BBC Sport
Por Richard Padula
4 de mayo de 2013
Vivir en el exilio y jugar por un equipo no reconocido por la FIFA y al que se oponen los chinos, significa que la vida no es fácil para los futbolistas del Tíbet.
Incluso organizar partidos es difícil. Las visas son difíciles de obtener y las reglas el organismo rector del fútbol mundial indican que el Tíbet solo puede jugar contra otros equipos no reconocidos.
Después de 5 años sin un partido, los tibetanos –cuyo equipo nacional tiene el pseudónimo de “prohibidos”- finalmente saltó al campo otra vez cuando compitió en la copa de oro All India Shaheed Dal Bahadur Durgamal Mal, con equipos de toda India, Nepal y Buthan.
El torneo tuvo lugar en Dharamsala, al norte de India, actual hogar del exilado líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, y del gobierno tibetano en el exilio. Temiendo por su vida, el líder de 77 años, fue forzado a huir de Tíbet en 1959, después de años de violento conflicto entre los tibetanos rebeldes y el ejército chino.
La Asociación Nacional de Fútbol Tibetano se estableció recién en 2001. En ese mismo año el equipo jugó su primer partido y perdió 4 a 1 contra Groenlandia, en Copenagüe.
Pero como dijo el técnico de Tíbet, Kalsang Dhondup, al programa Fútbol Mundial de la BBC, el fútbol es algo que apasiona a los cerca de 150 mil exiliados.
“El fútbol fue introducido por los ingleses en Tíbet, creo que en 1904”, dijo Kalsang. “Desde entonces, los tibetanos aman el fútbol y están muy bien dotados para practicarlo. El fútbol es el juego más popular en el Tíbet”.
Irónicamente, los británicos estuvieron en el Tíbet en una expedición militar, temiendo la creciente influencia de Rusia en la región.
Pero ahora el Tíbet, al noreste de los Himalayas, enfrenta un problema muy diferente. El equipo de fútbol encuentra una fuerte oposición de los chinos quienes reclaman la soberanía sobre el Tíbet y desestiman cualquier muestra de independencia. Pero el técnico Kalsang se mantiene desafiante.
“El equipo de fútbol es uno de los mayores obstáculos para China” continuó. “A ellos no les gusta el equipo de Tíbet. Pero, sea que le gustemos o no, nosotros jugamos fútbol”.
Durante el torneo de Dharamsala, el equipo lució brazaletes negros para mostrar su solidaridad con los tibetanos de dentro de Tíbet.
Desde 2009, 117 tibetanos se han prendido fuego para protestar contra el gobierno chino.
Tenzin juega para los tibetanos. Él no quiere dar más datos por temor a la seguridad de sus parientes en el Tíbet.
Él admite que es difícil representar a un país que no es reconocido.
“Yo escape del Tíbet en 1996 y me siento muy, muy especial y afortunado de ser parte del equipo nacional y es un momento de verdadero orgullo para mí”, dijo.
“A veces, es realmente un desafío y es difícil en tal ambiente, donde FIFA no está reconociendo a nuestro fútbol tibetano. Al mismo tiempo me siento orgulloso de representar al Tíbet y también me siento responsable de la causa tibetana”.
Y, como explica Kalsang, el equipo tiene un gran seguidor en la figura del Dalai Lama.
“Yo creo que Su Santidad ha apoyado a los tibetanos en todos los temas” declaró. “Incluso en el deporte. Nosotros fuimos a Italia en 1999, y después que volvimos de Italia tuvimos una audiencia con Su Santidad”.
“Al final de eso, cuando tenía un balón en sus manos, dijo: ‘Me gusta el fútbol. Cuando era pequeño no tenía lugar para jugar al fútbol. Si jugaba, el balón caería desde el (Palacio) Potala y entonces se perdería’. Él es un gran apoyo para nosotros”.
En el campo las cosas no salieron bien para los tibetanos. Ellos perdieron 3 a 0 contra el equipo del estado indio de Himachal Pradesh.
Pero dado el hecho de que las pasadas performances han incluido un 10-0 contra el Northen Cyprus y una derrota 13-2 a manos del Padania del norte de Italia, quizá no sea tan mal resultado.
Y para los jugadores, como el mediocampista Sonam Topgyal, la chance de vestir la camiseta del equipo tibetano fue un momento verdaderamente especial.
“Ahora yo estoy trabajando en una fábrica de jugos” explica Sonam. “Desde 2000 cuando estaba en la escuela que escucho sobre el equipo nacional. Entonces tuve el sueño de representar un día al Tíbet”.
“En ese momento, cuando estuvimos de pie sobre el campo cantando el himno nacional, realmente nos sentimos orgullosos de tener un país al que estábamos representando”.
Y para los jugadores como Sonam, sus ambiciones no conocen límites.
“Un día nuestro Tíbet será libre, por eso deseo poder representar al Tíbet en competencias internacionales como las Olimpiadas o el Mundial” concluyó.