fuente potencial de inversión y ayuda. En contrapartida, Beijing quiere que Europa la reconozca como una completa economía de mercado. “Reconocer a China como una completa economía de mercado, es una manera en la que un amigo reconoce a un amigo” dijo el primer ministro chino Wen Jiabao en la cumbre del Foro Económico Mundial, recientemente. Con esto como telón de fondo y su debilitada crisis por la deuda, nadie pude saber si Europa tomará la ruta moral sobre la cuestión del Tíbet sugerida por Sangay o la más conveniente ruta económica, dictada por las circunstancias.
Los que es notablemente diferente desde la aparición de Sangay es que por primera vez desde que el Dalai Lama llegó al exilio enla Indiaen 1959, la diplomacia secular está potenciando las interacciones internacionales de Tíbet. Hay una diferencia perceptible en las ópticas de un joven primer ministro con atavío occidental hablando sobre Tíbet y un monje en hábitos ocre haciendo lo mismo. La ironía es que el surgimiento de Sangay es una consecuencia directa de las décadas de esfuerzo de ese mismo monje, por democratizar las decisiones políticas entre los tibetanos exilados.
(Mayank Chhaya es un escritor y comentarista residente en Estados Unidos. Puede ser contactado en: m@mayankchhaya.net)