Por Woeser en Beijing
Después que las protestas que estallaron en todo Tíbet en 2008 habían sido reprimidas por las autoridades, varios tipos diferentes de “barreras humanas” continúan existiendo hasta hoy.
El verano pasado, cuando estaba viajando por Kham vine a saber que a “todos los oficiales del gobierno nacional” de la provincia de Sichuan les fue requerido llenar un formulario especial que incluye: 1. Si ellos tienen monjes o monjas en sus familias, 2. Si ellos tienen un santuario budista en su hogar, 3. Si ellos tienen una foto del Dalai Lama en exhibición, 4. Si tienen familiares en el extranjero, 5. Si tienen su propio pasaporte, 6. Si ellos mantienen una creencia dual (en el partido comunista y en el budismo). Aun cuando tanto los chinos han como los tibetanos tiene que llenar este formulario, este está directamente dirigido contra los tibetanos.
Un amigo taiwanés que vive en una sociedad democrática me preguntó: ¿cuál es el punto de llenar este formulario? Respondí: si cualquiera de las respuestas es “sí”, uno será puesto en una lista negra y será blanco de sospecha; si todas las respuestas son “no”, uno será acomodado por el partido. Pero mi amigo continuó preguntando: Pero ¿son ellos tan ingenuos? Respondí: de hecho, ellos saben exactamente como sienten y piensan los tibetanos, el objetivo de que todos los tibetanos tengan que informar sobre todos estos ítems es aterrorizarlos y humillarlos.
En mi libro “The Snow-Lion Roaring in the Year of the Mouse: A Chronicle of the Events in Tibet of 2008” (“El León de Nieve Rugiendo en el Año del Ratón”: Una Crónica de los Hechos en Tíbet de 2008) escribí que en muchas unidades de trabajo, escuelas y comités de vecindario en Lhasa, tenían que reunirse en una gran asamblea para “criticar a la camarilla de separatistas del Dalai” y todos tenían que escribir cartas de denuncia, que debían leer en la reunión. Lo que hería más a los tibetanos era que tenían que decir el nombre del Dalai Lama para criticarlo, pero usando solo el “Dalai” y no “Lama”, o sino su posición no hubiese aparecido lo suficientemente firme.
Muchos años atrás, cuando estaba trabajando en la Federación Tibetana de Literatura y Círculos de Arte, también encontré “barreras” muy similares, por lo que escribí las siguientes líneas:
“Todos los seres humanos nacen libres…” “Cada uno tiene el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión…” –estas dos frases son las que más sacudieron y confortaron a la gente, de la Declaración Universal de Derechos Humanos que fue anunciada al mundo más de medio siglo atrás. Pero también son las más fantásticas.
Esto es especialmente verdad con respecto al hoy del Tíbet, nunca sabemos si alguna vez tendremos la chance de sentir los derechos de estas palabras que están directamente conectadas a los humanos que viven en todo el mundo. Nosotros no tenemos esos derechos. Como un trueno que perfora nuestros oídos, estamos forzados a escuchar que ¡nada está permitido, nada está permitido, nada está permitido!
Esa tarde, escondida en la barraca que servía de cuarto dormitorio en mi unidad de trabajo, miré todo en mi pared, y cada ítem en mi biblioteca. Todas las cosas que me habían acompañado durante años: la thangka de color desvanecido, las no demasiado exquisitas lámparas sagradas, muchas fotos de monjes tibetanos que la gente me había dado o que había tomado por mí misma, y también la escultura budista de arcilla ubicada dentro del pequeño altar, con cabello celeste sobre su cabeza y una expresión facial tan clara como el agua, aunque revelando un toque de melancolía, una melancolía que se había hecho visible en ese momento.
Todas estas cosas, todas ellas, son símbolos de fe y de belleza artística. Pero en ese tiempo, tuve que esconderlas, empacarlas y ponerlas en un secreto rincón. Esto fue porque ellos habían dado la orden estricta de que estaba prohibido mantener cualquier objeto religioso en el hogar, eso estaba ¡estrictamente prohibido!
Al día siguiente, ellos fueron casa por casa e inspeccionaron, sí, una palabra ¡inspeccionar! Cuando estaba escondiendo la thankga, las lámparas sagradas, el retrato y el pequeño altar en cajas de papel, no puede evitar sentirme profundamente avergonzada”.
Estas “barreras humanas” de inspecciones en gran escala son prácticas comunes del partido, siempre siguiendo el mismo conjunto de procedimientos.
Por ejemplo, después del 4 de junio de 1989, varias limpiezas políticas fueron instigadas, todas realizadas a través del proceso de mantener reuniones, declaraciones de la posición de uno, escribir confesiones y auto-evaluaciones, que eran todas grabadas en los archivos individuales de las personas. Lo mismo pasó con el Falun Gong. Mucha gente que admitió que eran practicantes Falun Gong pero que no estaban preparados para abandonarlo, perdieron sus trabajos y fueron puestos en campos de trabajo forzado.
Los tibetanos khampa me dijeron que además de llenar esos formularios, las autoridades locales realizaron una gran variedad de otras actividades, tales como “cantar canciones rojas”, celebrar el “dar gracias”, llevar a cabo actividades “para recordar las penas del pasado y las alegrías del presente”, etc. Incluso ellos le pedían a la gente que mirara a la cámara y gritara “contra la camarilla del Dalai, agradeciendo al partido”. El hecho más humillante es que cada vez que estas actividades tienen lugar, los oficiales presionan a cada uno, preguntando: “¿Quieres un trabajo o no?”.-
13 de enero de 2012