Por: Didi Kirsten Tatlow | The New York Times | 5 de octubre de 2011 |
Pekín – Cuando el Dalai Lama, el líder espiritual en el exilio de Tíbet, sugirió a finales de septiembre que por primera vez en 600 años su sucesor podría ser una emanación y no una reencarnación, puede tener mal parado al gobierno chino que administra el Tíbet por segunda vez en este año.
China rápidamente rechazó esta propuesta que el decimocuarto Dalai Lama, Tenzin Gyatso de 76 años de edad, dijo tiene 14 años para ser debatida por los Tibetanos, con una decisión final que se tendrá alrededor del 2025. Sin embargo, el rechazo de China crea una profunda ironía: la orgullosamente tradición del Dalai Lama y el Budismo Tibetano, ahora parece más moderna y flexible que la autodenominada modernización del estado Chino, que insiste en el sistema de reencarnación más anticuado y rígido, según dicen los expertos.
El primer movimiento de modernización por el Dalai Lama ocurrió en Marzo.
En este 60 aniversario de lo que China llama la “liberación pacífica” –y lo que los tibetanos en el exilio y algunos en Tíbet llaman invasión- del Tíbet por el Ejército de Liberación Popular, el Dalai Lama anunció que pondría fin a los 369 años del Gaden Phodrang, el sistema de gobierno que lo había hecho tanto líder político como espiritual, y delegaba así, los poderes políticos a un primer ministro electo. Elegido por tibetanos en el exilio en abril, Logsang Sangay tomó el cargo en agosto pasado. El gabinete de seis personas del Sr. Sangay, prestó juramento el mes pasado, incluyendo a dos mujeres –otra señal de cambio.
Dicha medida es de gran atractivo para los tibetanos, dijo Robert J. Barnett, director del Programa de Estudios Tibetanos Modernos de la Universidad de Columbia en Nueva York.
“Su estrategia de democratización tiene una enorme resonancia en el Tíbet, ya que los chinos constantemente prometen una democracia pero hasta el momento no la han entregado”, dijo por teléfono Barnett.
La relación entre los tibetanos y Pekín son a menudo tensas pero esto se ha acrecentado aún más desde el levantamiento contra China ocurrido en Lhasa en 2008. El lunes, un quinto monje, Kalsang de 17 años de edad del Monasterio de Kirti ubicado en una zona tibetana en la provincia de Sichuan, se prendió fuego en protesta por la opresión de sus libertades religiosas en Tíbet, según Free Tibet, un grupo de defensa con sede en Londres.
La segunda estrategia de modernización del Dalai Lama sucedió el 24 de septiembre. Si la primera era referente a la política, la segunda fue de carácter teológica.
En un comunicado de 4,000 palabras, abordó el delicado tema de su sucesión.
“Cuando tenga alrededor de 90 años, consultaré a los altos lamas de las tradiciones del budismo tibetano, al público tibetano y a otras personas interesadas que siguen el budismo tibetano, y reevaluaré si la institución del Dalai Lama debe continuar o no”, escribió.
Cuidadosamente redactada en el idioma de la tradición del budismo y cultura tibetana, la declaración provocó dos cosas, apuntó Barnett.
Primero, envió un mensaje a China: Den marcha atrás sobre el tema de la sucesión.
“Hay un mensaje claro e inequívoco de que la decisión del linaje del budismo recae sobre el titular del linaje”, especificó Barnett en entrevista. “Nadie más puede decidir. Para él, ese es el final de la discusión.”
De hecho, la declaración del Dalai Lama fue la tan esperada respuesta a la Orden No. 5, publicada en 2007 por la Administración Estatal de Asuntos Religiosos de Pekín, que controla las reencarnaciones.
En un movimiento profundamente irónico de un Estado materialista que oficialmente cree que la materia física es la única realidad, la orden reclama el derecho a administrar las reencarnaciones de todos los lamas en el Tíbet, que pueden ser alrededor de 2,000, entre ellos la del Dalai Lama, el más eminente.
“Todas las aplicaciones de reencarnación deben ser presentadas al departamento de asuntos religiosos del gobierno a nivel provincia, el gobierno a nivel provincia, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos y el Consejo de Estado, respectivamente, para su aprobación”, informó el Diario del Pueblo, órgano del Partido Comunista, que reportó en su momento.
En su comunicado del 24 de septiembre, el Dalai Lama denominó tal orden como “indignante y vergonzosa”, y dijo que tal insistencia de China podría causar un daño irreparable a la cultura tibetana.
“Además, ellos dicen que están esperando mi muerte y que reconocerán a el decimoquinto Dalai Lama de su elección,” escribió.