Tíbet 2000: Condición del Medio Ambiente
Resumen Ejecutivo del “Tíbet 2000: Temas del Medio Ambiente y Desarrollo”, un informe publicado por el Departamento de Información y Relaciones Internacionales, ACT.
BIODIVERSIDAD
Un botánico explorador percibió tempranamente a Tíbet como “un gran jardín zoológico”. Al permanecer aislado e inalterado hasta mediados del siglo 20, la vasta tierra de 2.5 millones de kilómetros cuadrados del altiplano es una reserva de innumerables especies que son necesarias para el equilibrio de la vida en el mundo: “Lo que sucede en Tíbet también afecta la biodiversidad global y la vida de la gente en todo el mundo”, afirma el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Aunque Tíbet permanece como uno de los pocos países en el globo que tiene limitada investigación científica en los aspectos biológicos de sus diversas especies, los científicos comparan la biodiversidad conocida del altiplano con el Bosque Tropical del Amazonas. La flora y fauna endémica abundan y actualmente están amenazadas, y debido a la variedad y complejidad de los nichos ecológicos únicos a través del masivo paisaje, Tíbet es aún considerado como un santuario último para algunas plantas y especies animales raros del mundo.
Las estadísticas son asombrosas. Se encuentran más de 12.000 especies de 1.500 tipos de plantas vasculares; los hongos por sí solos, cuentan 5.000 especies de 700 tipos; de las más de 5.000 especies de plantas superiores en 280 familias, más de 100 son plantas leñosas de 300 especies. En el altiplano tibetano existen en total 400 especies de rododendro, lo que conforma alrededor del 50% de las especies totales del mundo. Las más de 2.000 plantas medicinales en estado natural son de inmenso valor y potencial para la ciencia médica.
El mundo animal es igualmente rico. Existen 210 especies de mamíferos en 29 familias, los animales endémicos abundan e incluyen el leopardo onza, la oveja azul, el panda gigante, el panda rojo, el mono dorado, el argali tibetano (Ovis ammon), el takin (Budorcas taxicolor), el cervatillo, el antílope tibetano, el yak, la marmota himalaya y la liebre lanuda himalaya. Y aunque el altiplano permanece como un paraíso ornitológico con 532 especies de aves en 57 familias, por lo menos, 37 están en peligro, incluyendo los raros y endémicos, grulla de cuello negro, el tragopán, el faisán tibetano, el gallo de nieve tibetano, el guaco de arena tibetano. Hoy en día más de 81 especies animales en Tíbet están en peligro.
El peligro de extinción comenzó con la invasión de China en 1949. En un afán por trastocar el respeto del Budismo hacia todas las criaturas vivientes, en el que el hombre vive en compañía interdependiente con su medio ambiente, los colonos chinos vieron toda la vida silvestre como un recurso económico para el uso y beneficio humano. Esta actitud es la causa subyacente de la rápida pérdida actual de la biodiversidad.
Las especies más raras de animales, pájaros y plantas se encuentran en los bosques más templados del este y sudeste de Tíbet, los bosques más antiguos y densos donde las actividades de explotación forestal de tala abierta han sido con mayor intensidad. Con el fin de establecer y alimentar a los emigrantes chinos, las extensas sierras ricas en especies del noreste de Tíbet están siendo convertidas en terreno para cultivo, privando a los nómades de sus tradicionales pastos de pastoreo.
Los mamíferos están en gran peligro debido a la cacería y la caza ilegal, algunos por el valor comercial de su lana, cuernos, pieles, huesos y órganos internos; algunos derribados como trofeos para llevar a casa en China o venderlos como carne. Los peces son dinamitados en los lagos y ríos. Mientras las leyes de conservación de la vida silvestre se encuentran en el sistema legal, su cumplimiento es débil y escasamente impuesto, ya que la vida silvestre es una materia controlada por el estado y, por lo tanto, clasificada como un recurso renovable y explotable.
Puesto que la pérdida de la flora y fauna únicas de Tíbet sería irreversible, el impacto potencial sobre la estructura del sistema de vida del altiplano y sobre el proceso de evolución es de grave preocupación global.
RECURSOS DE AGUA
El producto más político del siglo 20 fue el petróleo. Con los ambientalistas identificando el agua como el recurso que guiará las guerras este siglo, la importancia esencial de Tíbet en sostener la vida sobre la tierra seguirá un curso en espiral. El altiplano tibetano es la fuente para los 10 sistemas de ríos más grandes del mundo y que fluyen corriente abajo para abastecer la región más poblada sobre la tierra: China, India, Nepal, Bután, Bangladesh, Pakistán, Vietnam, Burma, Camboya, Laos y Tailandia, todos dependen de las cuencas y ríos tibetanos para su subsistencia. Es decir, el 47% de la población mundial.
