The Register Guard | Por Randi Bjornstad | 10 de abril de 2016
Una psicóloga de Eugene, Oregon, ofrece en su nuevo libro lecciones sobre cómo criar a los niños, aprendidas durante años de observación de “culturas pacíficas”
Es una estadística impactante: a la edad de un mes, los niños de Bali pasan 0 % de su tiempo solos; en Corea, el porcentaje es de 8.3; y en los Estados Unidos, los bebés de un mes son dejados solos el enorme porcentaje de 67.5 del tiempo.
Charlotte Peterson, una psicóloga de Eugene, Oregon, y autora del libro recientemente publicado El Padre Consciente, dice que estas estadísticas están respaldadas por estudios de investigación de la ciencia social, así como por décadas de sus propias observaciones comparativas de la crianza de niños en todo el mundo, incluyendo América del Norte y del Sur, Europa, África, Oriente Medio, Pacífico Sur y Asia Central y del Sudeste.
“En Bali, un bebé nunca es dejado solo, al menos durante sus primeros tres meses de vida, y eso incluye el tiempo que pasan durmiendo,” dijo Peterson. “Durante los primeros tres meses, el bebé es considerado todavía ‘de los cielos.’”
Luego, después de una ceremonia especial de cuatro horas, los pies del bebé tocan el piso por primera vez y se convierte en “de la tierra” pero incluso entonces los bebés nunca son aislados de la familia ni dejados solos en una habitación.
A diferencia de los Estados Unidos, donde algunas personas consideran que el dormir juntos -padres compartiendo su cama con bebés y niños- es una mala práctica, en muchas partes del mundo eso es impensable.
“Hubo una madre en Bután que me preguntó, ‘¿cómo es posible que los bebés en Estados Unidos solamente duerman con sus padres un año?’ y tuve que decirle que a menudo ni siquiera por tanto.”
El subtítulo de su libro es, Estrategias de las Culturas Pacíficas para Criar Niños Compasivos y Competentes. El apego temprano – “sentirse ‘enamorado de un niño en vez de solamente amarlo”- es fundamental para el desarrollo saludable del niño.
Su libro será lanzado oficialmente el 18 de abril en la Universidad de Oregon, coincidiendo con la designación de Abril como Mes de la Prevención del Abuso hacia los Niños.
El interés de Peterson en comparar las prácticas de la crianza de los niños en todo el mundo comenzó décadas atrás, incluso antes de que tuviera sus propios hijos, ahora ambos crecidos y padres por primera vez hace poco.
“Siempre estuve interesada en viajar y en otras culturas y cuando tenía poco más de veinte años, pasé 14 meses en América Central y Sudamérica,” dijo Peterson. “Como estudiante de psicología, comencé prestando atención a cómo los infantes son tratados en otras partes del mundo. En muchos lugares, ellos están casi constantemente en contacto con sus madres, incluso siendo llevados o cargados en sus espaldas, y les permiten amamantarlos a voluntad. Estaba asombrada de lo tranquilos y contentos que eran.”
A principios de los 90, junto a su entonces esposo, también psicólogo, visitar “culturas de paz” definidas como comunidades con un compromiso tanto espiritual como político con la no violencia, se convirtió en un objetivo, “y pasamos tiempo con la cultura tibetana en el norte de India, en Bután y en Bali,” dijo Peterson.
“Ellos son algunos de los mejores padres del mundo, y todos son bondadosos con los bebés y creen que cada uno es un don, posiblemente el espíritu de un ancestro que ha vuelto, por eso los niños son altamente considerados.”
Tanto es así que raramente son dejados y el mayor honor que se le puede conferir a un invitado es dejar cargar a un bebé, no sólo para admirarlo y devolverlo, sino para alimentarlo.
“Una vez, se me entregó un bebé de doce días, y lo tuve y cuidé por una hora y media, como si fuera parte de la familia,” dijo.
En las culturas más pacíficas, los hombres los crían tanto como las mujeres, y la resultante amabilidad puede reflejar tanto la causa como el efecto.
“Incluso fuera de las poblaciones humanas, los estudios han mostrado que los machos primates bajan los niveles de testosterona en sus sistemas cuando pasan tiempo alrededor de las hembras que amamantan a sus crías,” dijo Peterson.
Paternidad paciente
Una de las más indelebles lecciones de la crianza de niños para Peterson, ocurrió en Bali, donde mucha gente vive en edificios que incluyen grandes familias extendidas.
“Recuerdo un día que alguien infló un globo y se lo dio a una pequeña niña, y todos estaban jugando con ella; cuando su primo de dos años y medio llegó y acaparó el globo, ella comenzó a llorar.”
“Pero lo que pasó luego fue extraordinario, la madre del niño se arrodilló ante él y amablemente le preguntó si había querido hacer llorar a su prima, y cuando respondió que no, ella le preguntó que pensaba que podía hacer, y entonces él le devolvió el globo a la pequeña. Entonces todos los otros comenzaron a elogiarlo, diciendo que era un niño inteligente y bondadoso. En lugar de humillación o castigo, él aprendió el bien y recibió amor en retorno.”
Los niños que son valorados “sienten dignidad interior”. Las investigaciones muestran que la bondad lleva a una mayor felicidad.
Esto también aparentemente resulta en un aumento del desarrollo de los lóbulos pre frontales del cerebro, “que son las áreas que controlan la cooperación, la compasión, la negociación y la empatía,” afirma Peterson.
