La capital belga fue escenario de una conferencia sobre la demanda de libertad del Tíbet, que coincidió con la de Ucrania.
Gabriel C. Salvia *
Mejor broche de oro no pudo haber tenido la realización de la 9a Conferencia Internacional de Grupos de Apoyo al Tíbet, que se celebró del 22 al 25 de febrero pasado en Bruselas. Luego del cierre de la conferencia en un hotel céntrico de la capital belga, los ciento setenta asistentes de cuarenta y dos diferentes países, entre ellos Argentina, salieron a la calle a tomarse una foto grupal. En ese mismo momento, por la calle marchaba una extensa columna de manifestantes en apoyo a Ucrania. Fue un momento conmovedor, con los grupos de apoyo al Tíbet gritando “Free Ukraine!” y luego los manifestantes en apoyo a Ucrania respondiendo “Free Tibet!”
Una mujer de la marcha ucraniana se acercó y entregó una bandera de Ucrania a una participante de la conferencia del Tíbet, y esta última le dio una típica bufanda blanca tibetana. Fue un momento mágico de solidaridad democrática internacional, donde confluyeron en la capital de la Unión Europea quienes reclaman por la libertad y soberanía de dos territorios invadidos por autocracias: Rusia en Ucrania y China en el Tíbet.
Así culminaban tres días de apoyo al pueblo tibetano, habiendo abordado, entre otros temas: la situación actual de los derechos humanos en el Tíbet, por Dukthen Kyi, de la Administración Central Tibetana; vigilancia y seguridad en Tíbet por Tenzin Dalha, investigador del Tibet Policy Institute; los internados coloniales en el Tíbet por el Dr. Gyal Lo, activista tibetano y sociólogo de la educación; y cambios y destrucciones ecológicas en Tíbet por el Dr. Martin Mills, director del Centro Escocés de Estudios sobre el Himalaya. En el encuentro también participaron Dolkun Isa, presidente del Congreso Mundial Uigur, y Joey Siu, investigadora de Hong Kong Watch.
En la apertura de la conferencia participaron el checo Mikuláš Peksa, presidente del Grupo de Interés sobre el Tíbet del Parlamento Europeo; el alemán Hans Gert Pöttering, expresidente del Parlamento Europeo; Sikyong Penpa Tsering, de la Administración Central Tibetana, y Vincent Metten, director de la International Campaign for Tibet en Bélgica.
El demócrata cristiano Hans Gert Pöttering recordó que no aceptó una invitación oficial a China pues no le permitían visitar el Tíbet, y también su rol crítico en el contexto de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Por su parte, Dukthen Kyi, de la Sección de Derechos Humanos del Departamento de Información y Relaciones Internacionales de la Administración Central Tibetana, destacó el crecimiento de los reclamos sobre el Tíbet en el cuarto y último examen periódico universal en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, realizado el pasado 23 de enero. En 2009 lo habían hecho cuatro países, en 2013 lo hicieron siete, en 2018 fueron nueve y en 2024 llegaron a veinte: Alemania, Austria, Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Estonia, Francia, Irlanda, Japón, Lituania, Montenegro, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza.
Como puede apreciarse, ningún país de América Latina realizó una recomendación a China sobre el Tíbet en su reciente examen de derechos humanos en Ginebra, lo cual refleja lo alejada que está la región latinoamericana de insertarse internacionalmente en el reclamo por las causas nobles, incluyendo países como Argentina, Chile y Uruguay, que vivieron terribles dictaduras militares.
Aniversario del levantamiento nacional tibetano. A pesar de la propaganda del régimen del Partido Comunista chino, con una narrativa que asegura que el Tíbet siempre perteneció a China, este territorio de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, asentado sobre las montañas más altas del planeta y en donde nacen diez de los ríos más grandes de esta región, fue invadido por China bajo el mando de Mao Zedong entre 1949 y 1950. Como señala Marco Antonio Karam, director de Casa Tíbet México: “Como nación independiente, Tíbet contaba con un gobierno soberano, una bandera y moneda nacionales, un sistema postal, una lengua propia, así como leyes y costumbres”.
Karam agrega: “Tras la invasión militar de China, las restricciones que las familias tibetanas y los monasterios han vivido son cada vez mayores… los tibetanos se han convertido en marginados en su propio país, el gobierno chino ha intentado acabar con la cultura y sociedad tibetanas, los derechos humanos fundamentales se les siguen negando y más de un millón doscientos mil tibetanos han muerto desde la ocupación ilegal de China”.
La 9a Conferencia Internacional de Grupos de Apoyo al Tíbet culminó a dos semanas de cumplirse el 65° aniversario del levantamiento nacional tibetano, este 10 de marzo, día que recuerda la brutal represión del levantamiento nacional tibetano en Lhasa, la capital de Tíbet, por parte del ejército chino, que dejó a su paso la muerte de cientos de tibetanos y otros tantos encarcelados, forzando al exilio del XIV Dalai Lama. La historia se popularizó en la película Siete años en el Tíbet, protagonizada por Brad Pitt.
En muchos países democráticos se recuerda el 10 de marzo mediante la campaña “Una bandera por el Tíbet”, como por ejemplo en República Checa, con una de las organizaciones más activas: Czechs Support Tibet. Al respecto, cabe recordar que el escritor y disidente checo Václav Havel (1936-2011), luego de la caída del comunismo, invitó al Dalai Lama en febrero de 1990, un mes después de haber asumido como presidente de la entonces Checoslovaquia, en un claro gesto de solidaridad democrática internacional.
Cuando desde Argentina se plantea la importancia de insertarse internacionalmente, ello tiene que incluir el apoyo a las causas nobles en defensa de los derechos humanos, como es el caso del Tíbet. Desde la adopción, el 10 de diciembre de 1948, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el interés nacional de los Estados respetuosos de los mismos es la defensa internacional de la dignidad humana, por encima de los intercambios económicos y comerciales.
La Argentina dará un paso importante en su inserción democrática internacional cuando en su política exterior se incluya el reclamo por la situación en el Tíbet y cada 10 de marzo, al igual que en República Checa, en los edificios de la administración publica nacional esté flameando la bandera del Tíbet como gesto solidario en defensa de los derechos humanos.
*Director general de Cadal (www.cadal.org). Único asistente argentino a la 9a Conferencia Internacional de Grupos de Apoyo al Tíbet en Bruselas.