Las fuentes de agua de los dos ríos principales de China, el Yangtze y el Río Amarillo, yacen en las alturas de las provincias tibetanas del noreste y este: río abajo, un millón doscientos cincuenta mil chinos dependen de sus flujos para abastecer cuatro quintos del agua de China. En los veranos de 1998 y 1999 estos caudales ocasionaron catástrofes. La peor inundación del Yangtze en 40 años dejó entre 3.656 y 10.000 muertos en agosto de 1998, y un año después, 66 millones se vieron afectados y más de 400 muertos en un segundo diluvio. En un llamado de atención medioambiental, el presidente Jiang Zemin aconsejó a su pueblo “entender la ley de la naturaleza… y seguirla para facilitar nuestro desarrollo económico”.
Las políticas de desarrollo, industrialización, extracción de recursos, transferencia de población de China en el altiplano, han provocado una intervención masiva en los ríos y lagos de Tíbet. La región más desarrollada, Amdo (Ch: Qinghai), es lugar de ubicación de represas masivas que proporcionan energía a ciudades en desarrollo en el oeste de China, y están al servicio de las crecientes comunidades de colonos chinos en Amdo. Las represas en Kham (Ch: Sichuan) han tenido como resultado la fragmentación de ríos mientras la deforestación en masa está destruyendo la hidro-ecología. U-Tsang (Centro de Tíbet), cuyos ríos fluyen al sur y este de Asia, enfrenta actualmente un creciente desarrollo hidroeléctrico, mayores proyectos de represas y la polución de aguas por los deshechos de la industria y la agricultura. El mayor potencial hidroeléctrico del mundo ha sido identificado por los científicos chinos en el Gran Recodo del Yarlung Tsangpo en U-Tsang, un paso que podría abastecer 70.000 MW de electricidad. (La represa Tres Pasos de China tendrá una capacidad de 18.200 MW).
El potencial hidroeléctrico de Tíbet se encuentra entre los más altos del mundo y China planea esquemas a gran escala para cultivar corrientes que sirvan para la creciente escasez de electricidad en el país, y para su uso en la mayor industrialización y urbanización de Tíbet. Las represas y reservas implican la fragmentación y estancamiento de ríos, lo que, a su vez, conlleva la destrucción de la ecología y especies de peces, y finalmente, la extinción de plantas y especies acuáticas que están en peligro. Y al controlar las inundaciones, las represas privan a las planicies aluviales, corriente abajo, de un suelo fértil para la agricultura.
China ya ha sufrido los devastadores resultados de su interferencia en las regiones de las principales corrientes de los ríos Yangtze y Amarillo. Ahora con la nominación de la minería como una de las “Cuatro Industrias Pilares” de Beijing en la ‘RAT’ (‘Región Autónoma de Tíbet’), los ríos Indus, Salween, Brahmaputra y Mekong en el sur y este de Asia, enfrentarán la polución de deshechos tóxicos de la minería que filtrarán el suelo y contaminarán los flujos corriente abajo. En la actualidad, los desperdicios de las operaciones mineras a gran escala son una fuente importante de polución del agua en Amdo. Los ríos alrededor de Lhasa ya presentan crecientes problemas de polución a partir de aguas servidas no tratadas, deshechos industriales, y sales y nitratos que se filtran de los fertilizantes utilizados en los intensivos proyectos agrícolas, diseñados para satisfacer las necesidades de alimento de la población china en expansión en Tíbet Central.
El crecimiento económico, la industrialización y urbanización sin control de China han contribuido a una amplia polución e insuficiencia del agua. China tiene uno de los casos más extremos de escasez de agua en el mundo. De 640 ciudades importantes, más de 300 enfrentan falta de agua, con 100 que tienen una escasez de agua severa. Aproximadamente 700 millones de personas, más de la mitad de la población de China consume agua potable contaminada. El impacto de la polución del agua sobre la salud humana ha sido evaluado en US$ 3.9 billones por año. El Informe Medioambiental de 1996 de la ‘RAT’ afirma que 41.9 millones de toneladas de deshecho líquido fueron descargados en el Río Kyichu.
Al igual que sus abundantes ríos, Tíbet cuenta con lagos que cubren 25.000 km. cuadrados de la planicie, muchos de ellos considerados sagrados. Yamdrok Tso en U-Tsang tiene un especial significado espiritual. Incluso su prístina ecología está siendo destruida por una planta de acumulación para abastecer las necesidades de electricidad de Lhasa, un proyecto cuyo diseño está siendo juzgado como defectuoso y conducente a la disminución de los niveles de agua, mayor salinidad y una pérdida del hábitat de la diversa y rica vida silvestre, incluyendo aves y peces. La excesiva pesca, la polución, la intervención humana y la reducción por causa del cambio de clima, están poniendo en peligro la pureza y sobrevivencia ecológica de los legendarios lagos de Tíbet.
