CNN | 17 de febrero de 2017
Durante los pasados dos meses, he sido un hombre diferente. Es difícil describirlo completamente, excepto para decir que mi humor es más alegre y paciente que lo usual.
En el pasado, mi familia y amigos típicamente me describían como agradable pero apurado. Mi estándar de inquietud y crispación, sin embargo, se ha casi desvanecido.
Sin dificultad, he mantenido mi atención cuando mis pequeños hijos pasan tiempo conmigo. En lugar de una constante vigilancia de mi teléfono, hay una habilidad para híper enfocarme rápidamente en la tarea que tengo a mano y con alegría de vivir en un mundo con menos distracción.
Este cambio parece haber comenzado a fines del año pasado, después de pasar una mañana meditando con el Dalai Lama.
Ante todo: Sí, me siento un poco ridículo escribiendo una línea como esa, y no me sentí merecedor de su invitación en el momento. Aunque medito, nunca he estado seguro de si estaba usando la técnica adecuada o si había un aceptable modo de meditar en presencia de Su Santidad.
Si él estaba buscando un buen compañero de meditación, me preocupaba que fuera improbable que lo hallara en mí. Incluso mi postura es terrible cuando me siento cruzando las piernas en el suelo. Mi espalda comienza a dolerme, y luego mis rodillas. Así, mi respiración, que se supone me debe conducir mi atención, suena áspera y despareja. Todo esto hace a mi mente correr en lugar de enlentecerse y calmarse.
Solo pensar sobre meditar con Su Santidad me había puesto ansioso.
Sin embargo, ¿quién dice “no” a la oportunidad de meditar con el Dalai Lama? Estuve de acuerdo en unirme a él a la mañana siguiente en su residencia privada.
Una práctica que comienza a las 3 am
A los 81 años, el Dalai Lama mantiene una agenda muy activa. Lo encontré en Mundgod, India, en el monasterio de Drepung, donde estaba supervisando un simposio para tender un puente entre el budismo y la ciencia.
El monasterio mismo es una resplandeciente estructura construida 600 años atrás. Dentro, hay enormes Budas de oro ubicados cerca de paredes decoradas. La sala de debates misma es grande pero cálida, con puertas y ventanas abiertas al caliente sol del sur de India.
Durante tres días, Su Santidad moderó las sesiones sobre pesados temas metafísicos como el criterio para un razonamiento válido, los componentes fundamentales del universo, los orígenes de la vida y la experiencia subjetiva de la mente.
Fue fascinante y alucinante, pero también mentalmente agotados. Fue difícil mantenerse despierto, siguiendo el ritmo del rápido debate entre los budistas y los científicos. Sin embargo, Su Santidad estaba mentalmente participativo e inquisitivo totalmente, aún más notable dado que más de la mitad de los comentarios fueron traducidos para él.
El Dalai Lama normalmente se despierta alrededor de las 2.40 a.m. y comienza su rutina de meditación diaria a las 3, incluso cuando la mayoría de su personal está todavía dormitando.
Este fue el telón de fondo cuando uno de los principales miembros de su personal me recogió fuera del monasterio, una mañana temprano. Condujimos en un convoy de tres autos hasta las puertas de su residencia privada.
Desde allí, varias personas más de su personal nos escoltaron a una pequeña sala de conferencias donde su servicio de seguridad estaba despertando lentamente y tomando su té de la mañana. Finalmente, su jefe de personal caminó hacia mí justo fuera de las habitaciones privadas del Dalai Lama.
Meditar es también difícil para él
Hubo unas pocas instrucciones menores antes de que entrara. El contacto visual no es un problema y estrechar las manos es aceptable si usas tus dos manos, no sólo una. Hay que intentar no darle la espalda cuando se deja la habitación, y en cambio caminar hacia atrás, mirándolo dentro de lo posible. Cuando te sientas con las piernas cruzadas sobre el piso, no apuntar los pies hacia el Dalai Lama. Y hay que dirigirse a él llamándole “su santidad.”
Poco después, las puertas se abrieron, y nerviosamente caminé hasta la muy modesta habitación donde el Dalai Lama estaba sentado sobre una plataforma elevada, ya en profunda meditación. Me quité mis zapatos, me senté con las piernas cruzadas en un ligero ángulo para evitar que mis dedos apuntaran en su dirección, cerrando mis ojos y comenzando a centrarme en mi respiración.
Todas las inseguridades de mi meditación inmediatamente comenzaron a notarse. Después de unos pocos minutos, escuché su profunda y distintiva voz de barítono: “¿alguna pregunta?”
Miré hacia arriba y vi su rostro sonriente, comenzando a irrumpir en su característica risa con la cabeza bamboleándose.
“Esto es difícil para mí,” le dije.
“¡Para mí también!” exclamó. “Después de hacerlo diariamente por 60 años, es difícil todavía.”
Fue a la vez sorprendente y reconfortante escucharlo decir eso. El Dalai Lama, monje budista y líder espiritual del Tíbet, también tiene problemas en la meditación.
“Creo que le gustará la meditación analítica,” me dijo. En lugar de concentrarse en un objeto elegido, como único punto de meditación, él me sugirió que pensara en un problema que estaba tratando de resolver, un tema sobre el cual pudiera haber leído recientemente o una de las áreas filosóficas de las previas sesiones.
Él quería que separara el problema o tema de cualquier otra cosa, ubicándolo en una gran y clara burbuja. Con mis ojos cerrados, pensé en algo que me estaba agobiando, algo que no podía resolver. Cuando ubiqué la materialización física de ese problema en la burbuja, varias cosas comenzaron a suceder muy naturalmente.
El problema estaba ahora directamente frente a mí, flotando ingrávido. En mi mente, pude rotarlo, girarlo o ponerlo al revés. Fue un ejercicio para desarrollar la híper concentración.
Menos intuitivamente, cuando la burbuja fue creciendo, fue también soltándose de otros apegos, tales como consideraciones emocionales subjetivas. Pude visualizarlo, cuando el problema se aislaba, venía una visión clara.
Demasiado a menudo, permitimos que factores emocionales no relacionados desdibujen las elegantes y prácticas soluciones que están justo frente a nosotros. Puede ser desalentador y frustrante. A través de la meditación analítica, Su Santidad me dijo que podemos usar la lógica y la razón para identificar claramente la cuestión entre manos, separarla de consideraciones irrelevantes, borrar las dudas e iluminar brillantemente las respuestas. Fue simple y sensato. Lo más importante para mí, funcionó.
Meditación para escépticos
Como neurocientífico nunca esperé que un monje budista, incluso el Dalai Lama, pudiera enseñarme cómo mejorar a incorporar la deducción y el pensamiento crítico a mi vida, pero eso es lo que pasó.
Esto me cambió. Y soy mejor por ello. Practico meditación analítica cada día, usualmente temprano en la mañana. Los primeros dos minutos son todavía los más difíciles, mientras creo mi burbuja de pensamiento y la dejo flotar sobre mí. Después de eso, alcanzo lo que puede ser mejor descripto como un estado de “fluidez” en el que paso fácilmente 30 minutos.
Estoy más convencido que nunca que incluso los más ardientes escépticos podrían encontrar el éxito con la meditación analítica.
Durante las vacaciones, pasé tanto tiempo como pude transmitiendo las enseñanzas del Dalai Lama a mi familia y amigos y enseñando los principios básicos de la meditación analítica. Ese fue el regalo que más quería compartir con ellos. Y ahora con ustedes.-