Tibet.net
23 de agosto de 2012
La Senadora Lisa Singh ha planteado el tema del Tíbet en el receso del Senado Australiano ayer. Ella visitó Dharamsala junto con la senadora Larissa Waters del 10 al 13 de julio de 2012
Debate del Senado, 22 de agosto de 2012
Receso
Tíbet
En el receso parlamentario de julio tuve la extraordinaria oportunidad de viajar a Dharamsala, la capital del exilio del Tíbet, con mi colega la senadora Waters, como parte de la delegación del Consejo Australia Tíbet. El Consejo Australia Tíbet apoya este intercambio como una manera de asistir a los miembros del parlamento para entender más profundamente la situación del pueblo tibetano. Tíbet está en territorio chino, entre los picos de los Himalayas, y es el hogar de un pueblo con una profunda e importante conexión a su cultura y su patria. El Tíbet tiene más de 2000 años de historia escrita y, antes de la ocupación por parte de China, existía como un estado soberano independiente. La identidad tibetana está construida sobre la base de una profunda espiritualidad y el líder de la religión budista tibetana, Su Santidad el Dalai Lama, es conocido y reverenciado en todo el mundo.
Trágicamente, el liderazgo y la cultura que representa han sido sistemáticamente socavados por el régimen de ocupación. Desde que China afirmó su autoridad en la región en 1949, las pérdidas de vidas, propiedad y sitios significativos del patrimonio –por ejemplo, más de 6000 monasterios han sido destruidos- han sido igualadas solo por la correspondiente pérdida de libertad, libertad de expresión y cultura. China ha falsamente imputado motivos de violencia y separatismo a Su Santidad en orden de justificar su objetivo en la cultura tibetana y ha seguido una estrategia de inmigración de chinos y militarización en orden de subsumir a la población nativa.
Bajo el gobierno chino, los maestros y los líderes religiosos requieren permiso para ejercer y suelen ser objeto de reeducación forzada. El idioma local está totalmente deslegitimado. El comercio diario y el movimiento de residentes de Lhasa, la capital del Tíbet, es objeto de intensa vigilancia y, como explicó el Primer Ministro de la administración Central Tibetana en el exilio, el Dr.Lobsang Sangay, cuando estuvo en Australia hace poco tiempo atrás, es imposible para ciudadanos comunes expresar su profundamente arraigada espiritualidad sin temor al arresto, la tortura o incluso la desaparición.
Desde el año pasado, 49 tibetanos han tomado la extraordinaria medida de prenderse fuego en orden de destacar la opresión de su pueblo y afirmar el nivel de control de su propio destino. Estas autoinmolaciones no son solo actos de desesperación; ellas son actos de expresión política. En efecto, según el Dr.Sangay, las autoinmolaciones son en alguna medida una afirmación de libertad: “Tú puedes restringir mi libertad pero yo puedo elegir morir como quiero”. Que un pueblo sienta que su forma de morir es la única vía de expresión, es una indicación de la gravedad y urgencia de la situación en el Tíbet. Australia tiene una larga posición de reconocimiento de la soberanía de China sobre la Región Autónoma Tibetana. Pero los principios de libertad, libertad de expresión, y la seguridad del patrimonio que el pueblo tibetano busca, son estándares universales.
Desafortunadamente, para muchos, la única opción, en orden de ejercer su cultura, es buscar refugio en la capital del exilio, Dharamsala, ubicada del otro lado de los Himalayas, en Himachal Pradesh, en India. Es una ciudad encima de las nubes, en las laderas del Valle de Kangra, a la que no se puede llegar fácilmente ya sea por el sur o por el norte. Se ha convertido, sin embargo, en patria del gobierno exilado que representa al Tíbet.
