Eurasia Review | Por Bhavna Singh
9 de setiembre de 2012
En la más descarada burla a la pésima condición de la gente en Tíbet, la Televisión Central de China (CCTV, por sus siglas en inglés) anunció recientemente en su “Encuesta Económica de las Ciudades más Felices de China”, que Lhasa obtiene este honor con las más altos derechos. Más sorprendente, esta no es la primera vez que se le ha conferido a la ciudad este título, sino que ha ganado este galardón por quinta vez consecutiva. Este artículo explora si los índices citados en la encuesta pueden ser interpretados como indicadores creíbles de felicidad en esta ciudad occidental de la República Popular de China. La estela de autoinmolaciones ¿ha sido sin razón alguna entonces? ¿O es que el Estado está deliberadamente tratando de proyectar un Tíbet feliz como contra propaganda a los tibetanos?
¿Por qué China piensa que el Tíbet es feliz?
Las afirmaciones hechas en la encuesta se basan principalmente en el desarrollo económico de la Región Autónoma de Tíbet. Seguida por Taiyuan, la capital de la provincia de Shanxi, Hefei, capital de la provincia de Anhui, Changsha, capital de la provincia de Hunan, y Hohhot, capital de la región autónoma de Mongolia Interior, Lhasa ha sido declarada como la ciudad que proporciona a los ciudadanos la mayor cantidad de tiempo libre, constituido mayoritariamente por (el que se destina) a la navegación en Internet y a mirar TV. Esto es a pesar de que solo 100.000 familias han sido relevadas para la encuesta. Y tampoco la encuesta ha identificado la naturaleza de los programas que son más vistos (los que podrían probablemente ser los que les proporcionan una ventana al mundo exterior) lo que las medidas de audiencia locales podrían fácilmente determinar.
Según cifras oficiales, el PBI de Lhasa alcanzó 22.21 billones de yuanes (USD 3.52 billones) en 2011, un incremento interanual del 14.6 por ciento y para los residentes rurales el promedio anual de ingreso per cápita alcanzó 6.019 yuanes (USD 958.53) en 2011, un aumento del 20% con respecto a 2010. El Estado enfatiza que ha creado el máximo de oportunidades de empleo y mejor estándar de vida a través de la política de las “tres inclusiones”: comida y alojamientos gratis, y educación obligatoria gratis para los hijos de los agricultores y los pastores. El promedio de la tasa de empleo de los estudiantes universitarios tibetanos alcanzó el 84% entre 2006 y 2010. Además, mientras los precios de las viviendas han aumentado en la mayoría de las ciudades chinas en los últimos años, el Estado se ha esforzado por mantenerlo relativamente estable en Lhasa. Sin embargo, el supuesto básico del Estado de que el progreso económico y el tiempo libre hablan del progreso de la gente es sesgado. El debate tan citado sobre progreso versus sustentabilidad podría fácilmente ver el caso al revés.
La llamativa ausencia de ciudades del delta del río Yangtze o de las regiones del río Guangdong, está siendo atribuida al hecho de que aunque la gente de estas regiones puede tener altos ingresos, ellos tienen poco o nada de tiempo libre para intereses culturales y espirituales. Esta afirmación es también altamente debatible y en su gran parte superflua.
¿Por qué el Tíbet piensa que es reprimido?
Al contrario de las afirmaciones del gobierno, varios informes (Radio Free Asia) señalan que la declaración de Lhasa como la ciudad más feliz fue seguida simultáneamente por una dura campaña de seguridad en varios condados de Tíbet, especialmente en el condado de Driru de la prefectura de Nagchu en el norte del Tíbet. El Estado ha vertido un alto número de fuerzas policiales, establecido puestos de control con escáneres para el cuerpo al estilo de los aeropuertos en las ajetreadas áreas del centro y escaneado de cerca a todos los tibetanos que pasan de una región a otra, dando a la ciudad y a las regiones vecinas una apariencia casi de prisión.
Se ha informado también que las autoridades chinas han detenido a más de mil tibetanos en un condado de la Región Autónoma del Tíbet desde marzo de 2012 por su participación en el renacimiento, promoción o afirmación de su identidad cultural tibetana. En otras instancias, los tibetanos han sido arrestados por supuestas filtraciones de información hacia los Estados Unidos e incluso por cantar canciones, lo que demuestra las dificultades que enfrentan los tibetanos bajo el dominio chino o incluso aquellos que muestran reverencia hacia el Dalai Lama. Una reciente protesta de tibetanos en la reapertura de una mina destructiva para el medioambiente en el condado de Markham en la prefectura de Chamdo, también encontró una severa represión de las autoridades. Asimismo, en general, los chinos no tibetanos son permitidos de libre acceso a la mayoría de los lugares lo que revela las prácticas discriminatorias del Estado chino entre los Han y los tibetanos.
¿Realidad comprobada?
La realidad en el terreno ciertamente no reproduce el cuadro de prosperidad y contento planteado por las autoridades chinas. La encuesta es indubitablemente fallida en varios puntos. Primero, no hay mención a las categorías como derechos civiles, derecho a la libertad religiosa y a los derechos humanos individuales -que son esenciales para cualquier clase de reconciliación entre el Estado y los sentimientos anti-Estado de la región- y que están constitucionalmente garantizados pero no implementados. Segundo, no hay ningún cambio sustantivo en las percepciones entre los Han y los tibetanos, ni hay un intento del Estado por unirlos. Un enfoque de compromiso constructivo de pueblo a pueblo está faltando evidentemente más allá de los esfuerzos que preocupan al Estado.
Además, el desarrollo de proyectos iniciados e implementados por el gobierno ha hecho solo enfurecer a los locales incluso más allá de ayudarlos a armonizar con los objetivos y las visiones del centro. Las impertérritas actividades de las autoridades centrales solo refuerzan las actitudes tradicionales y las lealtades locales, dado el severo impacto inmediato de sus políticas. Por ejemplo, los recientes ejercicios anti-terrorismo en el aeropuerto Gongar de Lhasa y en la estación del tren Qinghai-Tíbet causaron muchos inconvenientes a la comunidad local.
Teniendo en cuenta la incesante lucha entre los tibetanos y las autoridades del Estado, las que a menudo toman formas extremas como el recurso de las autoinmolaciones, sería en el mejor interés del Estado, encontrar soluciones duraderas y efectivas a los problemas en cambio de falsear una imagen de prosperidad de su gente en las regiones autónomas.-