La minería y deforestación de China son ejemplos obvios de la explotación de los colonos mediante la extracción de recursos. Pero el utilizar las corrientes de Tíbet para la electricidad e irrigación, particularmente donde la energía se transmite mayormente a ciudades industriales en China o sirve para los emigrantes chinos en Tíbet, resulta igualmente explotable. La suposición de Beijing parece ser que Tíbet es un recurso infinito para el desarrollo económico de China.
AGRICULTURA
Dado que más del 80% de la población de Tíbet aún depende de una agricultura sectorial primaria para su subsistencia, los granjeros y nómadas son la principal comunidad que sufre bajo las políticas de explotación de China. Una forma de vida que una vez recompensaba el trabajo duro en un medio ambiente duro con autosuficiencia, libertad e interdependencia con la naturaleza, ahora está amenazada por un atado de controles económicos y de desarrollo. La subsistencia misma del nomadismo es incierta, puesto que las tierras de pastoreo están degradándose y disminuyendo mediante el almacenamiento excesivo, la conversión de la agricultura, el cercado e invasión de la industria y asentamientos chinos.
A pesar de la sana simplicidad de su existencia, los nómadas tibetanos una vez fueron ricos en ganado, estilo de vida y las recompensas del trueque junto al comercio de una serie de productos primarios. Pero hoy en día China intenta controlar las libertades nómadas y en 1998 el viceministro de agricultura de Beijing se vanaglorió de que ahora el 67% de los pastores de Amdo estaban sosegados y domiciliados, y que se espera el pronto término de la vida nómada.
Los nómadas o drokpa, han movilizado sus rebaños a través de la herbosa planicie, estepas y laderas de las bajas montañas que caracterizan a Tíbet por más de 4.000 años. Sus praderas representan el 70% de la planicie y hoy alrededor de un millón de nómades y semi-nómades cuidan de 70.2 millones de cabezas de ganado. La tierra de cultivo, al contrario, alcanza sólo el 2% de Tíbet. Amdo (Ch: Qinghai) en el noreste es 96% de tierra de pastoreo, la ‘RAT’ (‘Región Autónoma de Tíbet’) es 56.72% de pastos altos y Kham (Ch: Sichuan), la fértil provincia este, tiene pasturaje superior y tierras de pastoreo sano y viable por siglos.
Los nichos, relativamente pequeños, cultivables a lo largo de los valles ribereños en las tres provincias del Tíbet tradicional, eran suficientes para satisfacer demás las necesidades de grano del país hasta la invasión china. Los métodos de cultivo orgánico, la rotación de cultivo, períodos de rastrojo y cultivos mezclados mantenían la fertilidad del suelo en un ambiente montañoso frágil. Mientras la cosecha era ampliamente montañosa, también se producía grandes cultivos de arroz, cebada, mostaza, mijo, alcandía, trigo sarraceno y nabo, además de una variedad de vegetales los que, a menudo, eran grandes gracias al abundante sol.
La destrucción china de la economía agro-pastoral del altiplano comenzó con la “Reforma Democrática” del comunismo de los años 50 y 60, la que ocasionó la redistribución del ganado, prohibiciones del trueque, fijación de impuestos y luchas de clase. Las cifras del ganado disminuyeron y las mermas de grano emergieron por primera vez en la historia. La Revolución Cultural de 1996-76 introdujo las comunidades, por lo tanto, la propiedad privada de tierra y animales terminó. A causa de una intolerable fijación de impuestos, la producción de cuotas, la exportación de carne y grano a China y el cambio de las políticas agrícolas que ignoraban la realidad social y geográfica, Tíbet experimentó hambruna total y amplia mortandad.
Fue entonces que las tierras marginales fueron cultivadas por primera vez para incrementar la producción para alimentar China y se introdujo el trigo de alta producción. Esto aceleró la cosecha de alimentos y la producción de ganado llevó a una extensa destrucción de las frágiles tierras de pastoreo, un revés ecológico que continúa hasta el día de hoy.
La tercera fase en las políticas agrícolas experimentales de China en Tíbet, el “Sistema de Responsabilidad Doméstica” disolvió las comunidades después de 1982, redistribuyendo las tierras y el ganado, y permitió a los granjeros retener el exceso después de haber cumplido con las cuotas. Pero en 1989 esta “política liberal” fue revertida y la agricultura fue controlada mediante un sistema centralizado diseñado para intensificar el uso de la tierra, y producir excedentes de grano destinados al “estado”. El resultado es que los incentivos para los granjeros disminuyeron mediante sistemas de cuotas en grano, una multitud de impuestos, políticas de adquisición estatales cambiantes y un traslado de dependencia agrícola intensiva en la monocultura. Esta requiere fuertes gastos en fertilizantes químicos, lo que disminuye la fertilidad natural del suelo. Adicionalmente, los tibetanos ven a los colonos chinos disfrutar del arroz y maíz subsidiado, mientras que su propio grano básico, la cebada montañosa, fue dejada a las fuerzas del mercado.
