Si el presidente chino Xi Jinping puede hablar con el líder de Taiwán, él puede hacerlo con el líder del Tíbet. Podría ser la última oportunidad
USA TODAY | Por Allen R. Carlson | 12 de noviembre de 2015
Con la reunión del pasado fin de semana con el presidente taiwanés, Ma Ying Jeou, el presidente chino, Xi Jinping ha logrado algo que ninguno de sus predecesores al timón de la República Popular China lograra. Ahora, si Xi es el nuevo tipo de líder de un país con más confianza, como él se está diseñando a sí mismo, entonces debería tornar su atención a otro desafío: Tíbet.
Durante años, Beijing ha profesado un interés por mejorar la situación en el Tíbet. Sin embargo, se ha negado firmemente a comprometerse directamente con el líder espiritual del Tíbet, el Dalai Lama, en discusiones sobre el futuro de la región. Ganador del Premio Noble de la Paz de 1989, el Dalai Lama huyó de Tíbet en 1959 y ha estado viviendo en el exilio en la India. Sin embargo, él sigue siendo profundamente reverenciado y es ampliamente popular entre los tibetanos, y se ubica en el centro de la relación sino-tibetana.
En el mejor de los casos, los líderes de China han permitido hablar de conversaciones con los asociados con el líder tibetano, pero tales pre negociaciones se detuvieron por completo en los últimos años, mientras China deja claro cada vez más que intenta simplemente esperar que las cosas pasen en el Tíbet mientras el Dalai Lama envejece.
Una movida más audaz, una consistente con la decisión de Xi de encontrarse finalmente con su homólogo taiwanés, sería ahora contactar al líder tibetano. Si Xi está intentando verdaderamente demostrarle al mundo que su China es diferente, una nueva clase de gran potencia, entonces debería ser capaz de sentarse con un individuo que se describe a sí mismo como nada más que un simple monje tibetano.
Tal cumbre entre Xi y el Dalai Lama no produciría resultados tangibles, pero sería de gran significado simbólico y podría introducir en la relación sino-tibetana una expectativa de cambio real y mejora, algo que ha estado ausente por décadas.
También llegaría en un momento especialmente importante, ya que esta podría ser la última chance de Xi de tener un socio en la región. Una vez que el Dalai Lama fallezca, Beijing se encontrará a sí misma en una posición en la que no hay nadie con la condición como para hacer un acuerdo con China que pueda ser aceptado por la mayoría de los tibetanos. En otras palabras, si China simplemente espera hasta que el Dalai Lama muera, se encontrará a sí misma en una posición intrincada en el techo del mundo.
Al mismo tiempo, no está nada claro que el líder tibetano esté dispuesto a tal apertura. El Dalai Lama ha expresado frecuentemente su interés en retornar al Tíbet, y hablar con Beijing es el primer paso necesario hacia tal posible meta. Sin embargo, él, la diáspora tibetana y quienes están dentro del Tíbet, podrían no estar dispuestos a aceptar los costos que los líderes de China demandarán por tal retorno. Además, mejorar las relaciones con el Dalai Lama, podría suponer el riesgo de envalentonar a los tibetanos oponentes al gobierno chino dentro del país.
Mirando hacia delante, las perspectivas para un avance en las relaciones sino-tibetanas aparecen bastante remotas. Sin embargo, hace solo unas semanas, uno fácilmente podría haber dicho lo mismo sobre las relaciones a través del estrecho de Taiwán. Mientras que el apretón de manos entre Xi y Ma puede no haber cambiado el mundo, el mismo creó la posibilidad de la apertura de un nuevo capítulo entre Taiwán y China. Xi y China tendrían que considerar seriamente hacer lo mismo en el Tíbet. Si el presidente chino tomara esa medida, el Dalai Lama podría no seguir siendo el único Premio Nobel de la mesa.-
Allen R. Carlson es un experto en la política y el gobierno de China y profesor adjunto de la Universidad Cornell.