NPR
Por Rae Ellen Bichell
2 de Julio de 2014
A una altitud de casi 5 mil metros, la meseta tibetana es un lugar extremo para vivir. Es frío, es difícil que crezca comida, y hay alrededor de 40% menos de oxígeno en el aire que al nivel del mar.
De algún modo, sin embargo, los tibetanos nativos están adaptados a ello. Sus cuerpos –y su sangre, en particular- trabajan diferente que los de aquellas personas de altitudes menores. La ventaja de los tibetanos podría deberse a una herencia antigua.
Cuando alguien acostumbrado a vivir en bajas altitudes viaja a la meseta tibetana privada de oxígeno, su cuerpo responde produciendo más glóbulos rojos para ayudar a circular el oxígeno a través del cuerpo.
¿Suena como algo bueno, no? Pero no tanto.
“Tú no quieres que tu sangre se vuelva demasiado espesa” dice Rasmus Nielsen, un genetista de la Universidad de Berkeley, California. Muchos glóbulos rojos pueden llevar a espesar la sangre, la que es más difícil de bombear para el corazón. La gente que no está adaptada a las grandes altitudes tiene un aumento en el riesgo de accidentes cerebrovasculares. Cuando las mujeres embarazadas se mudan a grandes alturas, ellas tienden a tener dificultades con la alta presión de la sangre, sufrir una alta tasa de mortalidad infantil y es más probable que den a luz a bebés pequeños.
Los nativos tibetanos no tienen esos problemas. Su sangre no contiene glóbulos rojos extra, aunque maneja mantenerlos vivos y bien. Es un misterio cómo ellos se manejan tan bien a grandes altitudes sin ayuda extra, pero es claro que ellos son capaces de evitar las dificultades que otra gente puede encontrar a gran altura.
Según Nielsen y un grupo de genetistas que escriben en la revista Nature, los tibetanos parecen haber sido beneficiados con un regalo genético de los Denisovans, un antepasado humano extinto conocido principalmente por el diente de una niña y un hueso de meñique.
Los tibetanos tienen un gen, EPAS1, que es conocido para ayudar a regular la respuesta de la sangre a los niveles bajos de oxígeno. “Es también llamado el ‘gen del súper atleta’, porque sabemos que ciertos humanos que tienen una versión especial de este gen tienen una mejor performance en ciertos tipos de atletismo” dice Nielsen.
En principio, Nielsen y sus colegas no estaban seguros en cómo los tibetanos había adquirido ese gen. Pero ahora ellos tienen una idea. “Pensamos que tenemos una muy buena evidencia de que vienen de los Denisovans”, dice. Los patrones de ADN vistos alrededor de tal gen concuerdan con el de los Denisovans, un grupo hermano de los Neandertales.
Él dice que los tibetanos fueron capaces de adaptarse porque ellos consiguieron los genes de otras especies humanas que ya se habían adaptado al medioambiente. Es mucho más eficiente que esperar que la evolución haga el trabajo.
Aquí tenemos cómo podría haber sido la historia (muy especulativa): los humanos modernos evolucionaron en África hace alrededor de 100 mil años y comenzaron a expandirse a través del planeta, encontrando nuevos ambientes, y también otras especies humanas arcaicas, como los Neandertales y los Denisovans. Ellos se mezclaron y cruzaron, intercambiando material genético. Los que tenían el gen EPAS1 se desarrollaron mejor en grandes altitudes que los que no lo tenían. A través de generaciones y generaciones, el gen se volvió más común en la población.
Nosotros probablemente tenemos ancestros humanos a los que agradecer (y maldecir) mucho. Los Denisovans y los Neandertales pueden haber contribuido a los sistemas inmunes de los modernos humanos y a la pigmentación de la piel, pero también a enfermedades como el lupus y Crohn.
“Creo que es muy claro desde el trabajo de los últimos años que los humanos arcaicos se cruzaron con los humanos modernos mientras los modernos humanos se expandían fuera de África hace 50 mil años atrás”, dice David Reich, un genetista de la Escuela de Medicina de Harvard.
Y con los muchos estudios de genética antigua, Reich advierte sobre sacar conclusiones precipitadas. “Lo que estos autores muestran es que este material genético es de un origen humano arcaico, y esto es importante” dice Reich. “Pero si es de los Denisovans o de los Neandertales o de algún otra fuente arcaica, eso no está claro”.
Lo que es claro es que los genes de los humanos modernos tienen elementos de especies humanas del pasado.
“Nosotros intercambiamos genes con muchos otros linajes que existieron hace 100 mil o 50 mil años” dice Nielsen. “Nosotros somos en algunos sentidos una mezcla hecha de ADN de muchos, muchos diferentes linajes de homínidos.”