A diferencia de la degradación irreversible de las políticas forestales, de agua y minería, los dañinos controles de China sobre la producción de alimento puede rectificarse al descentralizar la política de agricultura, revisar las reformas de precios, cambiar los modelos de uso de la tierra y mejorar las técnicas de cultivo mediante entrenamiento e inversión en implementos modernos. Los nómadas podrían beneficiarse de la educación sobre el dar máxima importancia a las praderas y tierras de pastoreo, mejorar los niveles de vida y conservación de la biodiversidad.
Pero los expertos e investigadores deben desarrollar igualmente políticas con respecto a la experiencia y sabiduría ecológica de los nómades en el trato de su inhospitalario medio ambiente. Resulta esencial el consultar a los tibetanos sobre todos los aspectos del “desarrollo” y “modernización” para remediar los equívocos de medio siglo en el mal manejo agro-pastoral impuesto por China.
FORESTACION
Fue sólo cuando las inundaciones del Río Yangtze en agosto de 1998 ocasionaron un desastre nacional que Beijing, finalmente, estableció la causa en la deforestación alrededor de la fuente del río en las provincias de Tíbet, Kham (Ch: Sichuan) y Amdo (Ch: Qinghai). Ahora, los científicos chinos están articulando y documentando lentamente el papel de la deforestación en el daño más frecuente e intenso por causa de las inundaciones: la Agenda 21 de China incluso incluye la erosión del suelo en la planicie tibetana entre los problemas medioambientales más serios del país.
Hasta 1949, los bosques de Tíbet eran una de las más antiguas reservas en toda Asia Central, ubicados al este, sudeste y sur del país, manteniéndose ampliamente inalterados sobre laderas aisladas y escarpadas. La regeneración era natural pues la tala y transporte de árboles para leña estaban prohibidos.
Habiendo despojado sus propios bosques y siendo el tercer mayor consumidor de madera en el mundo, China logró reducir entre 1950 y 1985 el bosque de Tíbet desde 25.2 millones de hectáreas a 13.57 millones. Este 46% de reducción tuvo un valor comercial estimado de US$ 241 millones en impuestos y ganancias para las empresas de explotación forestal del estado chino. Hoy en día la tala abierta continúa en un nivel insostenible en muchas regiones; a pesar de un programa de reforestación, la relación plantación-tala todavía es uno a diez. La deforestación y emigración china se identifican hoy como las dos mayores contribuciones a la degradación medioambiental de Tíbet.
Oficialmente, la intensa deforestación en Tíbet está siendo revertida. Inmediatamente después de las inundaciones de 1998, los mercados madereros del gobierno fueron cerrados y se impuso una prohibición general sobre la explotación forestal en 4.6 millones de hectáreas de terreno forestal en Kham, al sudeste de Tíbet. En diciembre de 1998, informes extraoficiales sugerían un cierre temporal de las fábricas procesadoras de madera en el sudeste de la ‘RAT’ (‘Región Autónoma de Tíbet’), y el inicio de proyectos de reforestación empleando a ex madereros como plantadores de árboles. Sin embargo, informes recientes procedentes de Tíbet a mediados de 1999 y enero del 2000, indican que la deforestación continúa en las regiones de Kham y Amdo.
El propósito de Beijing detrás del mejoramiento de las políticas medioambientales es visto como un dictamen de política exterior: con el papel prioritario de “buen ciudadano internacional”, “la diplomacia medioambiental” es un fácil creador de imagen. Pero faltan la prevención y la imposición de las políticas. Las empresas forestales pertenecientes al estado, que controlan la mayoría de los recursos madereros, están obligadas a cumplir con cuotas anuales. Pero ya que estas empresas están forzadas a talar y vender un excedente para subsidiar el bajo ingreso producido por sus cuotas de venta más baratas, el sector forestal está, en efecto, destruyéndose a sí mismo. Además, se cree que la tala ilegal excede la producción planificada en la ‘RAT’.
La deficiente administración forestal es el principal factor que contribuye a la consumida cubierta de Tíbet: esto incluye la tala ilegal, la explotación forestal industrial de alta producción, la falta de control de incendios y enfermedades, y la conversión del terreno forestal para proyectos agrícolas y de colonización humana.
Los efectos a nivel nacional y transnacional de la voraz tala por parte de China en Tíbet, son extensos y severos. Además de la sedimentación, polución e inundación de los 10 ríos más grandes que nutren China y el sur de Asia, sustentando el 47% de la población mundial, la vegetación de Tíbet controla el mecanismo de calentamiento de la planicie y ésta a su vez, afecta la estabilidad del monzón asiático. India recibe 70% de su lluvia del monzón. La deforestación también conduce irrevocablemente a la desertificación: en un proceso inverso de la inundación, éste reduce los flujos de agua, un fenómeno ya experimentado durante 1990 por el Río Amarillo de China, el que se secó varias veces y sufrió una baja general del 23% en la salida de agua. En sus trechos altos, el Río Amarillo es el Machu de Tíbet cuya cuenca está en Amdo.
