Mind & Life Institute blog | Por Brooke D.Lavelle | 2 de noviembre de 2016
Recientemente hice una presentación en un taller para educadores interesados en la ciencia del aprendizaje social y emocional y la educación pro social. Después de dirigir una sesión de medio día sobre cultivar la compasión, en la que también puse de relieve los obstáculos comunes –como los estereotipos, el prejuicio y el racismo- que existen para ello, le pregunté al grupo, de algún modo retóricamente, que considerara qué tiene que ver este material con la equidad educativa. La audiencia mayoritariamente blanca de alta clase media quedó en silencio. Algunos se veían confundidos, otros parecían indecisos o reacios a hablar.
Admito que de algún modo me sorprendí. ¿Qué volvía difícil para el grupo ver o hablar sobre la conexión entre la compasión –o su falta- y la equidad?
Le pedí a la audiencia que considerara la pregunta en pequeños grupos. Mientras caminaba por la habitación, escuché a una profesora decir que ella no podía relacionarse con el tema porque su escuela no era diversa y por lo tanto no tenía que ocuparse de “estos temas.” Otra maestra habló sobre el programa SEL* que su escuela desarrolló para ayudar a los estudiantes marginados a aprender a “manejar sus sentimientos.” Sólo un puñado de profesores, de un grupo cercano al centenar, fue capaz de articular la conexión entre el racismo estructural y la equidad educativa.
Muchos educadores interesados en SEL y el creciente movimiento de mindfulness (atención plena) en la educación se han comprometido a ayudar a nuestros estudiantes a crecer. Sin embargo muchos de nuestros alumnos no tienen acceso a algunos de los elementos más fundamentales de una educación de calidad, incluyendo ambientes de aprendizaje seguros y escuelas con los recursos necesarios. Un estudio realizado por el Departamento de educación, por ejemplo, encontró que casi la mitad de las escuelas de gran pobreza reciben menos fondos que otras escuelas de su distrito. Los estudiantes de las minorías también están sujetos a suspensiones y tasas de expulsión desproporcionadas, y los niños de bajo estatus socioeconómico tienen más probabilidades de estar expuestos a la violencia y experiencias traumáticas que afectan negativamente a su salud física y mental.
Las inequidades estructurales están plagando nuestro sistema educativo. Y muchos de nosotros no lo vemos, o por lo menos no sabemos que hacer con eso.
El Campo de la Educación Pro social
Muchos de nuestros estudiantes están estresados. Los niveles de depresión y ansiedad están en ascenso. Epidemias de suicidio están asolando los distritos escolares pudientes. El acoso y otras formas de agresión están creciendo.
Durante las últimas décadas, los educadores se han movilizado para abordar estos temas, ya que hay una creciente evidencia que sugiere que mejorar los aspectos sociales, emocionales, culturales y éticos de la educación mejora el bienestar estudiantil. Los educadores, reconociendo que las relaciones, y no el rendimiento académico, son el mayor indicador de la salud y el bienestar han pedido enfoques que fomenten la conexión y el clima escolar positivo.
Estos llamados han suscitado una gran variedad de iniciativas pro sociales en materia de educación, incluida la educación del carácter, el desarrollo moral, el servicio de aprendizaje, el SEL, la educación cívica, el aprendizaje cooperativo y el desarrollo positivo de la juventud. Los programas basados en mindfulness también se han vuelto cada vez más populares en los entornos educativos. La investigación de una serie de estudios sugiere que estos programas educativos están logrando un impacto positivo.
Aunque una serie de programas pro sociales han enmarcado sus enfoques en términos de aumentar el bienestar, reducir el estrés y mejorar la actuación académica, está implícita en muchos de estos programas una visión de una educación más holística y una crítica de la instrumentalización de la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, sin articular explícitamente su visión o su crítica del actual modelo de educación, los críticos se preocupan de que los programas pro sociales estén siendo instrumentados por el mismo modelo de educación que ellos intentar resistir.
Aún peor, algunos críticos también temen que los programas SEL y de atención plena en educación pueden en realidad reforzar la inequidad. Como anotó un académico, mientras tales programas a menudo se concentran en escuelas con poblaciones tradicionalmente marginadas, el contenido de los mismos se centra en el manejo de la ira y la auto regulación, en lugar de enfoques pedagógicos críticos que podrían llevar a que los estudiantes cuestionaran y desafiaran el racismo sistémico y la inequidad estructural.
¿Qué se Puede Conseguir con la Compasión?
Tenemos una profunda y natural capacidad para el cuidado y la compasión, una capacidad no sólo para tolerar a los otros, sino para aceptarlos profundamente y amarlos incondicionalmente.
Esta capacidad para el cuidado es alimentada en el contexto de cuidar las relaciones y también a través de capacitación explícita. Aunque en general, encontramos fácil cuidar de aquellos que están cerca, tendemos a encontrar más difícil extender el cuidado a aquellos que están fuera del grupo, o lo que es peor, a aquellos que nos han causado un daño.
El arte de ser cada vez más solidario, más compasivo, comprende entrenar una variedad de capacidades, incluyendo la atención mental, el afecto, el amor, la empatía, la percepción y el coraje. La compasión no es un sentimiento o emoción. Como Paul Gilbert explica, es una postura motivadora, una forma de ser y responder al mundo.
