16 de abril de 2013
Lausana, Suiza, 15 de abril de 2013 – La Universidad de Lausana, que se originó en 1537 como una escuela de teología, la única escuela protestante de lengua francesa de teología, ahora es una universidad moderna y considerada como una institución líder en investigación en Europa. Se encuentra a orillas del lago de Ginebra. Hoy en día, invitó a Su Santidad el Dalai Lama para participar en una conferencia sobre el tema “Vivir y Morir en Paz – Perspectivas Comparativas sobre el Envejecimiento”. Fue recibido a su llegada por el Rector, Dominique Arlettaz y el moderador de la conferencia Philippe Moreillon.
En su discurso inaugural, el rector dijo:
“Tengo el privilegio hoy de dar la bienvenida a Su Santidad el Dalai Lama y darle las gracias por pasar este día con nosotros.”
El Moderador Philippe Moreillon explicó que cuando se enteraron de que Su Santidad asistiría, profesores y miembros del personal de muchas disciplinas mostraron interés en participar. Ellos han trabajado juntos para formular preguntas comunes para el caso de que se sentían que habían sido incapaces de responder dentro de sus propias áreas de estudio. La primera pregunta que se le planteó a Su Santidad, es que imaginara a un niño preguntando a su abuelo “¿Envejecer es algo bueno?”
Su Santidad respondió:
“Yo creo que depende de qué tipo de vida ha llevado, si su vida ha sido significativa y beneficiosa para los demás. El abuelo podría decir que el tiempo sigue avanzando, que con el tiempo todos nos hacemos viejos. Un día, a pesar de ser joven hoy, usted será también viejo. Este es un proceso natural. Podría decir que soy afortunado por haber vivido tanto tiempo, pero yo no he perdido mi tiempo y he ganado un poco de experiencia de cómo vivir.
“Por otro lado, si él llenaba su tiempo con actividades sensoriales y se dedicó, por ejemplo, al deporte, podría decir que ya no puede escuchar bien, que ya no puede ver correctamente – que todo se ha convertido en un trabajo duro.”
El primer presentador habló sobre el aumento de la esperanza de vida y de las diferentes categorías de las personas mayores, el “joven viejo” que todavía está activo y el “viejo viejo” que es cada vez más frágil. Él preguntó: “¿Cómo podemos envejecer bien cuando nuestras capacidades físicas están disminuyendo?” Su Santidad respondió que un factor importante es el estado de ánimo. Si su mente está en calma y en paz no depende de tener mucho conocimiento, sino de si se tiene un buen corazón. La paz interior da lugar automáticamente a la confianza y a la amistad. Por otro lado la sospecha, la desconfianza y las mentiras significa que uno terminará solo e infeliz.
“Desde el punto de vista del individuo, si entrenamos desde una edad temprana a nivel mental, el desarrollo de nuestra capacidad analítica, entonces la mente permanece alerta. Me he dado cuenta que las personas que hacen esto pueden enfrentar la decadencia física, pero sus mentes permanecen claras y alertas. Desde el punto de vista de la familia, el afecto y el apoyo son importantes”.
Cuando se le preguntó cómo hacer frente a la demencia en los ancianos, Su Santidad respondió:
“No lo sé, porque no tengo experiencia, pero creo que demostrar afecto es muy importante. Usted puede mostrar afecto sin tener que depender de las palabras”.
Él especuló sobre cómo disminuye la memoria, y señaló que, si bien se tiende a no olvidar los rostros, recordar nombres es difícil y por los conceptos que representan hay una terminología que nunca se olvida. Se preguntó si nos olvidamos de los nombres, ya que no tienen ningún significado, mientras que los términos con significado son mucho más fáciles de recordar.
Una pregunta acerca de la espiritualidad lo llevó a tratar de definir el término, preguntándose si eso significa buscar sentido a la vida y al mundo, un conjunto de visiones y valores que son beneficiosas para nosotros y los demás. Porque no puede haber espiritualidad ligada a la fe religiosa e independiente de ella, sugirió que las personas que no tienen fe pueden obtener beneficios de la ética secular. De lo contrario, son propensos a estar bajo la influencia de las emociones destructivas. Hizo hincapié en que, así como es conveniente cuidar de nuestra salud física, también tenemos que cuidar de nuestro bienestar emocional y propuso un programa de higiene emocional.
La discusión se centró en la función del envejecimiento en la sociedad. Su Santidad recordó un programa de Estocolmo a donde se trajeron a personas de la tercera edad a trabajar en los jardines de infancia. Ellos tomaron parte en el cuidado de niños pequeños, jugaban con ellos y les contaba historias. Dijo que hay un gran potencial para el mutuo beneficio en dichas actividades. A los niños les gustaba la presencia de los ancianos, quienes a su vez se volvían a activar en presencia de los niños. Su Santidad dijo en broma:
“Cuando hablo con los jóvenes me hacen sentir joven, pero cuando hablo con gente mayor me pregunto: ¿Quién se va a ir primero, tú o yo?”
