The New York Times | The International Herald Tribune
Radhika Oberoy
7 de agosto de 2013
DHARAMSALA, Himachal Pradesh — En una estrecha oficina de la Asociación Nacional Tibetana de Deportes, en la ciudad de Dharamsala en el norte de la India, en medio de filas desordenadas de archivos y fotos sepia, una nueva camiseta cuelga de un estante. Sobre la espalda tiene cosidas las palabras “Selección Nacional Tibetana”.
Para los tibetanos exilados, la camiseta no es meramente el testimonio de su profunda devoción por el fútbol. Es también la prueba de su perdurable optimismo, porque los esperanzados jugadores son bien conscientes de que es extremadamente difícil alinear en una selección nacional, cuando no se tiene una nación.
“Nosotros los tibetanos amamos al fútbol” dijo Kelsang Dhondup, el secretario ejecutivo de la Asociación Nacional Tibetana de Deportes, que se ha establecido con más de cien clubes para grupos de diferentes edades desde 2012. “Y nosotros estamos luchando por marcar un hito”.
Registrada dentro del Acta XXI de Sociedades Indias, cuatro años atrás, la asociación se embarcó en un riguroso programa de entrenamiento de fútbol para niños en 20 escuelas tibetanas de India.
La selección nacional tibetana tuvo su primer partido en Bologna, Italia, en 1999. Esto fue después que Jetsun Pema, la hermana menor del Dalai Lama y ex presidenta de las Aldeas de Niños Tibetanos, aceptara una invitación de la banda italiana Dinamo Rock para una exhibición contra el equipo de Dinamo Rock, en Bologna. La selección nacional fue formada para participar en el partido, el que ganó 5 a 3.
Los jóvenes tibetanos que se han establecido en India compiten con impaciencia por lugares en la selección nacional, pero una vez que ellos califican, tienen pocas oportunidades de jugar en el extranjero. Dado que el Tíbet no es reconocido como un país independiente, la FIFA, el organismo que gobierna el fútbol mundial, no le permite a los tibetanos jugar contra cualquier selección que ella reconoce.
Muchos de los escasos partidos surgen de la afiliación de la Asociación Nacional Tibetana de Deportes con la Nouvelle Fédération Board, una congregación de selecciones de fútbol de naciones de existencia política ambigua, dependencias, estados no reconocidos, minorías, desplazados, regiones o micro naciones no reconocidas por FIFA. Creada en el 2003, la federación inició en 2006 la disputa de la copa mundial VIVA, la que el año pasado se organizó en el Kurdistán iraquí.
Pero los jugadores tibetanos quedaron atrapados en casa durante la copa del 2012. “No pudimos obtener patrocinadores para nuestros boletos aéreos”, dijo Dhondup.
A pesar de estar cortos de dinero y estar excluidos de las grandes ligas, los futbolistas tibetanos todavía corren a los sucios campos de entrenamiento al romper el día en toda India, para jugar un deporte que no los recompensa con otra cosa que con los trémulos aplausos de los residentes de sus asentamientos.
En abril, el equipo nacional tibetano compitió en una vistosa confrontación con equipos de India, Bangladesh, Bután y Nepal. El torneo, realizado en Dharamsala proporcionó a la selección, una oportunidad de una elusiva gloria no restringida a los torneos a nivel de clubes.
La Copa del Cumpleaños del Dalai Lama es también un popular torneo local que atrae tanto a clubes tibetanos como indios. Este torneo sirvió como preparación para la Copa de Oro Gyalyum Chenmo Memorial, tal vez el torneo tibetano disputado en forma más entusiasta.
En la última semana de julio, los tibetanos exilados se reunieron en el asentamiento tibetano de Rabyaling, en Karnataka para el torneo. Iniciado en 1981 como tributo a la difunta madre del Dalai Lama, la Copa de Oro Gyalyum Chenmo Memorial, ha servido de terreno de exploración ideal para reconocer talentos para la selección nacional. La Asociación Nacional Tibetana de Deportes está organizando el torneo anual desde 2003.
“Este es el torneo más grande para los jóvenes tibetanos” dijo Dhondup.
Este año, la participación a nivel de clubes fue una vigorosa exhibición del progreso tibetano, aunque plagado de inconvenientes. Los 22 equipos tibetanos debieron enfrentar un verano difícil para participar en la contienda.
Para los clubes participantes en el torneo, las enérgicas sesiones de entrenamiento están a veces marcadas por obstáculos: falta de patrocinadores, terrenos fangosos inapropiados para los partidos, y la ausencia de técnicos profesionales. Pero los equipos trabajan sobre estos temas en su búsqueda del trofeo de la Copa de Oro Gyalyum Chenmo Memorial.
Gelek Janta, el gerente de 22 años del Kerala Football Club, reveló que el equipo, en ausencia de un patrocinante, tuvo que comprar sus propias camisetas, zapatos y medias.
“Recolectamos 1500 rupias (25 dólares) de cada jugador” dijo Janta, quien es también mediocampista. “El sudor y la sangre valen la pena si lo hacemos por nuestro equipo nacional” dijo.
El fervor nacionalista inflama la moral en ausencia de glamorosas perspectivas internacionales. Gompo Dorjee, ahora técnico de 33 años, recordó el partido contra Groenlandia de 2001, que esta ganó 4 a 1.
“Jugamos en un terreno de césped por primera vez” dijo. “En Dharamsala, habíamos entrenado en un pedazo de tierra fangosa que tenía un pasaje para los aldeanos y su ganado en el centro”.
El técnico ha pasado el verano trabajando vigorosamente con su equipo, el Dhondupling Football Club. Pero la tenacidad del equipo frente a las severas limitaciones –financiamiento inadecuado con falta de entrenamiento profesional- dio sus frutos cuando los jugadores levantaron en alto el preciado trofeo de la Copa de Oro Gyalyum Chenmo Memorial.
“La mayoría de los jugadores tibetanos se encuentra todavía en la universidad, con poco o ningún entrenamiento”, dijo. “Algunos de ellos comienzan a trabajar temprano para mantener a sus familias. Es difícil convencer a los padres de que sus hijos jueguen al fútbol por una temporada, cuando podrían estar trabajando por un salario.”
Los entrenadores suelen ser jugadores veteranos, o aquellos que han participado en torneos anteriores. Lobsang Norbu, quien también jugó en contra de Groenlandia en 2001 y marcó el primer y único gol para el equipo nacional tibetano durante el torneo, ahora trabaja como profesor de educación física.
“Es bueno comenzar temprano – los niños deben formar parte del equipo de la escuela en el momento en que cumplan 8 años”, dijo el entrenador de 39 años de edad, quien trabaja en las Aldeas de Niños Tibetanos.
La Asociación Nacional Tibetana de Deportes ahora entrena a los jugadores más jóvenes, y los clubes a gran cantidad de nuevos jugadores en 20 escuelas tibetanas en India. En un intento por animar a las chicas tibetanas a salir de los límites de los planes de estudio riguroso, también se ha formado un programa de entrenamiento de fútbol femenino tibetano. En 2011, su año inaugural, la iniciativa llegó a nueve escuelas tibetanas en India, lo que permite a 180 adolescentes participar en el bullicio de los torneos inter-escolares.
Con todas las esperanzas invertidas en su juventud, como grupo de refugiados, los jugadores de fútbol tibetanos solo pueden soñar con competir internacionalmente como equipo reconocido. Pero ellos se rehúsan a renunciar a ese sueño.
“Algún día, jugaremos contra Alemania o Brasil”, dijo Dorjee.
Radhika Oberoi es un periodista independiente residente en Delhi.