La compasión requiere que aprendamos a ser con el sufrimiento y también que desarrollemos la sabiduría y el coraje para responder con eficacia al sufrimiento. Responder con eficacia requiere que comprendamos mejor los contextos y condiciones — tanto psicológicos como sociales — que contribuyen a o exacerban el sufrimiento. También requiere que profundicemos nuestra capacidad de responder a injusticias infligidas a todos los seres, no sólo a nuestro grupo.
El ejercicio sostenido de la compasión tiene el potencial de hacer avanzar nuestro trabajo colectivo hacia una educación integral y equitativa. En 2012, el Instituto Mind &Life lanzó su Iniciativa en Ética, Educación y Desarrollo Humano, en un esfuerzo por unir el creciente movimiento de educadores, científicos y contemplativos comprometidos en avanzar en el campo de la educación pro social. Mind & Life reclutó un equipo interdisciplinario de educadores, contemplativos y psicólogos para evaluar al SEL y la educación contemplativa, y desarrollar un marco educativo que apoye a educadores en el cultivo y mantenimiento de relaciones compasivas. El marco, titulado “Un llamado de Atención” incluyó un completo plan de estudios y pedagogía para estudiantes y maestros que integran el SEL con entrenamiento en capacidades de cuidado y compasión y prácticas contemplativas. El equipo de Mind & Life ofreció estas capacitaciones durante junio de 2016
Compasión y Equidad: Herramientas integradas para la Transformación Personal y Social
Aunque el entrenamiento en la compasión es prometedor, todavía tenemos un largo camino por recorrer. Como mi colega de Stanford, Diane Friedlander dijo una vez, “no somos compasivos si no somos equitativos.” Conocer más a fondo las causas y condiciones del sufrimiento es esencial; también es importante profundizar nuestro conocimiento y capacidad para responder a la percepción de las injusticias sociales. El trabajo personal profundo debe ser complementado con la capacidad para construir una transformación institucional y social.
Uno de los mayores obstáculos con que nos enfrentamos al abordar las cuestiones estructurales y sistemáticas es nuestro profundo condicionamiento cultural individualista. Diversos factores e influencias de la modernidad nos han condicionado a que nos sintamos autónomos e independientes. Gran parte de nuestra educación y nuestras prácticas contemplativas modernas están conformadas por y en respuesta a esta trama: vemos la educación y otros métodos contemplativos como herramientas de auto-ayuda por las que aprendemos a superarnos. Este marco ha limitado nuestra capacidad de ver las formas complejas en que nuestro bienestar es dependiente vinculado a otras personas y a las instituciones y estructuras dentro de las cuales estamos inmersos.
En su investigación sobre la equidad educativa y el racismo, la investigadora de Stanford, Leah Gordon rastreó las formas en las que este marco individualista moderno, lo que ella denomina “individualismo racial,” determinó la dirección de los movimientos del siglo XX que pretendían desafiar la injusticia racial en las escuelas. Su trabajo encontró que las creencias de individualismo racial sugirieron que la justicia racial podría ser conseguida mediante la reducción de prejuicios entre individuos blancos, o “cambiando la mente blanca.” Gordon demostró cómo este movimiento desatendió a las estructuras económicas y políticas que socavaron los intentos de equidad educativa. Este marco individual creó expectativas poco realistas para la igualdad educativa y falló en última instancia.
Es comprensible que muchos programas acerquen el cambio a través de métodos centrados en el desarrollo individual, es difícil de definir, evaluar y responder a sistemas sociales. Sin embargo, la pedagogía crítica compasiva es esencial para ayudarnos a comprender las estructuras inequitativas que inhiben nuestra capacidad colectiva para el bienestar y la transformación.
A medida que nos hacemos más conscientes de las sistemáticas injusticias que asuelan nuestros sistemas educativos, debemos aumentar nuestra capacidad para ayudar a desmantelar el racismo estructural y la opresión. Aunque los sistemas son complejos, no es terriblemente difícil deconstruir sus defectos y errores. Muchos de nosotros podemos hacer eso. Pero para reconstruir sistemas equitativos y más compasivos, se requerirá de un grupo de comunidades que estén facultadas y reforzadas por una profunda postura de compasión, sostenida por una constante reflexión personal. Para muchos de nosotros, esto requiere que aprendamos a reconocer y abordar nuestros propios privilegios.
La buena noticia es que una serie de grupos están profundamente comprometidos en esta labor. El instituto Mind & Life está comprometido a promover los campos crecientes de educación compasiva y pro social mediante el patrocinio de una serie de grupos de estudio con los principales interesados en estos temas, y continuar con el apoyo a la investigación en esta área. A través de la colaboración, la educación, la investigación y un firme compromiso con el bien mayor, el campo tiene una tremenda posibilidad y ofrece mucha esperanza.-
* SEL: Siglas en inglés de Aprendizaje social y emocional
La Dra.Brooke D.Lavelle es cofundadora y presidenta de Courage of Care Coalition, una organización sin fines de lucro dedicada a proveer un entrenamiento en compasión sostenible a educadores, profesionales de la salud y otros trabajadores de servicios sociales. Sirvió como asesora de la Iniciativa en Ética, Educación y Desarrollo Humano del instituto Mind & Life y en el programa Un Llamado de Atención para maestros y estudiantes. Cuenta con un doctorado en estudios religiosos y ciencia cognitiva de la Universidad de Emory.