Su Santidad dijo que sus conversaciones con los científicos, educadores, trabajadores sociales y otras personas interesadas llevan a la conclusión de que necesitamos un sistema de valores que contribuya a la felicidad básica de todos los miembros de la sociedad. Este sistema podría incluir técnicas para entrenar la mente. La educación es la vía para el cambio. La educación es la forma en que podemos cambiar el curso de la humanidad. Y sugirió que la antigua sabiduría india sobre la mente y las emociones que se conserva en la literatura que pertenece a la tradición de Nalanda podría hacer una valiosa contribución a esto.
Cuando se le presionó para que recomendara formas en que las personas mayores que no se han entrenado antes en la vida podría empezar a cambiar, Su Santidad dijo que dudaba que existiera un método efectivo, señalando que tales métodos se deben adoptar cuando somos jóvenes.
Después de un almuerzo repleto de conversaciones y discusiones, se reanudó la conferencia. Cuando se le pidió que respondiera a la estadística de que la mayoría de la gente muere en el hospital, Su Santidad sorprendió al panel diciendo que si usted muere en el hospital significa que se han agotado todos los esfuerzos por salvar su vida, por lo que no habrá lugar para el arrepentimiento. Por otra parte está de acuerdo en que los médicos y enfermeras tienen que tratar a sus pacientes como seres con sentimientos de placer y dolor, y no como máquinas inanimadas trajeron a reparar.
Al comentar sobre si la bondad es una función natural, dijo:
“Sí, nuestras vidas comienzan en el vientre de nuestra madre y su contacto físico y la expresión de afecto son esenciales para nuestro crecimiento saludable. Esta es la base de nuestro desarrollo posterior de un corazón cálido”.
Con respecto a las preguntas acerca de ayudar a los viejos o enfermos a morir, él dijo que tenemos que investigar por qué ellos desean morir. Tenemos que usar la compasión y la sabiduría para evaluar cuál es el mejor curso de acción. Dijo que en la práctica budista el ayudar a acabar con la vida de alguien se está permitido si se va a beneficiar en el largo plazo, pero de nuevo la compasión y la sabiduría son necesarias para hacer el juicio.
Se le preguntó si es importante entrenarnos para encontrarnos con la muerte, y si es así, cómo hacerlo.
“La muerte vendrá porque es parte de la vida”, dijo. “La gente que evita las palabras vejez y muerte, serán tomados por sorpresa cuando ésta llegue. En algunas de nuestras prácticas de meditación, visualizamos el proceso de la muerte y la disolución de estos elementos asociados, todos los días, para que podamos estar preparados para el evento real. Para aquellos que creen en una sucesión de vidas, la muerte es como cambiar su cuerpo. Si usted ha llevado una vida llena de sentido, cuando la muerte se lleva a cabo no habrá necesidad de arrepentimiento.
“El entrenamiento depende de la capacidad del individuo. Un enfoque consiste en desarrollar la conciencia de sus sueños. Si usted puede entrenarse para reconocer que usted está en el estado de sueño y toma el control del mismo, usted puede tener una experiencia más profunda de la disolución de los elementos que tienen lugar durante el proceso de la muerte”.
Cuando llegaron las preguntas sobre los rituales asociados con la muerte, Su Santidad fue firme al afirmar su escepticismo acerca de la eficacia de los rituales en el proceso. Reconoció que si se llevaron a cabo por una persona con experiencia y conocimiento que puedan tener algún beneficio, pero por lo demás dudaba que fuera de mucha ayuda.
Volviendo a las prácticas de meditación que, en efecto ensayan el proceso de morir, mencionó que pasa por éstas cuatro o cinco veces al día. En este sentido, habló de meditadores que permanecen en equilibrio meditativo póstumo después de la muerte. Se trata de casos en los que la actividad del cerebro y el corazón han cesado y, sin embargo el cuerpo se mantiene fresco durante varios días. Durante los últimos 50 años se tiene conocimiento de 30 a 40 casos de este tipo, incluyendo el de su tutor senior que se quedó en tal estado de meditación durante 13 días después de su muerte. La ciencia no tiene aún ninguna explicación de este fenómeno; mientras que la explicación budista es que esto implica la existencia de niveles más sutiles de la conciencia. Aunque el corazón, la circulación y el cerebro se hayan detenido, es sólo cuando la conciencia sutil sale del cuerpo que se llega el momento de morir y comienza la descomposición del cadáver.
Cuando la conferencia llegaba a su fin, el Rector ofreció unas palabras de agradecimiento, expresando su gratitud a Su Santidad por su comprensión, su accesibilidad y su humor. Él dijo que había sido un honor contar con su presencia en el campus. Dio las gracias a los dos profesores universitarios y miembros de la comunidad tibetana, cuyo duro trabajo y apoyo contribuyeron al éxito del evento.
Traducido al español por Lorena Wong.