12 marzo de 2013 – Ginebra, Suiza
Por Kelsang Gyaltsen, Representante Especial de Su Santidad el Dalai Lama para Europa
Pronunciado en la Conferencia del Congreso Mundial Uigur sobre Derechos Humanos en China: Implicaciones del Nuevo Liderazgo para Turquestán del Este, Tíbet y Mongolia del Sur
Muchos gobiernos occidentales, entre ellos los Estados Unidos y la Unión Europea están comprometidos en un diálogo bilateral sobre Derechos Humanos con China. Este diálogo es adoptado como el instrumento primario para promover los derechos humanos en la República Popular de China (RPC).
Hoy, después de cerca de dos décadas de diálogo bilateral sobre derechos humanos, es un secreto a voces que este acercamiento ha fracasado en producir cualquier progreso tangible. Esto es admitido incluso por los diplomáticos que conducen el diálogo en discusiones privadas y por un número de estudios autorizados.
Hay desaliento y desánimo entre los diplomáticos de la comunidad política extranjera sobre los deprimentes registros de su compromiso en derechos humanos con China. Ellos se dan cuenta que hay algo básicamente equivocado con la política actual de derechos humanos de sus gobiernos con respecto a China.
Esta conclusión es correcta. La actual política de los gobiernos occidentales sobre derechos humanos en relación a China está basada en algunas falacias y conceptos erróneos básicos sobre China.
En el Occidente siempre ha habido una escuela de pensamiento que sostiene que la “diplomacia silenciosa” es la más efectiva manera de tratar con China sobre derechos humanos, democracia y estado de derecho. La consecuencia lógica de esto ha sido para los gobiernos occidentales ejercer moderación en orden de evitar “la pérdida de prestigio” de los líderes chinos. Y es obvio y claro que esta moderación para evitar la pérdida de prestigio de los líderes chinos tiene una parte en la pérdida de vidas de un creciente número de tibetanos y en el deterioro general de la situación de derechos humanos en la RPC.
Es claro que la voluntad china de comprometerse en un diálogo bilateral sobre derechos humanos solo tiene por objeto evitar la discusión pública de su historial sobre derechos humanos. El compromiso occidental en un diálogo bilateral sobre derechos humanos –sin ninguna condición ni puntos de referencia- es visto por el gobierno chino como una señal de la prioridad de los gobiernos occidentales en una relación fluida en una amplia gama de temas de interés mutuo en lugar de crear tensión y confrontación sobre los derechos humanos.
El gobierno chino no ve este compromiso de los gobiernos occidentales como conciliatorio ni como un gesto de buena voluntad, sino simplemente como una debilidad en los principios de derechos humanos.
El gobierno chino piensa y acepta que los gobiernos occidentales necesitan plantear los derechos humanos con ellos, en orden de apaciguar al público en casa. Pero el gobierno chino nunca parece haber sentido verdadera presión para introducir iniciativas significativas sobre los derechos humanos en China. Como resultado la credibilidad en la política de derechos humanos de occidente se ha perdido. Tristemente, el diálogo bilateral sobre derechos humanos se ha convertido en un ejercicio ritual que ayuda a evitar la pérdida de prestigio, no solo de los líderes chinos sino de los gobiernos occidentales, también.
Psicológicamente China ha sido hábil en arrinconar a los gobiernos occidentales en una posición defensiva, al lamentar constantemente “la humillación” infligida a China por el colonialismo occidental. Al explotar la mala conciencia de las potencias occidentales acerca de su pasado colonial, China ha sido capaz de rechazar cualquier crítica de su historial de derechos humanos como “una injerencia en los asuntos internos” de China, con impunidad.
Esto es, sin embargo, una completa violación y contradicción de la universalidad y la indivisibilidad de la declaración de los derechos humanos. Por otra parte, si tal argumento se tolera entonces surge la pregunta ¿por qué esto no debería ser aplicable a otros países de África y Asia, con una historia similar?
Otra falacia fundamental del enfoque occidental para promover los derechos humanos en China es el enfoque exclusivo en el compromiso con el gobierno. Sin embargo, en última instancia, son los defensores y activistas de los derechos humanos y los defensores de la democracia y del estado de derecho de esos países los que conformarán el curso futuro de su país. En consecuencia, una política eficaz de derechos humanos debe tener como objetivo fomentar y reforzar las fuerzas de los derechos humanos y la democracia. Por desgracia, en lugar de considerar cada declaración y cada iniciativa sobre cómo pueden afectar el espíritu y la situación real de las personas que abogan por un mayor respeto de los derechos humanos fundamentales y las libertades a costa de grandes riesgos personales, algunos gobiernos occidentales toman la sensibilidad de los líderes chinos como medida para tratar con China sobre derechos humanos, democracia y estado de derecho.
El Occidente sabe por los testimonios de disidentes de los antiguos países comunistas de Europa del Este, como el fallecido ex presidente checo Vaclav Havel, cuán importantes han sido la expresión oficial y pública de la solidaridad y el apoyo de los países libres de Occidente, en el sostenimiento de su esperanza y aspiraciones de libertad. El Occidente debe ahora aplicar a los gobernantes comunistas en Beijing las lecciones aprendidas al tratar con los gobernantes comunistas de Europa del Este y de la Unión Soviética.
La actitud de los gobiernos occidentales hacia China sigue pareciendo muy influenciada por el legado de la Guerra Fría. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética era el enemigo del Bloque Occidental, mientras que China fue vista más como una aliada. Aunque el comunismo y el régimen de partido único en China no han sido menos brutales y opresivos que la antigua Unión Soviética, la actitud occidental hacia China comunista ha sido más tolerante y conciliadora, independientemente de las inmensas violaciones sistemáticas y generalizadas de los derechos humanos en la República Popular China. Decenas de millones de chinos murieron en oleadas de purgas políticas y las campañas llevadas a cabo por el Partido Comunista Chino. Sin embargo los medios de comunicación y los gobiernos occidentales a menudo retratan el comunismo chino como benigno. Mao fue un icono de la juventud occidental a finales de 1960 y 70. Incluso hoy en día, hay personas que propagan el régimen de partido único de China como la alternativa más adecuada y eficaz a la democracia al estilo occidental. De este modo, aún siguen existiendo muchas falacias y malentendidos sobre China impidiendo la formulación de una política más realista y más firme con relación a China.
Europa necesita darse cuenta de que en nuestro mundo altamente interdependiente e interconectado nuestros propios derechos y libertades fundamentales no son seguros mientras haya dictaduras y despotismo en otras partes del mundo. Desafortunadamente, a menudo los que están privados de sus derechos humanos son menos capaces de hablar por sí mismos. Esta responsabilidad recae en aquellos que gozan de estas libertades.
Por lo tanto es importante que el compromiso de Europa con los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho no se detenga en las fronteras de Europa. Una nueva dedicación a estos valores básicos reforzará la voluntad política y la seguridad en sí misma necesaria para una política de derechos humanos europea de principios y robusta. Con un esfuerzo sostenido y coordinado y una clara estrategia política y agenda común en materia de derechos humanos, Europa puede desempeñar un papel de liderazgo crucial en la promoción de los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho en China, lo que también contribuye al alivio de la difícil situación de los tibetanos y a una resolución pacífica de la cuestión del Tíbet mediante el diálogo y las negociaciones.-