Ana-María Clasing, Santiago de Chile
Según el calendario occidental ‘el XIV Dalai Lama- Tenzin Gyatso- nació el 6 de julio de 1935, pero en la tradición del budismo tibetano los 80 años de un maestro se celebran con la llegada del Año lunar en el cual los cumple’; para efectos occidentales año 2015.
El XIV Dalai Lama o S.S. el Dalai Lama ha dedicado su vida a mejorar la convivencia entre los seres y no hay duda que ello le ha costado sufrimiento,… sin embargo su vasta trayectoria en asuntos espirituales lo califica como un gran conocedor del hombre con sus más profundos deseos y conflictos internos Las reflexiones y enseñanzas del Dalai Lama han trascendido incluso el mundo occidental en regiones en donde el budismo no ha sido la vara espiritual común si de medir referentes espirituales se trata.
Sin embargo es justamente esa falta de dogmatismo lo que ha logrado acercar sus reflexiones y enseñanzas espirituales a todos nosotros. El budismo, como tantas otras religiones en el mundo, también pasa a ser únicamente un aporte a aquella “religión universal” que no es otra cosa que el rescate de las cualidades humanas intrínsecas de amor y compasión dentro de todos los seres sensibles. Así lo ha expresado S.S.el Dalai Lama en sus innumerables reflexiones.
Es portador de un premio ‘Nobel’ creado y otorgado en occidente…
Sin duda sus 80 años vividos en esta existencia, los ha dedicado a enseñarnos la paciencia, la perseverancia y la tolerancia que como seres humanos debemos cultivar. Más allá de dogmas religiosos, más allá de estructuras psicológicas predeterminadas y más allá de ofrecer cátedras sobre el comportamiento o ‘funcionamiento’ mental tan escudriñado hoy por hoy por científicos de todo el mundo, el Dalai Lama apela todos los días a que desarrollemos el conocimiento de nosotros mismos como seres sensibles y emocionales y cuyas realizaciones nos han de unir en aquel sentido humanista que prevalece internamente en todos nosotros.
Sus 80 años entre nosotros son un ejemplo de arduo trabajo en este sentido y un perseverar incesante en el desarrollo de la compasión, como un sentir que aflora producto de un constante análisis sobre nosotros y los demás.
En la medida que nos conozcamos más sabremos entender nuestras emociones y comportamientos y nuestra convivencia tendrá un sentido positivo porque reflejará en cada acto, palabra e intención una genuina preocupación por el otro.