Times of India 19 de enero de 2024 Por Jug Suraiya
Un amigo residente en Katmandú que dirigía una agencia de viajes había organizado un viaje al Tíbet para Bunny y para mí. Era 1994 y hasta hacía poco el Tíbet había sido la Tierra Prohibida para los extranjeros.
Cuando presentamos nuestros pasaportes en la embajada china en Katmandú para obtener visas, mi solicitud fue rechazada de plano. ¿Periodista indio? ¡De ninguna manera! Obtuve un pasaporte nuevo que no mencionaba ocupación. Hagas lo que hagas, por amor de Dios, no le digas a nadie que eres periodista, o te meterás en serios problemas, me advirtieron repetidamente.
En el aeropuerto de Katmandú para nuestro vuelo a Lhasa, un amigo nos regaló un gran pastel de frutas. Les salvará la vida, dijo, dejándonos desconcertados.
El misterio se resolvió cuando llegamos a Lhasa. La comida local de carne de yak cruda picada y cebada molida provocó que nuestros estómagos se amotinaran. A 12.000 pies, nuestro cuerpo necesitaba alimentos ricos en calorías, y el pastel nos lo proporcionó.
En un bar de karaoke a la sombra del Palacio Potala de Lhasa, de 1.300 años de antigüedad, los jóvenes chinos han bailaban música pop. Tras la toma del Tíbet por parte de China en 1959, que obligó al Dalai Lama a buscar refugio en la India, Beijing diseñó una migración masiva de chinos al Tíbet y una erradicación sistémica de la cultura tibetana.
Los antiguos monasterios, iluminados por el brillo de las lámparas de mantequilla y la luminiscencia de siglos de devoción, se convirtieron en almacenes y graneros para el ganado. Tenzin, nuestro joven conductor tibetano, sólo hablaba chino.
Bajo la inmensidad del cielo, a través de un paisaje vacío en el que resonaba la ausencia, nos dirigimos al monasterio de Shigatse, reabierto para recibir ingresos turísticos.
Al final de nuestra visita, un monje pidió un billete de moneda india. Ofrecí cien rupias. Él se negó y pidió un billete de una rupia.
Nuestro guía lo explicó. Un billete de pequeña denominación circulará más y es posible que Su Santidad el Dalai Lama haya tocado el billete.
El monje sostuvo el billete de una rupia con el éxtasis de quien posee toda la riqueza del mundo. Para él era el dinero que el dinero no podía comprar. Era la moneda de valor incalculable llamada fe.
Jug Suraiya, ex editor asociado del Times of India, escribe dos columnas periódicas para la edición impresa, Jugular Vein, que aparece todos los viernes, y Second Opinion.
Traducción al español por Aloma Sellanes tibetpatrialibre.org