The Japan Times | 24 de agosto de 2017
Beijing – China ha designado a funcionarios del Partido Comunista y del gobierno para administrar uno de los centros de aprendizaje de budismo tibetano más grandes del mundo, elevando la preocupación por el refuerzo del control ideológico sobre la religión, que los críticos dicen está drenando la vitalidad de tales instituciones.
Las designaciones en Larung Gar, en el suroeste de China, son las últimas señales de que Beijing no confía en los miembros del clero budista tibetano que encarnan la cultura y las creencias tradicionales de la región.
Los designados en los más altos cargos por el personal del departamento del Partido Comunista en la Prefectura Autónoma Tibetana de Garze, incluyen el ex subjefe de la policía de la prefectura, informó el vocero del Partido, el People´s Daily, esta semana. Aparentemente todos tibetanos étnicos, dos de ellos servirán como jefe y subjefe del comité del Partido de Larung Gar.
“Las designaciones ayudarán a operar la escuela de acuerdo con las leyes y no afectarán sus enseñanzas, ya que los funcionarios serán administradores,” dijo Penpa Lhamo, subjefe del instituto de estudios contemporáneos de la Academia de Ciencias Sociales del Tíbet, al Global Times, el jueves.
A pesar de eso, la presencia de los funcionarios del Partido en templos, monasterios y conventos trae nuevas exigencias, especialmente la de que monjes y monjas asistan a clases de “educación patriótica” que buscan instilar patriotismo, pero toman un tiempo precioso del estudio religioso.
Fundado en 1980 por el prominente monje Jigme Puntsok, Larung Gar ha atraído una creciente atención oficial en los últimos años, con las autoridades llevando a cabo actualmente un intento de recortar el número de residentes que viven allí, a través de demoliciones de casas y desalojos. Las autoridades dicen que ellos meramente están abriendo rutas para los bomberos.
Grupos tibetanos del extranjero dicen que tales campañas muestran cómo las autoridades quieren contener la difusión del budismo tibetano, el que se ha vuelto popular entre los chinos más allá de las áreas tibetanas como Garze, que se sitúa al oeste de las montañas de la provincia de Sichuan.
Varios relatores especiales de las Naciones Unidas escribieron al gobierno chino en noviembre pasado, para expresar preocupación sobre la “grave represión” contra las prácticas culturales y religiosas budistas tibetanas en la región.-