Con 400 ciudades chinas ya experimentando escasez de agua, 108 enfrentando crisis de agua y grandes pérdidas de cosecha por causa de la falta de irrigación agrícola, Beijing está preparándose para nuevas catástrofes ecológicas ocasionadas por una historia de negligencia oficial para con la naturaleza.
PRESIONES DE LA POBLACION
Todos los elementos de discriminación en contra de un pueblo distinto, como expuestos en los acuerdos internacionales, están presentes en la transferencia de población de China hacia Tíbet. Existe una clara discriminación en vivienda, empleo, educación, salud, uso de idioma nativo y costumbres nacionales, y finalmente, en la falta de derechos políticos. Los tibetanos son ampliamente marginados y superados en número en su propia tierra. Esto, dice el Dalai Lama, es “la amenaza más seria para la sobrevivencia de la cultura e identidad nacional de Tíbet”.
Al tergiversar la composición demográfica, Beijing está logrando inflexiblemente sus objetivos políticos para incorporar a Tíbet a China de manera irrevocable. Lhasa ya es una ciudad predominantemente china con administradores, emigrantes comerciantes, personal militar y de seguridad (los últimos estimados entre 500.000 y 600.000) chinos, superando a los tibetanos en dos por uno. Esta característica se repite en centros urbanos en todo Tíbet, llegando al extremo en Amdo (Ch: Quinghai), donde las ciudades pueden ser un 90% chinas.
La política de transferencia de población de Beijing es poblar, comprendiendo las necesidades de reprimir la resistencia al poder chino, explotar los recursos naturales, resolver los problemas de la población nacional y el desempleo, y consolidar su influencia sobre la zona estratégica militarmente en Asia Central.
Las políticas preferentes favorecen económicamente a los colonos chinos, desde alojamiento y “concesiones por dificultad”, aumentando los salarios de funcionarios gubernamentales especializados para facilitar la obtención de licencias para industrias y empresas. Los tibetanos son perjudicados y marginados en los esquemas de “desarrollo” y “modernización” que actualmente transforman la economía y paisaje de Tíbet. Debido a una política de educación fuertemente inclinada hacia la alfabetización china, pocos tibetanos pueden avanzar hacia una educación superior. Esto asegura la discriminación que favorece a los chinos en las subsecuentes oportunidades de empleo, refuerza las disparidades de ingresos y posterga a los tibetanos de cualquier papel de toma de decisión en el desarrollo económico y social. Admitiendo que el 20.7% de los tibetanos en la ‘RAT’ (‘Región Autónoma de Tíbet’) vive bajo el límite de indigencia, aunque un informe de 1997 de la Comisión Internacional de Juristas presenta una cifra superior al 70%, la administración de Lhasa atribuye esto al “inherente retraso y lejanía”.
Mediante su política económica de puertas abiertas de 1990, para atraer inversión extranjera, y al incorporar a Tíbet en su programa de desarrollo económico, Beijing está avanzando en su desarrollo de infraestructura y recursos en el altiplano, lo que a su vez, justifica una fuerza laboral china permanentemente en aumento. La expansión de redes de caminos y ferrocarriles, el facilitar las regulaciones de residencia, los sistemas de libre mercado, el aflojamiento de las reglamentaciones para las licencias comerciales y las exenciones de impuestos, han aumentado la capacidad de acceso y el atractivo de Tíbet para el emigrante o trabajadores temporales, pequeños comerciantes y empresarios a pequeña escala chinos.
Sin cifras independientes del censo, y con límites originales de Tíbet vueltos a trazar para incorporar aproximadamente la mitad de la planicie a las provincias chinas, la información precisa de la población no existe en la actualidad. Las estadísticas son tramadas para cumplir con los requerimientos políticos y siguen siendo no confiables. Sin embargo, lo que es seguro, es que la política de transferencia oficial de población que absorbió el este del Turquestán (Ch: Xinjiang), Mongolia Interior y Manchuria a China mediante una emigración masiva, está siendo aplicada hoy en día en Tíbet.
Hoy los chinos superan en número a los mongoles del interior en 10 por 1: medio siglo atrás, Mao previó una ecuación similar para un futuro Tíbet.
MINERALES Y MINERIA
La estupenda riqueza mineral de Tíbet fue una de las principales razones de China para la invasión de 1949 y actualmente, con miles de mapas geológicos indicando los descubrimientos de cientos de investigaciones científicas, Beijing controla lo que discutiblemente es la última gran frontera del mundo minero.
