Times of India (30 de octubre de 2020)
LHASA: Dzekyid, un agricultor de cebada de 54 años se presenta a sí mismo como un modelo a seguir para sus vecinos y para el éxito de los esfuerzos de China para vincular el desarrollo económico al control social en el Tíbet. La casa bien construida de Dzekyid en la aldea de Jangdam tiene un salón lleno de escrituras budistas y pinturas de Thangka, y una hilera de ruedas de oración para que su padre religioso de 76 años, Tenzin, haga girar dos veces al día. Como miembro del gobernante Partido Comunista de China, Dzekyid es ateo.
“Esta casa es posible gracias a las buenas políticas gubernamentales. Mi corazón está totalmente con el Partido, ni siquiera un poco con la religión”, dijo Dzekyid, cuya familia fue exhibida a un grupo de periodistas en una gira por el Tíbet, organizada por el gobierno, un área donde normalmente se prohíbe el acceso a periodistas extranjeros.
Los funcionarios del gobierno tanto en Beijing como en el Tíbet investigaron a los reporteros de los medios que fueron invitados a unirse al viaje. En la gira supervisada de cerca, hubo pocas oportunidades de interactuar con los tibetanos comunes sin la presencia de funcionarios del gobierno.
China está presionando para transformar la mentalidad y los valores de los tibetanos para incorporarlos a la corriente moderna principal del país, lo que incluye instar a los devotos budistas de la región a centrarse menos en la religión y más en la prosperidad material.
“El Tíbet tiene algunos malos hábitos, principalmente debido a la influencia negativa de la religión que enfatiza el más allá y debilita el impulso de buscar la felicidad en la vida actual”, dijo Che Dhala, presidente de la Región Autónoma del Tíbet.
En el viaje al Tíbet, los funcionarios mostraron programas de alivio de la pobreza que incluyen la reubicación de familias a mejores hogares, educación, capacitación vocacional y esfuerzos de desarrollo comercial, como una granja de hongos con clima controlado. Los esfuerzos son parte del impulso de China para erradicar la pobreza rural en todo el país para fines de este año.
Los funcionarios también describieron los esfuerzos para “manejar las mentes” de los tibetanos, que durante siglos vivieron en una sociedad profundamente religiosa con una creencia en la reencarnación y una devoción a su líder espiritual.
El jefe de la aldea de Caiqutang, Dekyi Paldron, describió cómo los hogares pobres que reciben nuevas viviendas gratuitas del gobierno “no deberían” establecer una sala familiar para adorar a Buda, una característica común en las casas tradicionales tibetanas, porque “no deberían tener dos caras, después de beneficiarse del Partido Comunista ateo”.
“Si la sala de Buda ocupa un espacio, es posible que el niño y la niña tengan que apretarse en un mismo dormitorio; esto no es ideal para el desarrollo saludable de ninguno de los niños”, dijo otro funcionario a los periodistas visitantes.
China se apoderó del Tíbet después de que las tropas ingresaran a la región en 1950, en lo que Beijing llama una “liberación pacífica”.
En 1959, el líder espiritual, el Dalai Lama huyó de China después de un levantamiento fallido, y la región empobrecida durante mucho tiempo ha sido una de las partes más sensibles y restringidas políticamente de China.
ORE MENOS, TRABAJE MÁS
Eso se les dice a los beneficiarios del programa de alivio de la pobreza, y además que reduzcan sus gastos en religión, invirtiendo, en cambio, en aumentar su poder adquisitivo y en sus hijos. En una escuela de formación profesional en Nyingchi, un letrero indica que la escuela utiliza la educación ideológica y política para luchar contra el “separatismo”, denunciar al Dalai Lama y evitar que la religión vuelva “pasiva” a la gente.
“Hace diez años, los aldeanos competían entre ellos para ver quién dona más a los templos. Ahora compiten para ver qué hijo o hija tiene un trabajo gubernamental estable o quién tiene un automóvil”, dijo Karma Tenpa, viceministra de propaganda de la Región Autónoma del Tíbet, dijo a Reuters.
Las fotografías del Dalai Lama, que alguna vez se exhibieron comúnmente en las casas de los tibetanos, están prohibidas, pero los carteles enmarcados del presidente Xi Jinping eran visibles dentro de todas las casas que se mostraron a los periodistas. Los lemas de propaganda que instan a la lealtad a China y al Partido Comunista son llamativos a lo largo de las carreteras y carteles publicitarios en el Tíbet. Los críticos dicen que los esfuerzos de China que vinculan la erradicación de la pobreza con la adopción de una vida secular y (la adhesión) al Partido Comunista infringen los derechos humanos.
“Los esfuerzos del gobierno chino para obligar a los tibetanos a cambiar su forma de vida por la que el gobierno aprueba es una violación de sus derechos humanos fundamentales, incluidas sus libertades de pensamiento y religión”, dijo Maya Wang de Human Rights Watch a Reuters.
Un informe reciente de Reuters basado en documentos oficiales describió cómo un número creciente de tibetanos rurales estaban siendo empujados a centros de capacitación recientemente construidos, donde son entrenados para ser trabajadores de fábricas en un programa que algunos críticos han calificado de coercitivo, una caracterización que China rechaza.
“Al principio tenemos que ir explicando a los nómadas y pastores por qué deberían optar por una capacitación técnica para ganar salarios más altos. Ahora que ven el beneficio de hacerlo, acuden a nosotros automáticamente”, dijo Lin Bei, funcionario del programa de alivio de la pobreza.
FAMA O VERGÜENZA
Las familias que practican una buena higiene o tienen otros atributos deseables reciben créditos por productos como detergente en polvo o toallas, dijo Lin. Los mejores figuran como “Familias Cinco Estrellas” en la cartelera de anuncios del pueblo.
Aquellos que se considera que muestran un comportamiento indeseable son nombrados y avergonzados.
“Si alguien ha sido perezoso, ha bebido alcohol, ha estado en la casa de té o ha jugado juegos en lugar de cuidar de su familia, lo nombraremos en la reunión de la aldea”, dijo Lin, que es miembro de la mayoría étnica Han de China.
Dzekyid, que como muchos tibetanos usa un solo nombre, anima a sus vecinos a apoyar al partido y sus programas. Su casa fue construida con una subvención del gobierno de casi $ 20.000.
“Rezar a los dioses y a Buda no me puede conseguir esto”, dijo a Reuters.
Traducción al español por Aloma Sellanes tibetpatrialibre.org