La invitación que hizo China al Dalai Lama para volver a casa podría sentar las bases para una solución negociada del Tíbet.
Mary Beth Markey
“The Wall Street Journal” [Opinión Asia]
26 de mayo de 2011
Cada día, los tibetanos arriesgan sus vidas para poder hablar a favor del regreso del Dalai Lama y en contra de las políticas chinas que limitan su libre acceso a su líder espiritual. Pero Beijing hasta el momento no se ha manifestado. La última solicitud hecha por el Dalai Lama para volver, para estar con su gente después de un devastador terremoto en el Tíbet hace dos años, se quedó sin respuesta. Así que es interesante que un funcionario del Partido Comunista, haya dicho la semana pasada que la puerta está abierta para que el Dalai Lama vaya a casa en cualquier momento que quiera – por supuesto, sujeto a determinadas condiciones.
¿Podría esto ser un indicativo del posible retorno del Dalai Lama más adelante? Muchos han especulado que la decisión del Dalai Lama este año de retirarse de sus funciones políticas, podría eliminar algunos obstáculos. Si es así, vale la pena explorar esta apertura.
Ya existe una base clara para las negociaciones entre ambas partes para poner fin al impasse sobre el destino del Tíbet. La semana pasada el anuncio de la “puerta abierta” fue hecho en una conferencia de prensa celebrada en Beijing, para conmemorar el 60º aniversario de “la liberación pacífica del Tíbet”. La celebración marca la fecha, el 23 de mayo de 1951, cuando fue firmado un “Acuerdo de 17 puntos”, entre los representantes de los gobiernos tibetano y chino.
Este acuerdo cambió la situación del Tíbet, de ser una nación independiente, a ser una “teóricamente” parte autónoma de la República Popular de China. Incluye disposiciones en las que las autoridades centrales no modificarían el actual sistema político en el Tíbet, permitiría a la autoridades locales del Tíbet llevar a cabo reformas en consulta con el pueblo, y que la única identidad religiosa y cultural de los tibetanos serían protegidos. Este fue el primer caso de “un país, dos sistemas”, un modelo que Deng Xiaoping defendió luego con respecto a Hong Kong.
En las décadas transcurridas desde la firma del acuerdo, muchas cosas han cambiado. Después de la fuga del Dalai Lama al exilio en la India en 1959, ambas partes renunciaron al acuerdo. Y todas las iniciativas que ambas partes utilizaron para lograr el regreso del Dalai Lama al Tíbet desde 1959, fueron ya sea echadas a perder, estuvieron desfasadas, o tal como en el caso de su propia petición tras el terremoto de 2009, fueron ignoradas.
Un problema es que los chinos tratan de limitar el alcance de su confrontación con el Tíbet al estatus del Dalai Lama. El Dalai Lama, por supuesto, considera el bienestar de alrededor de seis millones de tibetanos que viven en el Tíbet, como la definición de problema, pero Beijing se resiste a hablar de este asunto.
Lo peor es que Beijing no ha cumplido lo que ofreció en 1951 y ha socavado sistemáticamente la autonomía tibetana. Los tibetanos han experimentado la lenta degradación de su diferenciada identidad. La cultura budista es deliberadamente debilitada –los lamas tibetanos puede reencarnar sólo con el permiso del Partido Comunista de China-, mientras que la libertad de expresión está bloqueada. Cientos de tibetanos están encarcelados por protestas no violentas y muchos son quebrantados por la tortura. El mes pasado, dos ancianos tibetanos fueron asesinados por tropas paramilitares, al tratar de evitar el traslado forzoso de cientos de monjes del monasterio de Kirti, que iban a ser sometidos a la “educación patriótica”.
Mientras que Beijing intenta romper el espíritu de los tibetanos, el gobierno está obligando a la gente a asimilarse dentro del más grande estado chino. Proyectos de desarrollo masivo facilitan la migración china sin control, así como la extracción de recursos.
En este callejón sin salida, lo que se necesita es una mirada fresca y realista al acuerdo de 1951; con el regreso del Dalai Lama, este es el momento perfecto para presionar por un retorno diplomático al “status quo ante”[1]. Éste podría ser un indicativo claro para avanzar en el Tíbet. Si Beijing estuvo una vez cómodo otorgando a los tibetanos “el derecho de ejercer su autonomía regional” a cambio de la unificación con “la gran familia de la Patria”, ambas partes deben tratar de proceder desde esta posición de negociación. Las demandas de los tibetanos que no adoptan las imposiciones económicas o religiosas de Beijing, lógicamente podrían seguir.
La carga de la ocupación militar china en los recursos locales, con autoridades de gobierno antagonistas e incompetentes; y el trauma de miles de refugiados internos de la agresión comunista, frustró la “coexistencia pacífica” que el Dalai Lama había anhelado en la década de 1950. Las décadas de dominio chino en el Tíbet se siguen caracterizando por la inestabilidad, la desigualdad y las quejas no atendidas. Sin embargo, viendo el progreso de China, el Dalai Lama considera la promesa de una vida mejor para todos sus ciudadanos. Bajo circunstancias que darían a los tibetanos igualdad de condiciones y suficientes garantías de su identidad, para prosperar dentro de la República Popular de China, el Dalai Lama ha propuesto un “Camino Medio” con la esperanza de que los líderes chinos vuelvan a optar por llegar a un acuerdo con los tibetanos.
De hecho, la revisión de los elementos del documento original de los 17 puntos, está muy cerca del “Camino Medio”; propuesta que los enviados del Dalai Lama pusieron sobre la mesa de discusión desde el año 2002. El gobierno chino ha identificado un “interés fundamental” en la soberanía y la integridad territorial. Un acuerdo alcanzado con la participación del Dalai Lama, que está íntimamente ligado con el bienestar del Tíbet, en la psique del Tíbet, sería ampliamente aceptado y garantizaría la estabilidad basada en la voluntad del pueblo, y no en la coerción o la fuerza.
La cuestión del Tíbet ha generado angustia en el extranjero y paranoia en Beijing. Ahora existe una rara oportunidad para una solución negociada, que podría lograrse con la participación del Dalai Lama. Si se vende bien, los líderes del Partido Comunista deben aprovechar la oportunidad para declarar que el líder nacional del Tíbet, está una vez más dentro de las fronteras chinas –lo que indicaría que los tibetanos pueden vivir en armonía en China. Y, para los tibetanos, podría ser una oportunidad para ganar la verdadera autonomía a la cual han estado aspirando.
La Sra. Markey es la Presidente de la Campaña Internacional por el Tíbet con sede en Washington.
Traducido al español por Lorena Wong.
[1] Nota de la traductora: “Status quo ante” significa “el estado de las cosas como era antes”.