Por Thubten Samphel, Instituto de Política de Tíbet
CTA Blog | 2 de abril de 2012
Cuando te quedas sin argumentos, recurres a los insultos. China está haciendo justamente eso. Compara a Su Santidad el Dalai Lama con Hitler y la propuesta tibetana de regular el flujo de colonos chinos en la meseta con un holocausto, un acto de los nazis. Esto fue puesto en primera plana en la edición del China Tibet Online y otros medios de noticias del Estado, el 24 de marzo. La poderosa China, la próxima súper potencia, repleta de equipo militar e inundada de efectivo, igualando a un solitario exilado con Hitler, el hombre que comenzó la Segunda Guerra Mundial, hizo una noticia internacional.
En cierto modo, comparar al líder tibetano con Hitler es una degradación. Antes, Zhang Qingli, el anterior secretario del partido de la Región Autónoma Tibetana, (en cita) que se hizo famosa, llamó al líder tibetano “un demonio con cara humana y corazón de bestia”. En términos de insultos, tú puedes subir más alto o caer más bajo que eso.
En cualquier lucha, el insulto es una herramienta política. Sirve a dos propósitos. Pinta a tu oponente en la luz más negra. Es como dar a un perro un mal nombre y colgarlo. La gente está advertida. Se notificó que las dos partes tienen diferencias irreconciliables. Asociarse con la otra parte es a riesgo de tu propia vida. ¿Quién quiere estar al lado del demonio o de Hitler? Nosotros no sabemos sobre el diablo, pero Hitler perdió la última guerra mundial.
El insulto sirve a otro propósito. Desplaza la culpa y la responsabilidad. Mientras todo Tíbet está ardiendo, ¿por qué está gritando el Partido Comunista Chino? El grito del partido distrae la atención de su fracaso en las políticas masivas en el Tíbet. Después de más de 60 años de la “liberación” del Tíbet por China, y de más de 50 años de haber aplastado el levantamiento tibetano de 1959, ¿por qué los tibetanos están dispuestos a hacer feroces sacrificios por la idea de libertad y el retorno de su más venerado nativo a su tierra natal?
Al quedarse sin argumentos y opciones políticas, el partido señala con el dedo y se satisface con el juego de culpar y avergonzar. En lugar de discutir el verdadero tema de porqué tantos tibetanos están prendiéndose fuego, insulta y se va por las ramas. ¿Es realmente el Dalai Lama como Hitler? Y ¿en efecto él está forzando a muchos jóvenes tibetanos a prenderse fuego? ¿Hace el Dalai Lama un hipnotismo a larga distancia sobre estos jóvenes, almas ignorantes? ¿Tan interesante? ¿Tan intrigante? De esta forma un tema de inmolaciones que necesita una discusión y revisión seria es reducido a un mera habladuría y a una charla frívola, y esto además enturbiado por miles de “piratas” quienes insinúan en los blogs, reprenden, confunden e insertan la línea del partido sobre Tíbet y recogen lo debido de su pagador.
La desviación es un arte. Reducir un problema serio a una ligereza, es otro. El Partido Comunista Chino se destaca en ambos. Este arte es también una señal de debilidad. Significa que ha perdido el control. Habiendo perdido el control, el Partido Comunista Chino recurre a la artillería pesada para reprimir y bombardea con una propaganda, para justificar la represión ante el pueblo chino y el mundo.
El líder tibetano podría ser un conveniente chivo expiatorio para todos los problemas de China en Tíbet, pero rehusar reconocer estos serios problemas y tomar duras decisiones hoy, no resuelve estos problemas. Los pospone para la siguiente generación de líderes, quienes podrían tener incluso más dificultades que aquellos que gobiernan a China hoy. Esta suerte de pasarle la carga a la próxima generación de líderes, no es la forma de gobernar china.
El escritor es Director Ejecutivo del Instituto de Política de Tíbet, de la Administración Central Tibetana.-