Por Robert Thurman
5 de marzo de 2014
A partir de 1997, cuando detalladas investigaciones de la policía de India indicaron que unos seudo-monjes que se infiltraron en Dharamsala desde China habían asesinado al Venerable Lobsang Gyatso, un connotado lama cercano al Dalai Lama y sus dos discípulos jóvenes, el culto del espíritu de Dolgyal Shugden se ha mantenido en actitud de ataque. Con suficiente evidencia los culpables fueron identificados, mas no fueron juzgados pues escaparon de regreso a Tíbet y China, pero el culto continuó con su campaña con fondos sustanciales y a instancia del Departamento del Frente Unido de la República Popular China, la agencia que maneja las relaciones con las “nacionalidades minoritarias” no chinas. El esfuerzo fútil del culto respaldado por la agencia busca enajenar a los tibetanos del Dalai Lama, su líder amado, e incluso llevar la opinión pública mundial en contra del aclamado Laureado Nobel y heredero de Gandhi. El objetivo final es perturbar la campaña de cincuenta años, no violenta, de “verdad y justicia” del Dalai Lama para liberar a los seis millones de tibetanos para que puedan ser ellos mismos en la región de la minoría autónoma especial que la constitución china les ofrece, hecho que hasta el momento sólo es en papel.
La campaña de ataque de la agencia y el culto es fútil puesto que sus reclamos principales se pueden refutar tan fácilmente:
1) La veneración de la deidad elegida por ellos no fue “prohibida” por el Dalai Lama, puesto que él no posee autoridad para “prohibir” lo que los budistas tibetanos practiquen. “La prohibición” y “excomunión” no son procedimientos budistas tibetanos.
Aunque ellos son budistas que han de abocarse a emular al Buda, los miembros del culto son libres de venerar cuanto ellos quieran a “la deidad protectora” que elijan y que llaman Dorje Shugden. Cuando joven, el mismo Dalai Lama la propiciaba como un espíritu o ángel terrenal menor, hasta que estudió la historia de su culto y decidió que no se trataba de una deidad protectora en absoluto, sino un espíritu “rey” engañoso conocido como Dolgyal (“demonio rey de Dol”). Una vez que sus estudios de historia le llevaron a esa conclusión, él recomendó que otros lamas en su escuela dejaran de relacionarse con ella, o al menos que se lo guardaran para ellos, puesto que su liturgia contiene la desaprobación de las sectas minoritarias del Budismo Tibetano y de las religiones no budistas. A fines de los años 80 cuando algunos lamas individualmente comenzaron a convertirse a su culto, induciendo incluso a practicantes occidentales nuevos en el Budismo, particularmente, en Inglaterra, él solicitó a esas personas que se abstuvieran de asistir a iniciaciones y enseñanzas avanzadas relacionadas impartidas por él, en base a que ellos no estaban siguiendo su consejo y, por lo tanto, no debían tomarlo como su maestro. Entonces, ellos respondieron atacando, diciendo que se les había “prohibido” y “excomulgado”, etc., cuando de hecho, el Dalai Lama estaba ejerciendo su libertad religiosa al no aceptar estudiantes que rechazan su consejo y, en realidad, ¡incluso llegan a condenarlo!
2) El culto de Dolgyal Shugden corresponde al de un ángel o demonio menor, y nunca ha sido algo principal, y el clamar que “cuatro millones” de personas pertenecen a él o incluso “millones”, no es verdad.
3) Los miembros del culto no provienen de sectas tibetanas numerosas, sino exclusivamente de fundamentalistas súper ortodoxos de la secta u orden mayoritaria Gelukpa.
4) El Dalai Lama nunca ha pedido a alguien que persiga a alguna persona, y los miembros del culto que se ocupan de lo suyo y no atacan al Dalai Lama no se ven molestados por otros tibetanos. Aquellos que sí atacan al Dalai Lama con sus apelativos ultrajantes -“dictador”, “lama falso”, incluso “demonio” y “mentiroso”, etc., provocan naturalmente a las amplia mayoría de tibetanos quienes adoran a su Dalai Lama. El Dalai Lama mismo nunca ha aprobado las provocaciones o ninguna respuesta desagradable, y permanece determinado en su adhesión a la no violencia en principio y práctica.
5) Todo el alboroto hubiese concluido hace mucho tiempo excepto por el hecho de que los operarios de “línea dura” del “Departamento Laboral del Frente Unido” de la República Popular China, la agencia a cargo de la administración de “las minorías” de China, ven al culto como una instancia potencial que ellos esperan usar entre el Dalai Lama y su pueblo, y entre él y la opinión mundial. Por lo tanto, ellos suministran fondos a los líderes del culto en Tíbet, Mongolia, India y Occidente, y los medios para continuar sus caras campañas de propaganda. La evidencia de esto es bastante clara. Por ejemplo, el llamado “reencarnación del Panchen Lama”, designado por los jefes del Partido Comunista tras secuestrar y desaparecer al pequeño de cinco años elegido debidamente según la forma tradicional por un comité de su monasterio con la aprobación del Dalai Lama, es presentado en internet en distintas fotografías sentado frente a una gran imagen de Dolgyal Shugden, como seña de un agravio desafiante al Dalai Lama. El hecho obvio es que el propósito claramente manifiesto del culto y la agencia del Frente Unido de la RPC es tratar de probar al mundo que el Dalai Lama no es virtuoso como todos nosotros creemos, sino que es una persona mala, incluso “malévola”.
Independiente de lo que se crea sobre la realidad de ángeles fieros o demonios, está claro que los líderes del culto de Dolgyal Shugden no han hecho más que causar problemas en los últimos treinta años, tanto a sus propios seguidores y a la unidad del pueblo tibetano, ambos en exilio y en Tíbet. Nadie se ha beneficiado excepto aquellos operarios confundidos en el gobierno chino que desean destruir la cultura budista tibetana para asimilar sistemáticamente a tibetanos desarraigados para volverlos ciudadanos chinos de segunda clase, y así, mediante semejante política que aplasta las identidades e incluso las vidas de la minoría tibetana asegurar por siempre su reclamo de los vastos territorios y recursos del altiplano tibetano. Pero, como hemos visto por todo el mundo -y como personas conscientes podemos atestiguar aquí en América con nuestros Primeros Americanos aún muy presentes-, la historia nunca concluye, las personas no ceden sus identidades distintivas, y la verdad y justicia surgen inevitablemente incluso desde las cenizas de las llamas del genocidio.
Quienes deseen leer un estudio amplio del culto Dolgyal Shugden realizado por un periodista distinguido, pueden bajar una copia kindle de R. Bultrini, The Dalai Lama and the King Demon (EL Dalai Lama y el Rey Demonio), publicado por Tibet House US.