The Washington Post
Por Max Fisher
19 de Julio de 2013
Uno de los muchos pequeños traumas de la vida de los tibetanos, es un programa que el gobierno chino llama “Vivienda Confortable”. La idea, según Beijing, es para desarrollar la economía tibetana y mejorar los niveles de vida, mediante la construcción de nuevas urbanizaciones, para una de las regiones más pobres de China. Y, a primera vista, podría parecer una actualización para cambiar las aldeas tradicionales o las comunidades rurales en nuevos complejos edilicios.
Pero el efecto del programa, de acuerdo a un nuevo informe de Human Rights Watch ha sido la reubicación de unos dos millones de tibetanos, a menudo a la fuerza. El programa está desarraigando comunidades tibetanas enteras, acelerando la erosión constante de la identidad y la cultura tibetana. Y, a menudo, dado que las familias deben pagar al gobierno por sus propias relocalizaciones obligadas, son llevadas a endeudarse.
Para el final de este año, el informe estima que el 90% de la población nómada del Tíbet será trasladada a “Nuevas Aldeas Socialistas” sedentarias, terminando efectivamente con su tradicional estilo de vida y, debido a que muchos no conocen otro modo de mantenerse, haciéndolos dependientes del gobierno chino.
Como parte de su investigación, Human Rights Watch, recolectó fotos de satélite, mostrando las comunidades tibetanas antes de su reubicación. Las fotos son de hace unos pocos años, pero ellas muestran una considerablemente severa y rápida transformación de estas comunidades.
En algunas fotos se puede ver que las familias no solo han sido trasladadas a un tipo de comunidad completamente diferente, sino que el pueblo ha sido trasladado de las orillas del río Lhasa al costado de una ruta.
Se agrega a la humillación, que a las familias tibetanas se les pide que paguen algo de la reubicación y los costos de construcción, más de 4/5 del total de la factura. Esto requiere que pidan préstamos a los bancos chinos, los que, a menudo, prueban ser demasiado costosos para que algunas familias los puedan pagar.
Técnicamente el programa requiere que los oficiales chinos le paguen a las familias una compensación por la pérdida de su tierra y propiedad. En la práctica, sin embrago, Human Rights Watch encontró que algunas familias solo recibieron algo de la prometida compensación, y en algunos casos nada. No está claro si el gobierno está fracasando en la paga, o si, como algunos tibetanos parecen sospechar, el dinero está siendo malversado por funcionarios chinos corruptos.
Como parte del esfuerzo de China por modernizar el modo de vida tibetano, las familias, especialmente las familias rurales, están a menudo limitadas acerca de cuánto ganado pueden tener y son impulsadas a meterse en negocios. Esto, como las reubicaciones de las casas, requiere que pidan préstamos de los bancos chinos. Pero, como relataron muchos tibetanos en el informe, estos préstamos a menudo se vuelven una carga, y en última instancia las familias son llevadas a vender más de sus posesiones para mantenerse al día con los pagos. A continuación un relato de un tibetano:
“Después de la introducción de limitaciones sobre el ganado y la tierra, el gobierno ofreció préstamos a la gente. Fue para impulsarlos a hacer negocios o abrir restaurantes. El gobierno les dijo que era importante volverse desarrollados, mecanizando (la agricultura), y entonces mucha gente pidió préstamos y ahora hay muchos que no los pueden pagar… conozco que algunos no tuvieron suerte con sus negocios, fueron perdiendo su capital, y no pudieron pagar los préstamos, incluso después de vender el ganado de su familia”.
Este ha sido un duro período para el Tíbet. Alrededor de 120 tibetanos se han prendido fuego desde 2009 para protestar por el estrechamiento de las restricciones del gobierno sobre las libertades políticas y religiosas. El embajador de Estados Unidos en China, Gary Locke advirtió en una reciente visita a la zona tibetana que había encontrado una “situación deteriorada en los derechos humanos”. A principios de este mes, mientras un grupo de tibetanos celebraba pacíficamente el cumpleaños del Dalai Lama, se dice que las fuerzas paramilitares chinas abrieron fuego contra la multitud. Muchos observadores del Tíbet, creen que las autoridades chinas esperan la muerte del Dalai Lama, quien vive en el exilio, momento en el cual ellos probablemente podrán elegir un sucesor al que podrán moldear como una figura pro Beijing.-