UNA VISIÓN GENERAL DE LA CULTURA TIBETANA
Cualquiera que conozca el idioma tibetano y cuente con alguna experiencia de primera mano con la gente tibetana, conoce sobre la absoluta destrucción de la cultura tibetana. Pero para demostrar este hecho es de ayuda el pensar hacia atrás con el fin de establecer los principios. ¿Qué es una “cultura nacional”?
Una nación es más que un estado, el que es más que una tribu, que es más que un clan, que es más que una familia. La única unidad política común, mayor que una nación, solía llamarse “imperio”, aunque hoy existen entidades que se llaman “Estados Unidos” y “Unión de Repúblicas”. Los descendientes de la nación inglesa, los Anglos y Sajones, y Celtas y Normandos, por nombrar unas pocas tribus, en sí, las amalgamas de clanes, pueden pensar de sí mismos como miembros de una sola nación. A veces, los escoceses tienen dificultad para pensar en ellos como parte de la nación inglesa, y los irlandeses no pueden, a pesar de que ambos grupos fueron parte de Gran Bretaña durante siglos. Un pueblo parece pensar en sí mismo como una sola nación cuando:
1. Ha estado unido en un territorio común a través de la historia.
2. Comparte un idioma común en base a un sistema de escritura, vive bajo un sistema común de leyes.
3. Está imbuido de un sentido histórico común, tolera un rango comprensible de creencias religiosas.
4. Intuitivamente experimenta un sentido de identidad común mediante cualquiera de estos componentes, a menudo reforzados por un sentido de similitud racial.
Los tibetanos proclaman que Tíbet es una nación separada, con una cultura distinta, sin embargo, los chinos afirman que es una variación local de una cultura local. Tomando los puntos anteriores como elementos de una definición aceptable del término cultura, podemos examinar los hechos históricos punto por punto.
Territorio común
Ningún grupo chino lo suficientemente grande se había establecido en Tíbet hasta la ocupación por parte de China. La frontera se definió entre los guerreros e imperios Tang y Yarlung, la que va desde el este de Chamdo y Derge hacia Lanchou. Los ejércitos invasores de señores feudales – tropas mongoles y manchúes en los siglos 13 y 18, respectivamente – llegaron a Tíbet, al igual que expediciones diplomáticas esporádicas. Obviamente, esto cambió desde 1959: hoy hay 7.5 millones de colonos chinos en Tíbet, excluyendo las guarniciones del ejército. En términos históricos, ellos deben ser considerados como colonos recientes, en ningún caso, razón para establecer una cultura común.
Idioma común
El tibetano es muy distinto al chino. Solía pertenecer a la familia “tibetana-burmana”, aunque últimamente algunos lingüistas utilizan la etiqueta “sino-tibetana” (para incluir el sínico, dáico, bódico [tibetano] y birmano, formando distintas subfamilias con los dos primeros y los dos últimos). Estos juegos de terminologías no alteran la diferencia fundamental en los idiomas. El chino se escribe con ideogramas y es monosílabo, sin declinación y tonal. El tibetano utiliza un alfabeto para su escritura y es polisílabo; se declina según caso, declinación y estructuras por género adaptadas del Sánscrito y no es tonal en lo que respecta a la semántica. El tibetano toma prestadas algunas palabras de los idiomas indo, nepalés y mongol. Tras 30 años de ocupación, un mero puñado de actuales colonos chinos habla tibetano, aunque la generación más joven de los tibetanos ha sido forzada a aprender el chino coloquial.
Sistema legal común
Las primeras leyes fueron promulgadas en Tíbet por el Emperador Songtsen Gampo en el siglo 7 a.C. Estas se refieren a las leyes morales budistas de India, sin relacionarse con el canon confuciano de la tradición china. Bajo el Imperio Mongol, las leyes militares mongoles se hicieron valer ocasionalmente en Tíbet y China. Durante todos los otros períodos de la historia tibetana, las leyes tibetanas basadas en el Budismo fueron administradas en las cortes tibetanas por oficiales de los diversos gobiernos tibetanos. Los chinos no pensaban que los tibetanos aceptaban sus leyes, y los tibetanos ni siquiera sabían cuáles eran las leyes de China.
