Por el Dalai Lama | The Indian Express | 1º de julio de 2017
La educación puede contribuir al desarme interior. Debe inculcar los valores humanos que promueven la compasión, la calidez y el aprecio de la necesidad del diálogo.
El tiempo siempre se mueve hacia delante y ninguna fuerza puede detenerlo. En cada momento, tenemos la opción de usarlo constructiva o negativamente. La elección que hagamos determinará si nuestro mundo se vuelve pacifico o continúa sumido en conflictos y tensiones.
Todos los seres humanos son básicamente iguales, de oriente, de occidente, del sur o del norte, ricos o pobres, educados o sin educación, de esta religión o de otra, creyentes o no. Emocional, mental y físicamente (excepto por diferencias secundarias menores de apariencia) somos iguales. Todos tenemos el mismo potencial de tener experiencias tanto positivas como negativas. El sentido común nos muestra que las acciones negativas siempre nos traen dolor y tristeza, mientras que la acción constructiva nos trae placer y alegría. Por lo tanto, es importante reconocer que cada uno de nosotros tiene el potencial de transformarse en una persona mejor, más feliz, lo que lleva a una sociedad mejor y más feliz.
El modo en que tal transformación puede tener lugar es a través de la adopción de una actitud mental positiva. Necesitamos una nueva forma de pensar que incluya disposiciones para desarrollar nuestro mundo interior. Durante siglos, la humanidad ha invertido mucho en desarrollar a la sociedad en términos materiales, sobre la base de la ciencia y la tecnología. Esto ha resultado en mejoras destacadas de los niveles de vida de la gente en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de estos logros científicos y tecnológicos, quedan muchos problemas mientras la gente continúe manteniendo una actitud mental obsoleta.
En el campo de las relaciones internacionales, por ejemplo, incluso los países que aman la libertad y la democracia, todavía confían mucho en la fuerza y la violencia. El uso de la fuerza puede parecer atractivo y decisivo, pero es contraproducente a largo plazo. La violencia es impredecible. Tu intención inicial puede ser un uso limitado de la fuerza, pero una vez que te has comprometido con la violencia, las consecuencias son impredecibles. La violencia siempre crea complicaciones inesperadas y una violenta respuesta.
La violencia tampoco es realista en el mundo actual, ya que todo ser está entrelazado. Bajo esas circunstancias, destruir a tu prójimo es en realidad destruirte a ti mismo. En orden de resolver un problema, tienes que apreciar cuál es el interés de tus oponentes. Tienes que cuidar sus intereses tanto como puedas, y con esa luz, intentar encontrar una solución. Lo que necesitamos es una clase de desarme interior. Si cultivamos eso y una conciencia de los efectos de la violencia, entonces, la misma noción de la actividad militar se volverá obsoleta. Podemos entonces pensar seriamente sobre cómo desarmarnos físicamente. Afortunadamente, en el tema de las armas nucleares, ya hay programas para desmantelar las ojivas nucleares. Podríamos ir más allá y buscar la total destrucción de las armas nucleares. Entonces, el objetivo a largo plazo sería un mundo desmilitarizado.
También existe la creencia errónea de que el crecimiento económico por sí solo, podría dar lugar a una sociedad más feliz. Pero las actuales inequidades en el desarrollo económico, resultan en un una brecha enorme entre los ricos y los pobres en todo el globo, así como dentro de las naciones, lo que es una fuente de tensiones y problemas prácticos. Desafortunadamente, no muchos de nosotros somos capaces de ver la realidad de nuestra situación, y como resultado una gran diferencia separa nuestras percepciones de la realidad. Sobre la base de nuestras concepciones erradas, adoptamos actitudes que agravan los problemas de la sociedad.
El futuro de la humanidad depende de la adopción de una actitud mental positiva por parte de la actual generación. Por esta razón la educación es tan importante. El conocimiento es como un instrumento, y si ese instrumento se usa de un modo constructivo o destructivo, depende de la motivación. La educación moderna es muy sólida, pero parece basada en la aceptación universal de la importancia de desarrollar el cerebro. No se le da una atención suficiente al desarrollo de la persona como un todo, y a estimular un sentido claro de los valores y de un corazón cálido.