Tuve el privilegio de aprender sobre el tradicional budismo tibetano y meditación en el monasterio de Gyuto y reunirme con Su Eminencia el Karmapa. También nos reunimos con la directora del Proyecto de Monjas Tibetanas, Rinchen Khandro, en el convento de Sidphur y aprendí de su trabajo y el apoyo dado a las monjas tibetanas. El nuevo centro de recepción para los recién llegados que buscan asilo, que fue financiado por el Congreso de los Estados Unidos, proporciona refugio y la atención médica necesaria a los recién llegados. Muchos llegan con congelamiento y otras lesiones después de soportar un viaje a través de la cadena del Himalaya para conseguir un lugar de libertad.
Los registros revelaron que desde 1991 a 2004, el centro ha recibido un total de 42.634 nuevos arribos desde Tíbet, más de la mitad eran niños y jóvenes de menos de 25 años. También fui informada que desde 2008, el momento de los Juegos Olímpicos en China, la presencia militar ha aumentado dramáticamente en Tíbet, en las fronteras y en las calles, lo que ha llevado a una reducción de los nuevos arribos en el centro de recepción de Dharamsala. Sin embargo, mientras estuve allí, pude hablar con algunos recién llegados que llevaban solo un día allí, sobre su viaje, sus esperanzas y sus ambiciones ahora que eran libres. Muchos nunca habían tenido educación formal alguna y habían dejado sus familias detrás, por un futuro donde ellos puedan ser libres de vivir sus vidas.
Lo que los tibetanos hacen cada día en India es en verdad lo que ellos deberían hacer en Tíbet y lo que todos damos por sentado, que es, mantener su cultura viva y practicar su arte, idioma y religión. Estoy complacida de que el gobierno de India haya proporcionado el apoyo y la oportunidad para los tibetanos de educar a su pueblo para que sean capaces de aprender su idioma y cultura, y practicar su arte a través del Instituto Tibetano de Artes Escénicas y en Norbulingka, en Dharamsala. La Aldea de Niños Tibetanos (TCV, por sus siglas en inglés) es un logro destacado, con un número de estudiantes que se van convirtiendo en académicos y líderes en todo el mundo. En 1959, el Dalai Lama reconoció que tantos niños refugiados huérfanos, separados de sus familias, necesitarían un centro de cuidado y educación para ellos. Las casas de las TCV hoy, cuidan y educan a miles de niños tibetanos y fue en efecto un honor ser capaz de reunirme con ellos. Su misión es asegurar que todos los niños tibetanos bajo su cuidado reciban una sólida educación e identidad cultural y se conviertan en autosuficientes, miembros activos de la comunidad tibetana y del mundo todo. Realmente creo que esto está siendo logrado en las TCV.
No solo nos reunimos con el parlamento tibetano en el exilio, también nos reunimos con la sociedad civil, un número de ONGés tibetanas, entre ellas el Congreso de la Juventud Tibetana, la Asociación de Mujeres Tibetanas, Estudiantes Por un Tíbet Libre, el Gu-Chu-Sum y el Partido Nacional Democrático del Tíbet. Dada la experiencia del pueblo tibetano, quizá no es sorpresa que la sociedad civil haya prosperado cuando se le ha permitido. Todas estas organizaciones son dirigidas por dedicados y apasionados individuos.
Me siento complacida de que Australia continúe poniendo de relieve la cuestión del Tíbet en el Diálogo Australia-Tíbet sobre Derechos Humanos. Sin embargo, China ha cerrado recientemente la entrada a la región y rechazado un pedido de funcionarios australianos para visitarla y también a la vecina provincia de Sichuan. Al mismo tiempo, bajo el pretexto de mantener la estabilidad, 3000 nuevas tropas han entrado al Tíbet, con soldados de pie en las esquinas de las calles y fuera de los hogares de la gente.
En última instancia el carácter tibetano es de humildad, gentileza y esperanza. Cada persona que encontré en Dharamsala está imbuida con una poderosa convicción de que la democracia durará más que el totalitarismo y que la cultura tibetana prosperará una vez más en el aire libre de su patria. Sinceramente espero que Australia y el mundo puedan continuar contribuyendo a ese objetivo digno de hacer entender a China que con el poder viene la responsabilidad hacia todos los miembros de la familia humana.-