La extraña historia de una enemistad del siglo XVII y su relevancia en la geopolítica tibetana de hoy
The Diplomat | Por M. A. Aldrich | Mayo 9, 2017 (Editado)
La mayoría de la gente no se sorprendió de que el gobierno chino condenara duramente la visita del Dalai Lama a Ulan-Bator en noviembre de 2016, como un intento “separatista” para socavar el respeto de Mongolia hacia la soberanía china. Sin embargo, fue curioso leer luego denuncias similares en un sitio web patrocinado por monjes y laicos que pertenecen a la misma orden monástica que Su Santidad. Las críticas podrían impactar en aquellos ajenos que asumen que los budistas tibetanos están unidos detrás del Dalai Lama.
En un artículo publicado el 21 de diciembre de 2016, el sitio web www.dorjeshugden.com., condenó al Dalai Lama de insensatez en un momento en que Mongolia estaba en negociaciones por asistencia económica de China. Después de referirse a los previos préstamos del Estado chino a Mongolia, el artículo observó que la visita había “enfriado las esperanzas del gran hermano China de ir en ayuda de Mongolia otra vez [énfasis agregado].” La visita había “sumido a los mongoles en una profunda desesperación” porque entorpecía las posibilidades de un rescate por parte de Beijing. También se afirmaba que el Dalai Lama mostró una indiferencia egoísta por el estado límite de Mongolia.
A principios de febrero, el sitio web compuso otro artículo usando la misma retórica, culpó por los males económicos de Mongolia a la Administración Central Tibetana por sus “engañosas manipulaciones políticas.” Es una extraña forma de encontrar un culpable de los males fiscales de un país sin salida al mar de Asia Central. Por si fuera poco, el artículo también daba una bofetada gratuita a India por su “escasa” oferta de asistencia a Mongolia y sus problemas económicos.
El lenguaje es notablemente familiar para los lectores de los periódicos pertenecientes al Estado chino, como el China Daily. La elección de las palabras claramente no estaba dirigida a ganar los aplausos de los mongoles que están indignados con las actitudes de superioridad impregnadas del chovinismo han. Sin duda, las descripciones sí atrajeron al Partido Comunista de China, que piensa de sí mismo en términos rectos y benevolentes y en ser el “hermano mayor” echando una mano a sus menos sofisticados vecinos.
El sitio web en cuestión está operado por devotos del Dorje Shugden, un espíritu budista tibetano que se ha convertido en el foco de tensión del cisma en la orden Gelukpa o “de los gorros amarillos.” Las raíces históricas del cisma radican en una rivalidad entre el Quinto Dalai Lama (1617-1682) y otro alto Lama de aquella época Drakpa Gyeltsen (1619-1656). La controversia estalló a mediados de la década de 1970 mientras la comunidad de tibetanos exiliados luchaba para reconstruirse fuera del Tíbet. El desacuerdo liberó profundas emociones que culminaron en el asesinato en 1997, de un alto Lama Gelukpa y dos de sus discípulos en Dharamsala. El cisma retumba en la actualidad, produciendo la imagen inédita de monjes budistas occidentales protestando contra el Dalai Lama con pancartas que se burlan de él y denuncian su supuesta perfidia. Sin embargo, la polémica parece haberse ampliado de lo teológico a la esfera geopolítica. Sin duda, está ocurriendo más de lo que se ve.
Aunque no hay ninguna prueba concreta disponible, el tono de algunos devotos del Shugden evidencia la posible influencia de las autoridades chinas, quienes, al modo de otras hegemonías, es probable que estén atizando las llamas de un conflicto religioso para sus propios objetivos geopolíticos. Esta es una política cortoplacista que plantea el riesgo de consecuencias impensadas para los intereses de China a largo plazo.
La Cuestión del Apoyo Chino
Es difícil encontrar una perspectiva neutral sobre la controversia Shugden porque la mayoría de los informes han sido escritos por partidarios del cisma. En este sentido, este artículo solo sirve para arañar la superficie de un problema complejo. Además, existen distintos matices de interpretación por parte de los participantes de la controversia. Es incorrecto sugerir que los devotos Shugden son un monolito.
Dicho esto, se requiere menos delicadeza para discernir la ventaja geopolítica para China de apoyar a los devotos Shugden. En un documento titulado “Algunas opiniones sobre tratar correctamente con el problema Gyalchen Shugden” de febrero de 2015, el Comité del Partido de la Región Autónoma del Tíbet describió el problema Shugden como “un frente importante en la lucha del Partido Comunista de China contra la camarilla del Dalai,” una clara indicación que el PCC ve a los devotos Shugden como aliados en su lucha contra el Dalai Lama (siempre y cuando, por supuesto, los devotos remolquen la línea del Partido en todos los asuntos).
Desde luego, los periodistas han sospechado que el gobierno chino financia a los grupos extranjeros del Shugden. El periodista italiano, Raimondo Bultrini investigó la posibilidad de que el financiamiento venga del Frente Unido, un brazo de inteligencia y propaganda del PCC, que comenzó en 1998. Su libro, The Dalai Lama and the King Demon (El Dalai Lama y el Rey Demonio), expuso sus conclusiones, pero su título apunta también a su propio sesgo. En 2015, tres prominentes periodistas de Reuters publicaron un informe afirmando el apoyo chino a los devotos (Shugden) pero admitieron que ellos no habían descubierto ninguna evidencia directa del apoyo financiero de China. Alrededor de ese tiempo, un ex devoto Shugden, Lama Tseta, dio una entrevista para la Voz de América en la que afirmó que había sido testigo de apoyo financiero de funcionarios chinos a grupos Shugden del extranjero, en el esfuerzo por desacreditar a Su Santidad. Sin embargo, ningún documento fue ofrecido de prueba.
Aunque no hay evidencia de colusión financiera, se requiere ser muy ingenuo para creer que el PCC no ha jugado papel alguno en el cisma.
Al apoyar a los devotos Shugden, las autoridades chinas pueden sentir que encontraron una manera rentable de meter un dedo en el ojo en el prestigio de Su Santidad en el extranjero, pero el historial actual presenta un cuadro menos exitoso. Las protestas anti Dalai Lama pueden ser gratificantes para los funcionarios de Beijing, pero a ellas concurren escasos manifestantes dispersos que manejan torpes consignas.-