Se han identificado más de 126 minerales, incluyendo algunos de los depósitos más significativos del mundo de uranio, cromita, litio, boro, bórax y fierro. Las reservas de petróleo, gas, oro, plata, cobre y zinc también son de importancia global, y adicionalmente, la planicie contiene corindón, vanadio, titanio, magnesita, azufre, mica, cesio, rubidio, arsénico, grafito, lepidolita y potasio.
Puesto que la industrialización de China depende fuertemente de un enorme consumo de minerales y energía, y muchos de sus propios recursos están casi extinguidos, los ricos depósitos de Tíbet son de enorme importancia ahora. Una autosuficiencia en materias primas ayuda a reducir la deuda extranjera de China y cualquier producto excedente es exportado.
Las consecuencias para el paisaje de Tíbet y la calidad de vida para los tibetanos han sido deplorables. Las prácticas sin control de la minería han llevado a la degradación medioambiental, a menudo, alterando los paisajes de manera permanente. La deyección masiva, el amontonamiento de escoria, las minas abandonadas y la desestabilización de laderas malogran el suelo superior. Más abajo, el suelo se contamina con los residuos mineros y los deshechos tóxicos de materiales usados en la extracción. Estos han llevado a enfermedades misteriosas, deformaciones de nacimiento y una producción inferior de las cosechas en los alrededores de las áreas mineras y, ya que los relaves y deshechos tóxicos se filtran a las vías de agua, el riesgo para la salud corriente abajo en Asia, hace que la preocupación internacional aumente.
El desperdicio masivo también se registra debido a los métodos de extracción inadecuados, las tecnologías obsoletas y la baja eficiencia en la recuperación, producción y utilización. Además del despojo medioambiental, los problemas sociales han surgido mientras la acelerada extracción mineral incentiva un enorme flujo de mano de obra emigrante china, atraída por altos salarios y subsidios. Con una creciente infraestructura de caminos y ferrocarril abriendo Tíbet, los mineros ilegales también resultan atraídos por los beneficios de la impensada explotación minera. El resultado es que aparte de que Tíbet pierde su riqueza mineral, la colonización china masiva pone en peligro la calidad de vida de los tibetanos, debilita su cultura y tradiciones, y conduce inevitablemente a un conflicto social.
La ley de minería de China de enero de 1997, que fue revisada, se enfoca más en alentar la inversión extranjera y una mayor exploración y extracción, en vez de controlar la minería ilegal, la corrupción, los deshechos peligrosos y las ineficientes operaciones mineras. Las esporádicas protestas ambientalistas de los tibetanos son, en el mejor de los casos, ignoradas; en el peor de los casos, el resultado es la tortura y largas sentencias a prisión. La inversión extranjera de parte de compañías multinacionales y agencias de ayuda internacional, se encuentra ahora subsidiando lo que se ha transformado en la principal actividad económica en el sector industrial de Tíbet. La extracción mineral es el principal contribuyente al crecimiento económico de Tíbet de 30% anual en los últimos cinco años. Actualmente, China está invirtiendo US$ 1.25 billones en la búsqueda y desarrollo de recursos minerales en las regiones central y oeste de Tíbet, un área que los expertos estiman, contiene US$ 81.3 billones en reservas minerales. Las cifras oficiales, sin duda, aminoran la verdadera extensión de los depósitos, pero la aceleración o extracción y las inversiones indican la certeza de enormes retribuciones.
Aunque los mayores recursos se concentran en Tsaidam Basin, Nagchu, Golok, Chamdo, Chang Thang, Kanze y Lhoka, las reservas minerales se encuentran en toda la planicie. Tsaidam Basin solo posee reservas inmensas y diversas esparcidas en sus 220.000 km. cuadrados, un área casi el tamaño de Bretaña. Además de los yacimientos petrolíferos de alto rendimiento, estimados en 42 billones de toneladas, y que actualmente producen hasta dos millones de toneladas por año, las reservas de gas natural de 1.500 billones de metros cúbicos de Tsaidam, han de llegar a ser una nueva e importante fuente de energía limpia para China. Con los actuales niveles de consumo, estas reservas cubrirán las necesidades totales de China por siete años, y la primera fase de una red de conducto masiva lleva el gas de Tsaidam desde Amdo (Ch: Qinghai) a Lanzhou, capital de Gansu en el año 2001.
Entre algunos de los más grandes depósitos minerales del mundo, Tíbet cuenta con la mina de cromita Norbusa en U-Tsang (Tíbet Central) con un valor general estimado entre US$ 375 – 500 millones. Se espera que los ingresos de este depósito de alta calidad que alcanzan los US$ 1.5 millones con la actual extracción anual, sigan un curso espiral a US$ 3.75 millones. La mina de cobre Yulong, cerca de Chamdo, contiene una de las mayores reservas de cobre del mundo con más de 6.5 millones de toneladas, y con niveles actuales de producción anual de 20.000 toneladas que aportan una ganancia de US$ 2.5 millones, los que se proyectan a 100.000 en el año 2.010.
