Hong Kong Free Press | 5 de marzo de 2017
El delfín de Irrawaddy, el cuervo hawaiano y la lengua taiwanesa de Pazeh tienen todos algo en común: están extintos ahora.
Apenas una semana después del Día Mundial de la Lengua Materna de la UNESCO, el foco de atención ha recaído en los lenguajes problemáticos que, al igual que sus contrapartes en el mundo animal, están colapsando. Los expertos de la UNESCO estiman que aproximadamente un idioma desaparece para siempre, cada diez días. Nuestro hermoso, diverso y colorido mundo enfrenta una “extinción” sin precedentes.
Al igual que con la destrucción trágica de ecosistemas valiosos, los idiomas locales y los muchos dialectos que orbitan a su alrededor, a menudo sólo existen en entornos de nicho: pequeñas cadenas de islas, zonas interiores muy boscosas, comunidades de montañas aisladas.
El Tíbet es conocido como el “Techo del Mundo” y se estima que hasta dos docenas de idiomas distintos habitan en su miríada de cimas de montañas y cuencas de valles. Un nuevo mapa (compartido recientemente por el académico de la lengua tibetana Joseph Roche, a tiempo para el evento de la UNESCO) enumera las asombrosas 48 lenguas y dialectos tibetanos dentro de una “porción” comparativamente delgada del este del Tíbet.
Al igual que los idiomas en todo el mundo, las lenguas tibetanas se enfrentan a los desafíos de una mayor urbanización, la difusión e influencia de los medios de comunicación mono culturales masivos y menos hablantes nativos para transmitir las habilidades. Por muy poderosos que puedan parecer estos desafíos, el idioma tibetano enfrenta a un enemigo aún más letal: la política del gobierno chino.
Bajo la brutal ocupación militar del Tíbet por casi 70 años, el chino mandarín se ha convertido en el idioma oficial en educación, negocios y gobierno, asegurando que los tibetanos locales que no dominan el mandarín se enfrenten a todo tipo de discriminación.
En los últimos meses, la ONU se ha visto presionada para reconocer la necesidad de que los pueblos indígenas comprendan los muchos aspectos vinculados al lenguaje de toda la vida oficial. Sin conocimiento de códigos legales claves, por ejemplo, aquellos que no siguen la lengua dominante se enfrentan a todo tipo de desigualdades.
El detenido Tashi Wangchuk, defensor de la lengua tibetana, sabe todo sobre los costos de defender su lengua materna, incluso cuando saltó a través de innumerables procedimientos legales para hacerlo. Tashi ahora enfrenta un juicio y podría ser encarcelado por hasta 15 años después de aparecer en un artículo del New York Times que destacó su intento de garantizar que los niños tibetanos tengan acceso a la educación en lenguas indígenas.
Detenido por las autoridades hace poco más de un año, sus esfuerzos comenzaron después de que los funcionarios locales cerraran las clases tibetanas, dejando a su familia cercana sin acceso al aprendizaje del idioma: “Mis sobrinas quieren dominar el tibetano pero no saben adónde ir… Nuestras palabras se perderán para ellas.”
Tashi Wangchuk se une a una larga lista de tibetanos hostigados, detenidos, encarcelados y torturados por su defensa del idioma. El monje tibetano y activista de los derechos humanos Golog Jigme Gyatso ahora está exiliado, habiendo sido encarcelado tres veces y torturado, en parte por luchar por la preservación del idioma tibetano.
En diciembre de 2013, el monje tibetano Khenpo Kartse fue condenado a dos años y medio de prisión tras un juicio cerrado. Era bien conocido por su promoción del idioma tibetano. En marzo de 2012, Tsering Kyi, de 20 años, se quemó viva en señal de protesta, después de que su escuela pasara de enseñar en tibetano a enseñar en chino mandarín.
Frágil, delicado y ofreciendo una perspectiva cultural única, cada idioma es posiblemente tan valioso como nuestro patrimonio arquitectónico e incluso el mundo natural en sí mismo. “El lenguaje es la cultura,” explicó un anciano manifestante tibetano durante una vigilia frente a la embajada china en el centro de Londres, “si matas el idioma, luego sigue la cultura.”