El movimiento Dorje Shugden obtiene apoyo clandestino del Partido Comunista. Su campaña conjunta para desacreditar al líder espiritual tibetano está dando frutos, especialmente en Gran Bretaña.
Reuters | Por David Lague, Paul Mooney y Benjamin Kang Lin | 21 de diciembre de 2015
ALDERSHOT, Inglaterra – Miles de budistas de toda Gran Bretaña abarrotaron el estadio de fútbol de Aldershot en el sudeste de Londres, el 29 de junio, esperando silenciosamente ver al Dalai Lama bajo el sol ardiente.
Justo afuera de los molinetes, otro grupo de budistas aguardaba al popular líder espiritual tibetano.
“Falso Dalai Lama, para de mentir, falso Dalai Lama, para de mentir!” cantaban una y otra vez a través de los megáfonos, golpeando los tambores a un rítmico tempo. Cuando él habló, solo fragmentos de sus comentarios podían ser escuchados por encima de la cacofonía.
“China debe estar muy entusiasmada con esto” dijo Gary Beesley, un devoto británico del budismo tibetano, quien había viajado desde Manchester para escuchar al Dalai Lama. “Ellos realmente deben amar esto.”
La manifestación de Aldershot fue parte de un patrón: ruidosos manifestantes que están siguiendo al Dalai Lama trotamundos casi a todos los lugares que va, denunciándolo en términos que hacen eco de los vituperios que el Partido Comunista gobernante de China, lanza sobre el laureado con el Nobel de la Paz.
En la superficie, la conmoción parece contener el arcano cisma de siglos dentro del budismo tibetano. Pero una investigación de Reuters ha encontrado que la secta religiosa detrás de las protestas tiene el respaldo del Partido Comunista. El grupo ha surgido como un instrumento de la larga campaña de Beijing para socavar el apoyo al Dalai Lama, un exilado político que concita la lealtad de millones de ciudadanos chinos y a quien Beijing acusa de planear la secesión del Tíbet.
Los manifestantes son miembros de una secta que adora a Dorje Shugden, una deidad que ellos reverencian como su protector. El Dalai Lama desalienta la práctica, advirtiendo a sus seguidores que el Dorje Shugden es un espíritu malévolo. Los devotos Shugden acusan al líder espiritual de perseguirlos por sus creencias.
Esta disputa estuvo una vez confinada a los templos y monasterios de la remota meseta tibetana y a las comunidades del exilio en India. Pero ahora ha sido exportada a las calles y los estadios de Norte América, Europa y Australia.
Los tibetanos y manifestantes extranjeros dicen que las manifestaciones son organizadas por un grupo paraguas llamado Comunidad Internacional Shugden, que en los Estados Unidos está registrada como una organización de caridad de California. Miembros del grupo dicen que ellos están luchando puramente por la libertad religiosa y niegan que China juegue un papel en las manifestaciones.
“No hay conexión alguna entre el Dorje Shugden y el Partido Comunista,” dijo Nicholas Pitts, un vocero de la Comunidad Internacional Shugden que vive en Hong Kong, quien a menudo aparece en las protestas.
Pero un documento interno filtrado del Partido Comunista muestra que China está interviniendo en la disputa. El documento del partido, emitido para los funcionarios el pasado año, dijo que el tema del Shugden es “un importante frente en nuestra lucha contra la camarilla del Dalai.”
Un monje y destacado ex miembro del movimiento Shugden que residió en India y Nepal, el Lama Tseta, le dijo a Reuters que China le pagó a él y a otros para planear y coordinar las actividades de los seguidores de la secta en el extranjero. Tseta dijo que los funcionarios de una poderosa unidad política especial de operaciones del Partido Comunista, el Departamento de Trabajo del Frente Unido, controlan los esfuerzos y adjudican los fondos. Estos funcionarios dirigen las protestas a través de altos monjes Shugden en China y en la comunidad tibetana exilada en India y en Occidente, quienes son los líderes espirituales de la secta, dijo.
“Los chinos están usándolos como una herramienta para hacer que el Dalai Lama aparezca como falso, para conseguir sus propios fines, para socavar al budismo tibetano y fragmentar la sociedad tibetana,” dijo Tseta en una entrevista.
Estos monjes Shugden superiores son tratados como honorables invitados en las funciones oficiales de China y abrazados públicamente como aliados patrióticos de la campaña de Beijing para aplastar el apoyo al Dalai Lama, según los relatos de testigos, informes de la prensa controlada por el Estado chino y publicaciones en los sitios web del Dorje Shugden.