La palabra china para Tíbet Central es ‘Xizang’, significando “Lugar del Tesoro Occidental”. China siempre ha llamado a Tíbet “El cuenco del tesoro que espera a ser desarrollado”, y al promover la minería como “la industria pilar” para acelerar el desarrollo económico del altiplano, Beijing está teniendo éxito finalmente, en privar a Tíbet de sus recursos minerales alguna vez inactivos.
AMENAZA NUCLEAR
Es una ironía kármica que Tíbet, una vez gobernado hasta el último detalle por principios budistas de no-violencia y que funcionaba como el estado natural amortiguador entre los dos gigantes de Asia, India y China, hoy en día sirva de bodega para el armamento nuclear de China y de lugar de descarga de los deshechos radioactivos.
Con la llegada a Lhasa del partido de avanzada del Ejército Popular de Liberación en septiembre de 1951, la militarización de Tíbet por parte de la China de Mao dio su primer paso. Hoy, el altiplano es una línea de frente, militaristamente, como parte de las ambiciones de Beijing por dominar Asia y lograr supremacía de poder.
En 1971 la primera arma nuclear conocida fue traída a Tíbet e instalada en Tsaidam Basin en el norte de Amdo (Ch: Qinghai). Se cree que hoy el arsenal de defensa incluye 17 estaciones radares secretas, 14 campos aéreos militares, 11 de los cuales están siendo ampliados para aviones de combate de largo alcance, ocho bases de misiles, al menos, ocho misiles balísticos intercontinentales, más 70 misiles de alcance medio y 20 de alcance intermedio.
El propio programa nuclear de China fue parcialmente pionero en el altiplano tibetano con la Academia de Diseño e Investigación de Armamentos Nucleares del Noroeste (“La Novena Academia”), 100 km. al oeste de la capital de Amdo, Siling (Ch: Xining). La Academia trabajó en prototipos de bombas nucleares desde principios de 1960, y el primer grupo de armas nucleares producido allí, fue apostado en dos despliegues de misiles nucleares y lugares de lanzamiento en Tsaidam Basin a comienzos de 1970.
Actualmente, los misiles de balística intercontinental DF-4 con alcance de 4.000 y 7.000 km. se encuentran almacenados en los terrenos de Tsaidam. Otros misiles DF-4 están desplegados a 217 km. al sudeste de Tsaidam en Terlingkha (Ch: Delingha), base de una regimiento de misiles con cuatro zonas de lanzamiento. Una nueva y cuarta estación de misiles nucleares que se ubica al sur de Amdo en la frontera con Sichuan, alberga cuatro misiles CSS-4 con un alcance de 12.874 km.
En 1970 también hubo trabajos en una base de misiles cerca de Nagchuka en la ‘RAT’ (“Región Autónoma de Tíbet”), donde complejos subterráneos almacenan hoy misiles de balística de alcance medio e intermedio en un lugar que fue elegido como alternativo a Lop Nor en Xinjiang para posibles pruebas nucleares. Otro complejo subterráneo cercano a Lhasa almacena misiles tierra-aire y suelo a suelo, los que son exhibidos en la capital cada año en el Día del Ejército Chino. Otras reservas de estos misiles se mantienen en Kongpo en el sudeste de la ‘RAT’. Con la rápida expansión y modernización del arsenal de defensa de China, y la continuidad de su programa de acumulación nuclear, el valor estratégico de Tíbet para el despliegue y proliferación militar sólo puede intensificarse en el transcurso de este siglo.
Sin embargo, la preocupación por las capas superficiales del suelo se concentra más en la evidencia de que deshechos nucleares y otros desperdicios peligrosos están siendo descargados en el altiplano. La agencia oficial de noticias de China, Xinhua, admitió en 1995 que se había descargado contaminantes radioactivos desde la Novena Academia cerca de la costa del Lago Kokonor en un depósito de 20 metros cuadrados. Un instituto industrial químico fue establecido en la Academia a fines de 1970 y experimentó con combustible con alto contenido de uranio. Los deshechos radioactivos, la lechada y los desperdicios sólidos y gaseosos han sido descargados por la Academia, la que está ubicada en una cuenca que drena en el Río Tsang Chu, que corriente abajo se convierte en el Río Amarillo de China. La Academia sigue vigilada las 24 horas del día, a pesar de que fue puesta fuera de servicio en 1987.
