The Huffington Post | Por Paul Ekman | 17 de mayo de 2016
Como otros hechos importantes de mi vida, encontrarme con el Dalai Lama no fue una elección deliberada, sino un accidente. Yo evité cualquier cosa con él, considerando el interés en el Dalai Lama como otro culto del área de la bahía, como Synanon. Pero cuando mi hija de entonces 15 años, Eve, retornó de hacer senderismo en los Himalayas durante un mes, el profesor que facilitó este viaje, ubicó a cada uno de los chicos de 15 años con una familia refugiada en Kathmandú, Nepal. Esto encendió el interés de Eve en la situación límite de los refugiados tibetanos.
Sabía que el Dalai Lama se reunía con pequeños grupos de científicos en su palacio y si eras invitado podías ser un observador silencioso. Pensando en que esto sería un placer para Eve, envié mi nombre. Nos invitaron y allá fuimos.
Casi desde el primer momento en que nos encontramos, tuve una experiencia de déjà vu, como si hubiera conocido al Dalai Lama de toda mi vida, como si fuera el hermano que nunca tuve. Esto me pareció muy extraño; luego me enteraría que el Dalai Lama tuvo el mismo sentimiento. Él no considera esto extraño para nada, por su creencia en la reencarnación. Podríamos habernos conocido en una encarnación previa.
Desde la primera reunión, nos hemos reunido por un total de cerca de 50 horas, durante el curso de cinco encuentros, para intensas conversaciones frente a frente. Ha habido mucho entretenimiento, desafíos, provocaciones intelectuales, y ha abierto mi mente a que sólo porque no sé explicarlo, no significa que no sea real. Algunas de nuestras discusiones están contenidas en nuestro libro Emotional Awarenes (Conciencia Emocional), otras se encuentran en mi sitio web www.paulekman.com si se cliquea en el menú sobre el Dalai Lama de ese sitio, se accede a nuestras discusiones. También se puede ver el proyecto que hemos terminado Eve y yo a pedido del Dalai Lama, el Atlas de las Emociones. http://www.paulekman.com/atlas-of-emotions/#
Si la salud lo permite (la mía, la suya es excelente) espero verlo otra vez a comienzos del verano.-
Paul Ekman es Profesor Emérito de Psicología de la Universidad de California