Entrevista de Radio Australia a Dicki Chhoyang, ministra de Información y Relaciones Internacionales de la Administración Central Tibetana
22 de enero de 2014
El gobierno tibetano en el exilio está llegando a la diáspora china, como parte de su campaña para mantener la cuestión del Tíbet en la agenda internacional.
Chhoyang, vocera del gobierno tibetano en el exilio, se encuentra en Australia para el festival anual de Tíbet en Brisbane, pero ella también está embarcada en una campaña de alcance público, para reunirse no solo con la comunidad tibetana, sino también con la diáspora china.
Presentador: Sen Lam
CHHOYANG: Hemos estado muy activos para llegar a la comunidad china durante varios años, y Australia tiene una importante comunidad china, por lo que, por supuesto, creemos que es muy importante conocer a personas que creen en la justicia social y quieren aprender más sobre el tema del Tíbet. Y nuestro mensaje para ellos, es muy simple.
No buscamos la independencia, lo que estamos buscando es una solución a la cuestión del Tíbet, a través de lo que llamamos una verdadera autonomía o el enfoque de la “vía del medio”, en el marco de la Constitución de China, sin cuestionar su integridad política y territorial.
LAM: ¿Y cómo leen el estado de ánimo de la diáspora china, si ellos no apoyan, ¿son al menos empáticos?
CHHOYANG: Sabes, creo que poco a poco, las personas que son pensadores independientes, están más abiertas a escuchar una versión de lo que está pasando dentro de Tíbet y las políticas que se han implementado en el Tíbet, eso está llevando a la inquietud de la que hemos sido testigos en el último medio siglo -una versión diferente a la la versión con la que ellos (la diáspora china) crecieron- en la República Popular China.
Así que esperamos que ese mensaje se extienda, es de esperar que así como hay toda una generación en China, que no tiene absolutamente ninguna idea de lo que sucedió en la plaza de Tiananmen en 1989, con suerte, puedan vincularlo y decir: “Bueno, no estábamos en Tiananmen, tal vez hay otros hechos, en los que no se nos ha dado la información correcta.
LAM: ¿Le resulta una lucha desigual – una batalla de David y Goliat – dada la creciente influencia económica de China y, de hecho, el uso de esa riqueza a su disposición, para influir quizás en la agenda política global?
CHHOYANG: Oh, sí, por supuesto. China es una potencia global emergente económicamente y en consecuencia también, políticamente.
Pero lo que creemos firmemente es el hecho de que tenemos la verdad de nuestro lado y que a nivel internacional, ya que China presiona a los gobiernos a no abordar el tema del Tíbet, la cuestión del Tíbet no es solo de los tibetanos. Se trata de la resolución pacífica de conflictos, sobre el envío de un mensaje a otros grupos marginados y otros movimientos políticos, que pueden no estar tan comprometidos como nosotros con la no violencia. Eso es que sirve apegarse a la no violencia.Durante más de cincuenta años, sin ninguna excepción, hemos estado firmemente apegados a la no violencia, y estamos comprometidos en ello.
Ahora mismo, la autonomía que estamos pidiendo, es que el gobierno chino ponga en práctica las leyes de autonomía regional que tiene en su propia Constitución. En este momento, todo está por escrito, pero en la práctica, no ha sido implementada. Donde se toman todas las decisiones en Beijing y en el ámbito local, las personas dejan de ejecutar las decisiones que se tomaron en Beijing.
LAM: Lamento interrumpir, pero hay también una migración de chinos Han en el Tíbet. ¿Los recién llegados de China interactúan con los tibetanos locales?
CHHOYANG: Bueno, en realidad, esta es una pregunta muy interesante, porque en términos de la autonomía regional, si uno va a las regiones tibetanas autónomas y a las provincias chinas vecinas, la mayoría de los altos funcionarios son todos chinos Han y muy pocos hablan el idioma local.
Entonces, cómo se puede decir que se disfruta verdadera autonomía cuando la cultura y el idioma local no son respetados y tampoco la gente del lugar tiene voz y voto en los proyectos mineros, o están económicamente marginados, y también, muy importante, en la lengua de enseñanza, el tibetano ha sido reemplazado por el mandarín, y esto es un hecho de los últimos años, lo cual es absolutamente inaceptable para los tibetanos locales.
LAM: Pero ¿no hace la asimilación un poco más fácil, que los tibetanos locales ahora puedan hablar mandarín, el idioma del gobierno?
CHHOYANG: Bueno, los tibetanos cuando dicen que quieren preservar su identidad cultural, es sobre la inclusión de la cultura y el patrimonio tibetano, pero no se trata de excluir la cultura china. Por supuesto que los tibetanos deben aprender a hablar mandarín. El mandarín es un idioma muy práctico, es la lengua de nuestros vecinos.
Así que lo que estamos diciendo es que no queremos aprender mandarín a expensas de nuestra lengua -queremos una opción- de poder enviar a nuestros hijos a escuelas tibetanas o a escuelas chinas.
LAM: ¿Cuál es su lectura de la situación en lo que se refiere a la generación más joven de la etnia tibetana, ¿están aprendiendo a lidiar con el gobierno chino ahora?
CHHOYANG: Creo que con la ola de autoinmolaciones, que ahora suman 124 desde el año 2009, es muy evidente que los tibetanos dentro de Tíbet están enviando un mensaje claro tanto a las autoridades de Beijing como a la comunidad internacional, de que sus políticas en el Tíbet han fracasado, y que no importa lo poderoso que China se vuelva en el mundo, la cuestión del Tíbet no va a desaparecer.
Es muy clara la señal que recibimos de dentro de Tíbet, así como en el exilio, donde tenemos la transferencia de liderazgo entre las generaciones y tenemos una nueva generación emergente más joven que tiene sus raíces en los valores de la tradición y la educación moderna, que también está profundamente comprometida en asegurar que sus voces sean escuchadas.
Vemos un verdadero riesgo cultural de la asimilación cultural.
Y si bien la comunidad internacional está apreciando cada vez más los mensajes de personas como Su Santidad el Dalai Lama, necesitamos hacer entender que lo que él representa, su mensaje, es representativo del patrimonio cultural, que ahora está en peligro de desaparecer. Y él es un derivado de la cultura tibetana.
Y la cultura no vive a través de libros y museos, sino a través de la gente.-