Se sabe que China aún utiliza técnicas poco profundas de entierro para el deshecho nuclear, un método que en occidente está obsoleto actualmente, y las regiones remotas de Tíbet se encuentran destinadas en los planes de Beijing, al comercio del ventajoso reciclaje de desperdicios peligrosos y tóxicos de las naciones desarrolladas. Ya se registran una tasa anormal de mortalidad en el parto, deformidades de nacimiento, enfermedades sin precedente y misteriosas en humanos, y altas tasas de mortandad entre animales y peces en las regiones cercanas a los dos departamentos de producción nuclear en Amdo. Los nómadas y aldeanos alrededor de la Novena Academia también presentaron altas tasas de cáncer en niños, similares a los hallazgos pos Hiroshima.
Informes similares de deformidades y enfermedades misteriosas en humanos y animales se vinculan a la industria minera del uranio, la que prevalece en la ‘RAT’ y Amdo. Se ha informado que el agua contaminada que proviene de la mina de uranio más grande de Tíbet, cerca de Thewo en el sur de Amdo, es liberada hacia el río local y las víctimas, humanos y animales, se vuelven azules o negro azulados después de muertos.
Con Asia tan dependiente de Tíbet para su agua, los contaminantes descargados en el altiplano pueden tener implicancias transnacionales masivas para las naciones que se encuentran corriente abajo. La deforestación agrava la posibilidad de los deshechos relacionados con la energía nuclear provenientes de las minas de uranio en Tíbet, que penetran las aguas de Asia; ya sólo el 32% del agua de río de China es clasificada como bebible. La proliferación nuclear sobre el altiplano tibetano se ha vuelto la bebida y comida para un serio análisis.
DERECHOS HUMANOS Y EL MEDIOAMBIENTE
La ley de derechos humanos MEDIOAMBIENTALES es un concepto de finales del siglo 20, un vínculo establecido por primera vez en una Declaración de NU en 1972, y luego investigado y definido por la Subcomisión de NU para la Prevención de la Discriminación y Protección de las Minorías, en una serie de cuatro informes presentados a la Comisión de Derechos Humanos de NU entre 1989 y 1993. Estos sobresalientes informes establecieron la base legal y la necesidad humana de derechos medioambientales, y recomendaron ciertos derechos a ser incluidos en la ley internacional mediante un Anteproyecto de Declaración de los Principios sobre Derechos Humanos y el Medioambiente.
Este capítulo se concentra en definir cómo y cuándo se han cometido las violaciones medioambientales en Tíbet y analiza sus implicancias a la vista legal del Anteproyecto de dicha Declaración. Los principios de particular pertinencia para Tíbet incluyen: 5 “… el derecho de todas las personas a ser libres de contaminación y todo tipo de degradación medioambiental, que pueda amenazar la vida, salud, subsistencia, bienestar o desarrollo sustentable” y 6 “… el fundamento de la sobrevivencia humana en ecosistemas saludables y la mantención de la diversidad biológica”. Los temas escrutados incluyen la producción de alimento y las políticas de adquisición obligatorias, la destrucción de praderas agrícolas y los controles sobre el nomadismo, la tala comercial y la minería, y el despojo de los lugares sagrados en nombre del “desarrollo” por parte de China.
El derecho a estar libre del hambre es violado por las políticas agrícolas institucionalizadas de China. Las épocas de hambre de la colectivización y comunas, indujeron a la economía impuesta de hoy, en la que la fuerte dependencia de la adquisición del estado y las limitantes fijaciones de impuestos, hacen del cultivo y el pastoreo ocupaciones de subsistencia. Al aumentar la comercialización de las praderas y al restringir sus movimientos, China está negando a los nómadas su “derecho al uso sustentable de la naturaleza y los recursos naturales con propósitos culturales y espirituales”.
El componente cultural y espiritual en la privación de derechos humanos se aplica particularmente a los abundantes lugares sagrados de Tíbet. Hoy en día en Tíbet los lugares religiosos y de peregrinaje están siendo profanados, contaminados y saqueados por los proyectos chinos de “desarrollo”. La minería, los esquemas hidroeléctricos y la deforestación están corrompiendo irreversiblemente la herencia espiritual del altiplano.
Al explotar los recursos naturales de la nación, induciendo a la degradación y polución medioambiental, China también le está negando a los tibetanos su derecho a la autodeterminación. La introducción de la Declaración afirma, “La dimensión medioambiental del derecho a la autodeterminación yace en el corazón de la explotación económica que redunda en beneficio de la fuerza dominante”. Además, los derechos legales definidos internacionalmente para la libertad de expresión, información medioambiental y participación en la toma de decisión, están todos negados bajo la ocupación colonial de China. La situación es un círculo vicioso: “las violaciones a los derechos humanos llevan a la degradación medioambiental y esa degradación medioambiental conduce a la violación de los derechos humanos”, concluye la introducción.
26 de abril del 2000
Se puede obtener un paquete completo del informe en:
Oficina de Desarrollo y Medioambiente
Departamento de Informaciones y Relaciones Internacionales
Administración Central Tibetana
Dharamsala-176215, H.P., India
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