The Citizen | Por Chahat Rana ||30 de mayo de 2017
Nueva Delhi: La temperatura parece caer tan pronto como se entra en las azarosas calles del “Pequeño Tíbet”, la colonia de refugiados tibetanos en el norte de Delhi, Majnu-Ka-Tilla. “Es porque la luz del sol no penetra a través de estos edificios congestionados. La tierra se libra del sol”, dice Ngawang, un hombre tibetano sentado en el mostrador de una tienda de curiosidades llamada Akama. La tienda vende una amplia selección de mercancías tibetanas: mantones de brocado, bolsos y las camisetas de “Tíbet Libre” por excelencia.
En medio de una crisis mundial de refugiados, la diáspora tibetana en la India presenta un cuadro muy diferente de la cruda realidad de los refugiados de Siria hoy. La comunidad de Majnu-ka-Tilla ejemplifica un acertado equilibrio de conservación cultural y asimilación en su nación de acogida. Ngawang sugiere que esto ha sido posible mediante la cooperación de la India en la preservación de la soberanía de la diáspora tibetana, a pesar de su condición de refugiados dentro del país. “Ellos (el gobierno de la India) han incluso separado Kendriya Vidyalayas para los tibetanos (escuelas para los tibetanos)” dice Ngwang seriamente. Actualmente hay 71 de tales escuelas enseñando a unos 10.000 niños tibetanos en la India.
El intento de preservar la identidad tibetana no se limita a provisiones instituidas por el Estado indio; se extiende a los sacrificios personales de la propia comunidad. Uno de esos sacrificios es el rechazo de la ciudadanía india. Según la ley de ciudadanía de 1955, alguien nacido en la India puede solicitar la ciudadanía India. Ngawang sugiere que reclamarla sería una traición a su identidad tibetana. “No queremos la ciudadanía. Si lo tomamos, nuestra futura generación olvidará de dónde vino. Debemos estar aquí como huéspedes, no como residentes,” afirma fervientemente.
De hecho, Majnu-Ka-Tilla muestra los esfuerzos realizados para preservar una cultura que podría haberse perdido fácilmente debido al desplazamiento físico de un pueblo de su patria. Aparte del milagro climático que hace que la colonia entera sea cinco grados más fría que el resto de Delhi y las calles estrechas que hacen parecer que se está atravesando una mayor altitud, toda la economía del lugar está arraigada en una capitalización de la cultura tibetana. Aparte de los lugareños, las calles están llenas de turistas con cámaras digitales y estudiantes de la Universidad de Delhi en busca de una comida económica, en alguno de los varios cafés de la colonia que ofrecen auténtica cocina tibetana.-