Un grupo central de tibetanos étnicos que viven en el exterior y siguen a estos altos monjes encabezan las manifestaciones. Ellos viajan por el mundo para hostigar al Dalai Lama. Algunos asisten a funciones en China, y tienen contacto con diplomáticos de embajadas y consulados en Beijing. Pero ellos niegan que China juegue algún papel en las protestas. Ellos dicen que están manifestando puramente por libertad religiosa y que se costean a sí mismos.
“AMENAZA POTENCIAL SERIA”
La mayoría de los manifestantes son, sin embargo, extranjeros como Pitss, y mayormente occidentales. El Lama Tseta dijo que los funcionarios chinos habían instruido a altos monjes Shugden para sumar a estos extranjeros en las manifestaciones. Reuters no tiene evidencia independiente de la financiación directa china de las protestas. Pero un alto funcionario indio del Ministerio del Interior dijo a las autoridades indias que están conscientes de que la secta Shugden recibe fondos de China.
“Nosotros mantenemos también una estrecha vigilancia sobre ellos porque ellos obtienen fondos de China vía Nepal,” dijo el funcionario, quien supervisa las actividades de la agencia de seguridad interna de India, la Oficina de Inteligencia, y habló en condición de anonimato.
En respuesta a las preguntas de Reuters sobre el apoyo del Partido Comunista a la secta Shugden, el ministerio de Exteriores chino dijo que el Dalai Lama estaba practicando una “tiranía religiosa.”
“El 14º Dalai Lama ha usado en los últimos años toda suerte de medios, incluidos métodos violentos de terror, para forzar a cierta gente a abandonar sus creencias religiosas,” dijo el ministerio.
La oficina del Dalai Lama en Dharamsala, India, dijo que el líder espiritual tibetano estaba ocupado con las enseñanzas en el sur de India y no podía responder las preguntas para este artículo.
En qué medida la campaña está manchando al Dalai Lama no es claro, pero los manifestantes Shugden están teniendo un impacto. La cobertura de las visitas del Dalai Lama a los Estados Unidos, Europa y Australia ahora regularmente incluye acusaciones del portavoz del Shugden de que es un fanático religioso sin derecho a hablar por el Tíbet. Las protestas se han vuelto tan estridentes que el líder espiritual tibetano ha sido alertado por los EE.UU, India y otras agencias de inteligencia que hay ahora “un amenaza potencial seria hacia su bienestar,” de acuerdo a un documento informativo revisado por Reuters.
Tal afirmación está contenida en un documento de 18 páginas preparado por el representante oficial del Dalai Lama en el Reino Unido, la Oficina del Tíbet, antes de los dos viajes del líder religioso tibetano a Gran Bretaña de este año. El documento, que fue proporcionado a la Oficina de Asuntos Exteriores británica, también informó que los gobiernos de EE.UU, Holanda y Suiza habían estrechado la seguridad durante las recientes visitas del Dalai Lama. El memo no hace alegatos sobre el papel del gobierno chino en la amenaza a la seguridad.
Un ex funcionario de la Oficina de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado de Estados Unidos estaba informado sobre el grupo Dorje Shugden y tuvo que prestarle debida atención.
“Hay mucha pasión alrededor de estos practicantes Shugden, y los chinos han fomentado este culto Shugden como una manera de dividir a los tibetanos,” dijo Kelley Currie, un alto asesor del Departamento de Estado sobre Asia y Tíbet desde 2007 al 2009. Currie previamente trabajó para la Campaña Internacional por el Tíbet, un grupo que promueve los derechos humanos para los tibetanos.
Un vocero del Departamento de Estado dijo que la oficina proporcionó protección al Dalai Lama durante sus visitas a los Estados Unidos pero declinó discutir los detalles operativos.
El esfuerzo chino por neutralizar al Dalai Lama es parte de una campaña mundial sistemática y a menudo secreta para silenciar las críticas en el extranjero y brindar al mundo sus opiniones.
Una investigación de Reuters de este año expuso cómo China ha usado testaferros para establecer una cobertura internacional de radio que está poniendo en el aire noticias pro Beijing. Un segundo artículo reveló cómo China está usando grupos de apoyo al gobierno, como las ONG para intimidar a sus críticos en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
En el caso del Dalai Lama, Beijing no solo se ha apropiado de un grupo budista para desafiar al líder espiritual tibetano. También ha usado la influencia económica y diplomática del país con los gobiernos occidentales para marginar a su enemigo tibetano.
Algunas capitales occidentales están consintiéndolo. El primer ministro británico, David Cameron, el ex primer ministro australiano, Tony Abbot y la primera ministra noruega, Erna Solberg están entre los líderes mundiales que han elegido no reunirse con el Dalai Lama en el pasado año y medio.
Abott y Solberg no respondieron las preguntas de Reuters.-