Mi esperanza es que nuestros sistemas educativos presten más atención a desarrollar la calidez y el amor humanos. Es importante dirigirse a cuestiones morales relacionadas a toda la vida de un individuo, incluyendo su rol en la sociedad y la familia. En todo el camino, desde el jardín de infantes hasta la universidad. A través de esto, hay un potencial para volvernos personas más felices, y vivir en una sociedad feliz.
Los padres tienen una responsabilidad especial en introducir a sus hijos a los beneficios de las buenas cualidades humanas básicas, tales como el amor, la bondad y el buen corazón. Sería también muy útil introducir a los niños a la idea de que cada vez que se enfrenten a un conflicto, la mejor y más práctica manera de resolverlo es a través del diálogo, de la no violencia. Si introducimos la idea del diálogo en los niños a temprana edad, a través de sus escuelas, podemos preparar a los estudiantes para discutir diferentes opiniones. De este modo, el concepto de diálogo se irá instalando gradualmente en ellos. Esto es importante porque siempre habrá conflictos y desacuerdos en la sociedad humana, y el diálogo es el método apropiado, efectivo y realista para resolverlos realmente.
A través de tal educación, podemos fomentar la idea de que los seres humanos somos criaturas sociales, que nuestros intereses individuales descansan en la sociedad y que va en nuestro propio interés que seamos prójimos de buen corazón entre todos. Esto se relaciona directamente con lo que pienso sobre los valores humanos básicos, que es, un sentido de cuidado, un sentido de responsabilidad, un sentido de perdón, basados en nuestro compromiso con la unicidad de la humanidad. Podríamos llamar estos valores humanos básicos como “ética secular” ya que no dependen de la fe religiosa. Y al decir “secular” me refiero a que ya sea que abracemos una religión o no, lo que es una cuestión personal, estos valores son verdaderos. El mismo propósito de la vida es encontrar la felicidad, por lo tanto no tiene sentido negar esos valores que están directamente relacionados con hacernos felices.
Hay una buena razón para desarrollar estos valores humanos básicos, porque creo que la naturaleza humana es básicamente amable. Creo que solo somos agresivos ocasionalmente y que generalmente nuestras vidas están mucho más involucradas con el amor y el afecto. Incluso las células de nuestro cuerpo trabajan mejor si tenemos paz mental. Una mente agitada usualmente provoca algún desequilibrio físico. Si la paz mental es importante para la buena salud, eso significa que el cuerpo mismo está estructurado en un modo que concuerda con la paz mental. Por lo tanto podemos concluir que la naturaleza humana está más inclinada a la ternura y al afecto.
A nivel mental, también, encontramos que cuanto más compasivos somos, más es nuestra paz mental. En mi breve tiempo de vida, he encontrado que cuanto más medito en la compasión y pienso en el número infinito de seres que están sufriendo, más desarrollo un inmenso sentimiento de fuerza interior. Mientras nuestra fuerza interior y autoconfianza crecen, se reducen el miedo y la duda, y esto automáticamente nos hace más abiertos. Entonces nos podemos comunicar más fácilmente, porque estamos más abiertos, y los otros responden acorde a ello. Por el contrario, cuando estamos llenos de temor, odio o duda, la puerta de nuestro corazón está cerrada y nos relacionamos con los otros con recelo. Lo triste de esto es que puedes desarrollar la impresión de que los otros también albergan sospechas sobre ti, y la distancia entre ellos y tú, aumenta. Esto termina en la soledad y la frustración.
Las generaciones más jóvenes tienen una gran responsabilidad de asegurar que el mundo se vuelva un lugar más pacífico para todos. Esto puede pasar mientras nuestros sistemas modernos de educación impliquen la educación del corazón junto con la del cerebro.-