Sentido histórico común
El sentido nacional tibetano de la historia tiene fuertes lazos con el Budismo. La épica, poesía, drama y literatura histórica de Tíbet enfatizan la distinción de los tibetanos con los chinos y otras naciones asiáticas. Los clásicos tibetanos son totalmente desconocidos para los chinos, e inversamente, los clásicos chinos y las grandes obras literarias nunca fueron traducidas al tibetano hasta la ocupación china en Tíbet. Los tibetanos se sienten muy orgullosos de su relación espiritual con la Tierra Sagrada de India, y un vasto número de obras budistas y literarias fueron traducido desde el sánscrito al tibetano durante un período de siete siglos.
Los chinos han considerado a los tibetanos como bárbaros incivilizados desde el tiempo de Confucio. Los tibetanos estaban entre los serios peligros de los chinos, lo que fue parte de la razón para construir la Gran Muralla. Los ejércitos tibetanos conquistaron la entonces capital de Chang-an en el siglo 8. Las buenas relaciones con los tibetanos eran consideradas como importantes por parte de los emperadores mongoles, tales como Kublai Khan, y los emperadores manchúes, especialmente K’ang-hsi y Ch’ien Lung, quienes consideraban a los tibetanos como claves para permanecer en el buen lado de los temibles mongoles. Así, en términos históricos, resulta comprensible que los tibetanos se sientan desvastados por estar bajo el dominio y la ocupación de China. Los actuales colonos chinos también se sienten atribulados señores de una tierra ajena – entre salvajes, por así decirlo – y por ende, tienden a tratar a los “nativos tibetanos” de manera mucho más dura que lo hacen con sus compatriotas chinos.
Raza común
En la calle, por así decirlo, ni los tibetanos ni los chinos se consideran relacionados por vínculos raciales. Algunos tibetanos sí parecen asemejarse al tipo racial sínico, con un pliegue epicantal en el ojo y una cierta redondez de la cabeza. Pero también hay tibetanos del tipo mongol, índico, birmano, turco e incluso caucasiano en la provincia noreste. Aunque los tibetanos, mongoles y birmanos no son racialmente diferentes de los chinos como los blancos y negros, la mayoría de los chinos los pueden identificar fácilmente por el rostro como tibetanos, no como chinos.
Esto deja como muy remota la posibilidad de que los tibetanos y chinos compartan una identidad común. Parece difícil establecer dicho sentido cuando no comparten territorio, lenguaje, leyes, sentido histórico, literatura en común, sólo un sentido comunitario marginal de creencias religiosas y ningún tipo racial en común. Los emperadores manchúes estaban muy conscientes de la falta de identidad común entre los manchúes, mongoles, uighuros, tibetanos y chinos y, por lo tanto, intentaron forjar su legitimidad a partir de su rol como conquistadores y mediadores entre estos enemigos hereditarios. El gobierno comunista entró militarmente a cada territorio patrullado por los ejércitos manchúes, excepto por la Mongolia exterior, y ha estado intentando fuertemente crear un sentido de identidad común, utilizando la ideología internacionalista de la revolución comunista mundial. En realidad, todo el objetivo de la política cultural china en Tíbet ha sido erradicar el sentido de identidad distinta de los tibetanos e inculcar en los tibetanos un sentido de comunidad con los chinos como compañeros comunistas y revolucionarios.
Hasta ahora esa política ha resultado dramáticamente fallida. El regreso inmediato de los tibetanos a la reconstrucción de monasterios y otras acciones religiosas desde la moderación de las políticas en los años 80, han demostrado al mundo cómo han repudiado totalmente el comunismo, cómo han rechazado cabalmente el ser parte de una nación china y cuán devotamente se adhieren a su fe budista. El actual gobierno chino está muy consciente de este núcleo inamovible de la identidad nacional tibetana y, por lo tanto, ha comenzado a permitir su resurgimiento como una atracción turística, quizás intentando lo imposible al permitir que los tibetanos reconstruyan la forma de la cultura, mientras tratan de evitar el renacer del corazón de ésta.
