The Washington Post
Max Fisher
4 de octubre de 2013
Una de las políticas más repulsivas de China en la Región Autónoma Tibetana es una iniciativa de 2011 conocida como los “nueve tener”. Algunos de los nueve son sobre el desarrollo (“tener caminos, tener agua, tener electricidad”), pero uno tiene menos que ver con ayudar a los tibetanos y más sobre consolidar el control de Beijing en una región que no parecen quererlo: “tener una bandera nacional”. Cada casa y edificio del monasterio sería obligado a enarbolar el pabellón carmesí con cinco estrellas de China. (Los monasterios también están obligados a exhibir los retratos de los líderes chinos). Iba a ser un espectáculo de sumisión al régimen chino y la continuación de la lenta disolución cultural del Tíbet.
El condado rural tibetano de Driru, sin embargo, ha desafiado la norma, al rechazar los aldeanos izar la bandera. El 27 de setiembre, las autoridades chinas enviaron miles de tropas chinas para forzar el izamiento de las banderas, según los medios de los exilados tibetanos y de Radio Free Asia, medio respaldado por el gobierno de los Estados Unidos que está entre las pocas organizaciones de medios de comunicación que regularmente informa sobre el Tíbet. Ahora, una semana más tarde, todavía las banderas chinas siguen sin ondear.
Inicialmente, algunos tibetanos se enfrentaron con las tropas cuando arribaron, precipitando una cerrada operación de seguridad. “Grupos de siete policías paramilitares han sido estacionados en cada casa y están vigilando a los tibetanos” dijo un tibetano local en forma anónima a Radio Free Asia. “A los aldeanos no se les permite atender sus animales, y se llevan a cada tibetano que es encontrado deambulando en el pueblo”.
Al principio de la semana, según se informó, cientos de tibetanos se reunieron en la sede del condado de Driru, una aldea llamada Mowa, para protestar en nombre de los civiles que habían sido llevados por las tropas chinas. Se estimó que 40 residentes habían sido llevados.
El momento más significativo puede haber sido el martes 1º de octubre. Ese fue el Día Nacional de China, el equivalente al 4 de julio de Norte América, la mayor fiesta nacional, y una en la que la bandera es particularmente importante. Parece que las tropas habían arribado para asegurar que todas las banderas chinas ondearan en el Tíbet, en el Día Nacional. No lo hicieron, y las fotos de Driru, tomadas clandestinamente por los residentes, lo hacen parecer como en una ocupación militar.
Los tibetanos de Driru han realizado una serie de protestas contra el dominio chino. En agosto de 2012, las manifestaciones contra la expansión de la minería china allí, terminaron cuando tropas chinas dispararon y mataron a manifestantes. Los locales hicieron más protestas contra la minería en mayo.
La naturaleza del gobierno de China ha cambiado drásticamente durante las pasadas cuatro décadas, pasando con remarcable velocidad del adoctrinamiento y el totalitarismo de la era de Mao Zedong a las reformas de mercado y los derechos civiles flexibles de hoy. Pero esta clase de historias del Tíbet, que obligan a que los retratos de líderes políticos sean exhibidos en los monasterios, y las banderas forzadas a ondear en las casas de los aldeanos, son un recuerdo de que algunos de los antiguos hábitos todavía permanecen.-