Por Richard Gere | Lion´s Roar | 1º de junio de 2017
En el número de julio del año en curso, 12 destacados maestros, escritores y activistas reflexionan sobre porqué necesitamos al Dalai Lama y su mensaje más que nunca. Richard Gere reflexiona sobre cómo el inspirador líder ha impactado sobre él.
Recuerdo una íntima conversación con Su Santidad muchos años atrás. En un momento, él tocó la punta de su lengua y serenamente dijo, “esta lengua nunca ha mentido.”
Qué sencilla y sorprendente declaración. Me atravesó. Sería casi impensable creer tan clara y digna declaración por parte de alguien en estos días. El engaño, el egoísmo, la codicia, la violencia, la corrupción y las verdades a medias son todos tristemente considerados aceptables, e incluso esperados. Incluso el Presidente de los Estados Unidos está desnudo en su estupidez. El idioma se ha vuelto hueco. Las palabras mismas han perdido su sacralidad. La gracia, la bondad y la sencilla dignidad son ridiculizadas como políticamente correctas.
Pero hay unos pocos gigantes como el Dalai Lama que permanecen entre nosotros, gigantes que con su conmovedora humildad hablan y actúan con sensibilidad y preocupación por todos los seres, sin prejuicios.
Las fuerzas oscuras que nos dividen, que han sumergido a nuestro mundo en un egoísmo y una indiferencia tribales, o lo que es peor en la crueldad y el odio absolutos, se manifiestan de maneras aterradoras en el mundo de hoy. El Dalai Lama y su influencia son necesarias más que nunca ahora.
Su Santidad nos despierta de nuestro espantoso sueño. Él es el sol radiante del abrazo universal. Él es inclusión, servicio y autosacrificio. Él es amor genuino. Él es interrelación. Él nos recuerda quienes somos realmente. Él nos hace más grandes. Él hace que nos cuidemos. Él nos deleita con su sabiduría, su alegría, su risa y su optimismo. Él nos lleva. Qué imposible es ser orgulloso y pretencioso alrededor de alguien tan sencillo y amable.
Queremos ser mejores. Queremos ser buenos. Queremos encontrar soluciones que funcionen para todos, que brinden felicidad y las causas de futura felicidad para nosotros y todos los seres sin la mínima mancha de discriminación. Viendo el rostro del Dalai Lama, escuchando sus palabras, recibiendo sus bendiciones, queremos amar más profundamente, perdonar completamente y servir a los otros sin egoísmo. Y podemos.
En la presencia amorosa de Su Santidad, sabemos que todo lo bueno es alcanzable. Sabemos que la oscuridad de este momento no es permanente. Es completamente transformable, si hacemos el trabajo, si lo queremos lo suficiente. Tenemos esa extraordinaria oportunidad ahora, justo ahora.
Seres tales como Su Santidad el Dalai Lama raramente vienen a nuestro mundo. Pero ellos ciertamente vienen cuando más los necesitamos. Qué tonto sería por parte nuestra no abrazar este maravilloso regalo y no hacer el trabajo de liberarnos a nosotros mismos y a todos nuestros hermanos y hermanas de esta locura. Depende de nosotros.
Una vez un poco en broma le pregunté a Su Santidad si yo podría parar con todos mis compromisos porque estaba cansado. Él sonrió y me dijo, “puedes parar cuando yo pare.” Yo reí. Porque por supuesto eso significó que nunca.-
Foto: Su Santidad el Dalai Lama saluda a Richard Gere durante la Conferencia de Grupos de Apoyo al Tíbet, Bruselas, setiembre 2016