Los tibetanos son únicos en el planeta puesto que su vida nacional se dedica totalmente al Budismo. Para ellos el Dharma es todo en todo. Su cultura fue transformada de manera laboriosa durante un período de mil años desde Srong btsan sgam po (principios del siglo 7) hasta el Gran Quinto Dalai Lama (principios del siglo 17), de una cultura normalmente etnocéntrica, guerrera, nacional imperialista a una cultura universal espiritualmente budista y pacífica. Esencialmente, han estado desarmados unilateralmente por más de 300 años. Su desarrollo material ha sido pospuesto en favor del desarrollo espiritual. Por siglos, la línea principal en el presupuesto del gobierno nacional ha sido el apoyo a los monasterios y los estudios y prácticas de los monjes y monjas. La rueda nunca se uso a propósito para el transporte, sino solamente para la generación de oraciones, la energía del Om Mani Padme Hum. Sus gobernantes han sido linajes espirituales de sabiduría y compasión, triunfando sobre los sangrientos linajes dinásticos.
La cultura tibetana representa así, el experimento más sostenido del Budismo en la transformación de un ambiente social. Obviamente, aún es un experimento incompleto y el actual Dalai Lama y otros líderes activos intentan completarlo, especialmente mediante el equilibrio entre el desarrollo espiritual con mayor esfuerzo hacia un nivel modesto, postindustrial de progreso material. Anteriormente describí Tíbet en términos sociológicos, como habiendo desarrollado una constelación de personalidad única, llamada “modernidad interna”, en contraste a la “modernidad externa” de nuestras sociedades (la que vemos como la única modernidad). Es una cultura de inestimable valor para nosotros, como un espejo de nosotros mismos, tan extremadamente interno como hemos ido externamente. Puede contener elementos claves preciosos con los que podemos redescubrir el equilibrio del planeta, restaurar la sanidad espiritual para aquellos que han enloquecido con el materialismo extremo. Su vida o muerte es nuestra vida o muerte. Vive subterráneamente en casa, al aire libre, sólo en exilio. Debemos protegerla, alimentarla y esperar pacientemente por todo lo relacionado al redescubrimiento de su valor precioso y la necesidad de un atesoramiento especial.
Religiones comunes
El lazo común del Budismo ató a China y Tíbet en cierto grado en algunas áreas. Sin embargo, el Confucianismo y el Taoísmo siempre fueron importantes en China, pero totalmente ausentes en Tíbet. Incluso en términos del Budismo, el Tantrismo es central para el Budismo Tibetano, pero sólo representa un pequeño movimiento en el Budismo chino. La mayoría de los budistas chinos hasta hoy en día tienen grandes dificultades con las ideas tántricas, no entendiendo el Tantrismo de manera completa y considerándolo una forma “sin fundamento” del Budismo. (La mayoría de los budistas chinos no están concientes de que el Budismo chino en sí, incluye tradiciones del Tantrismo). Por lo tanto, existe muy poca base en común entre los chinos y tibetanos.
Los mongoles y manchúes fueron distintos en este sentido, y es por ello que la famosa relación “sacerdote-señor” sólo se formó entre los Lamas Sakyapa y los emperadores mongoles en el siglo 13, y entre los Dalai Lamas Gelukpa y los emperadores manchúes en el siglo 17. Nunca se dieron relaciones entre cualquier lama tibetano y cualquier emperador chino durante los 900 años de las dinastías Tang, Sung y Ming en conjunto. Recientemente, el gobierno chino nacionalista (Kuomingtang) visitó Tíbet, desde 1911 hasta su salida de China en 1947. Por ende, los primeros gobernantes chinos que tuvieron algún rol político en Tíbet han sido los comunistas chinos desde 1950. Naturalmente, no hay duda alguna respecto a que los comunistas comparten cierta base religiosa en común con los tibetanos, que son ampliamente devotos del Budismo.