“Cuando los niños son criados en un ambiente negativo y de estrés, la parte trasera del cerebro crece más, la parte de donde viene la hormona cortisol y los impulsos de lucha o huida, y que puede impedir a la parte pre frontal desarrollarse normalmente.”
“En EE.UU se ha visto una epidemia de ansiedad en la infancia. Cerca del 20% de los niños estadounidenses son diagnosticados con alguna clase de problema de salud mental, y el 90% de los medicamentos del mundo relacionados a temas de agresión, hostigamiento, homicidios y suicidios son prescriptos en este país. Algo está mal.”
Uno de sus métodos favoritos a través de su carrera de terapeuta ha sido el uso de lo que ella llama “time-in” en lugar de “time-out.”
“El time-out es una forma externa de control de lo que es impuesto a un niño en lugar de lo que viene de dentro del niño,” dijo Peterson. “El time-in está validando los sentimientos del niño y dándole la oportunidad de trabajar a través de su tristeza o ira en modos apropiados.”
Ella aconsejó a los padres tener un “asiento listo” donde los niños pudieran sentarse mientras resolvían sus volátiles emociones, en lugar de ser castigados o ser permitidos a insolentarse.
“Recuerdo una madre que dijo que nunca funcionaría, pero a las pocas semanas, su hijo fue al “asiento listo” voluntariamente, y cuando ella le preguntó por qué, dijo que sentía que estaba a punto de pegarle al perro, y que se sentó allí hasta que estuvo listo para no hacerlo más.”
Parte del problema viene de “nuestra historia en este país de dureza, autoritarismo y métodos inconsistentes de criar a los niños, que es lo opuesto a lo que la investigación del cerebro muestra como efectivo”, dijo ella.
“Lo que sí funciona es la educación que lleva a aumentar la capacidad de ser más calmo y tener más auto control a medida que los niños crecen.”
Otro factor en el aumento de problemas de comportamiento en la infancia podría originarse en las consecuencias inintencionadas “de hacer un excelente trabajo para cambiar las cosas para las mujeres,” lo que ella apoya, dijo Peterson.
“Pero porque la sociedad no abordó las formas de tomar adecuado cuidado de los niños al mismo tiempo, terminamos devaluando la crianza, con un resultado que fue definitivamente destructivo para las familias.”
“Muchos niños pasan en guarderías infantiles el doble de tiempo que con sus padres en un año, como un niño de 6 años pasa en la escuela, y eso no puede ser bueno.”
En su libro, Peterson presenta el contraste entre el tiempo de apoyo dado a las familias en su país y en otros como Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia, Francia, Alemania, Inglaterra, Australia y Japón. Todos excepto Estados Unidos ofrecen variados niveles de licencia paga para uno o ambos padres, que puede ser usada durante un período que va de uno a tres años.
En los Estados Unidos se conceden sólo 12 semanas de licencia, la que puede ser no paga, lo que muchos de los nuevos padres no pueden permitirse.
El Padre Atento, también incluye una larga lista de males que se cree son el resultado de experiencias negativas de los primeros años, desde los que cabría esperar como, ansiedad, depresión, abuso de sustancias, a otros más esotéricos como diabetes, síndrome del colon irritable y fibromialgia.
Sin embargo, Peterson sí ve un punto positivo.
“La buena noticia es que muchos de la generación de niños de guarderías infantiles que pasaron mucho tiempo lejos de sus padres, cada día han crecido sabiendo que ellos se han perdido algo importante,” dijo Peterson.
“Ellos quieren ser padres diferentes, muchos de la generación del milenio están determinados a cumplir con las necesidades de sus bebés y niños haciendo que uno de los padres se quede en casa o mudándose cerca de familiares que estén dispuestos y sean capaces de ayudar a criar a esos niños.”
Cambiando el patrón
El propio crecimiento de Peterson no fue enteramente feliz, una situación que ella estuvo determinada a no repetir con sus propios niños.
“Vengo de una familia con cinco hijos, mi padre estaba siempre fuera trabajando y mi madre no era feliz.”
“Desde una edad temprana, me obligué a mi misma a recordar lo que era sentirse castigada, porque sabía que nunca querría hacérselo a nadie más.”
Cuando su hijo varón nació, su abuela tenía 92 años, “y un día me empujó a un costado y dijo, ‘dale tanto amor como puedas, y él te dará mucho amor cuando seas anciana.”
“Y agregó, ‘no es una coincidencia que no esté en una residencia de ancianos… muchos de mis amigos, lo están.’”
Peterson dijo que sus propios hijos están criando a los suyos atendiendo a lo que ellos observaron cuando niños mientras viajaban por el mundo en familia.
“Recuerdo que en Bali una vez mi hija se volvió a mí y me dijo, ‘¿estos bebés ni siquiera saben cómo llorar?’”
Al mismo tiempo, Peterson sabe que la mayoría de los padres en este país, como en todas partes, quiere lo mejor para sus hijos.
“En mis 35 años como psicóloga, el 90% de los pacientes que he visto tienen recuerdos muy dolorosos sobre cómo fueron tratados de niños por sus padres, y sin embargo, nunca encontré un padre que intencionalmente quisiera dañar a sus hijos.”
“Hay una gran desconexión en nuestra cultura entre las prácticas parentales aceptables y lo que los niños pequeños verdaderamente necesitan en orden de sentirse queridos, para que puedan desarrollar sentimientos de confianza, dignidad y amor.”
“Afortunadamente, es algo que puede ser cambiado,” dijo Peterson.-