Thubten Samphel
13 de marzo de 2012
Con la posible excepción de Taiwán, nunca en sus más de 5 mil años de historia, el trono imperial de China se ha encontrado con un competidor como Tíbet. Los mongoles, en cuyo poderoso imperio yacela Chinacomunista su reclamo de legitimidad para gobernar a las minorías, son ahora un pueblo dividido en dos. El asalto demográfico de los colonos chinos sobre las tierras de pastoreo tradicionales de los mongoles, continúa a un ritmo feroz. Los manchúes, otro pueblo nómade, que llevó a China a su forma y tamaño imperial actual, están tan completamente asimilados en la corriente principal, que ellos son indistinguibles de los chinos a los que gobernaron entre 1664 y 1911. Hoy, en el último conteo, solo 12 ancianos manchúes pueden hablar su idioma. Los uigures de Turkestán del Este, o lo que los chinos llaman Xinjiang, son política y militarmente oprimidos y, como otras minorías, inundados demográficamente por colonos chinos.
Tíbet lidia con todos estos problemas que enfrentan otras minorías de China. Los tibetanos, como los mongoles y uigures, se encrespan bajo la subyugación de Beijing y lo han estado haciendo por estos 60 últimos años. Sin embargo, en las tres regiones, China no ha tenido éxito en apagar sus identidades separadas ni en ganar su lealtad. Por el contrario, la resistencia, violenta en Turquestán del Este y no violenta en Mongolia Interior y Tíbet, está creciendo. Las recientes y prologadas manifestaciones pacíficas en Mongolia Interior, el estallido de violencia en Turquestán del Este y la terrible muerte de 19 tibetanos de los 26 que se inmolaron en el este del Tíbet, son una clara indicación de que las minorías en estas regiones están profundamente infelices con la naturaleza brutal del dominio de Beijing sobre ellos.
Los mongoles de Mongolia Interior, los uigures de Turquestán del Este y los tibetanos en Tíbet son atendidos por las comunidades de exilados en el mundo libre. En el caso de los tibetanos, ellos están atendidos por una comunidad organizada y productiva, principalmente residente en India, que ha preservado los valores de la civilización budista tibetana y la ha promovido exitosamente en el mundo entero. Su Santidad el Dalai Lama le ha dado poder y realmente liberado a su pueblo al persuadirlo de que eligiera su líder político. Este acontecimiento resonó más allá del pueblo tibetano y fue a los corazones y mentes de los chinos que un día querrán el mismo regalo de democracia para decidir quienes quieren que sean sus líderes.
Al mismo tiempo, los exilados tibetanos mantienen y siguen un sistema de educación que produce sucesivas generaciones de maestros, doctores, escritores, y activistas sociales y profesionales en otros campos vitales. Todos ellos son soldados comprometidos con la lucha no-violenta del Tíbet por la libertad. En esta lucha por la libertad, los tibetanos están apoyados por los desinteresados esfuerzos de miles de no tibetanos, indios y otros de todos los continentes, quienes forman el movimiento de grupos de apoyo a nivel mundial. Por estas razones, el movimiento del Tíbet constituye uno de las luchas más dinámicas, continuas y no-violentas de nuestro tiempo. Pero todos esos esfuerzos de los tibetanos de ambos lados de los Himalayas palidecen en significado e importancia ante su decisión de llegar al pueblo chino. El éxito de este nuevo esfuerzo decidirá el destino político de Tíbet.
Sin embargo, la decisión de llegar al pueblo chino en el tema de Tíbet, levantó varios desafíos serios. Uno de ellos es la magnitud de las masas de China. Como un experimentado diplomático occidental observó con incredulidad, esta audacia tibetana de hacer lo que él percibía como imposible. “Hay 1.3 billones de chinos, ¡buena suerte!” La otra es la naturaleza del Estado chino. Incluso desde su fundación en 1949,la RepúblicaPopularde China, experimentó tumultuosos cambios, desde la agitación política inducida por el partido a la transformación económica guiada por el Estado.
Supervisando todo esto está el partido comunista chino, determinado a toda costa a mantener el país bajo su vigilante dominio. En tal circunstancia, incluso si los seis millones de tibetanos fueran capaces de convencer a los 1.3 billones de chinos de la verdadera naturaleza de su lucha no-violenta y ganar su apoyo, ¿podría la opinión de 1.3 billones de chinos en el Estado chino de un solo partido, tener importancia al delinear la política de Beijing hoy?
Entonces hay incluso un mayor desafío. Estos días, en la era de Internet, el más grande obstáculo para el esfuerzo de los tibetanos exilados de llegar al pueblo chino es la Great Firewall. Comola Gran Muralla de China, esta muralla erigida por Beijing en el ciberespacio significa impedir que los pensamientos bárbaros infecten la salud y armonía del Reino Medio. Como todos los gobernantes de estados de un solo partido, los líderes comunistas chinos saben que el conocimiento liberará al pueblo chino.
Estos desafíos ya individual o colectivamente hacen el esfuerzo tibetano de llegar a los chinos una tarea horrenda. Cumplir esta tarea se hace casi imposible por el hecho de que los recursos disponibles, tanto en mano de obra y de otro tipo, para la comunidad tibetana exilada son limitados. Mientras el alcance político, económico, comercial y de la prensa china, tanto doméstica como internacionalmente es enorme y crece a un ritmo feroz.
Aunque estos desafíos tienen suficiente peso, para algunos chinos hay un problema mayor. Ellos consideran la incorporación de la doctrina pacifista de la no-violencia de los tibetanos exilados en su lucha contra el Estado chino altamente militarizado como “mosquitos picando un cuerno de toro”. O, como Beijing condescendientemente gustaba señalar “una mosca batiendo sus alas contra el rey de las montañas”. La última descripción del gobierno chino de la comunidad tibetana exilada es “El Dalai y sus monos dispersos”.
Ya como mosquitos, o como yak muerto o como mosca solitaria, o monjes dispersos, el esfuerzo tibetano por llegar a los chinos está produciendo resultados. Estos resultados son lentos pero inexorables. Esto es tanto un crédito para la inamovible convicción de Su Santidad el Dalai Lama en el poder de la persuasión humana como en el agudo sentido de justicia de millones de chinos, quienes sufren el mismo duro tratamiento de sus gobernantes.
La expresión china de simpatía y apoyo para el pueblo tibetano vino cuando era más necesaria. La primavera de 2008 vio al Tíbet asolado por una ola de prolongadas protestas que llamaban por la libertad en Tíbet y el retorno del Dalai Lama. China respondió por la fuerza. El 15 de mayo de ese año, cerca de 368 intelectuales chinos firmaron una carta abierta al gobierno chino.
Esta carta, firmada por Liu Xiaobo, el Nobel de 2010, entre muchas otras luminarias chinas, instó a la prensa oficial china a parar “de suscitar la animosidad inter-étnica y agravar la ya tensa situación. Esto va en gran detrimento de la meta a largo plazo de salvaguardar la unidad nacional. Pedimos que tal propaganda sea detenida.”
La carta agregaba “nosotros apoyamos el llamado del Dalai Lama por paz, y esperamos que el conflicto étnico pueda ser tratado según los principios de buena voluntad, paz y no violencia. Condenamos todo acto violento contra gente inocente, instamos al gobierno chino a detener la represión violenta, y apelamos al pueblo tibetano para que no se comprometa en actividades violentas”.
Para explicar tanto la violencia ejercida contra los manifestantes pacíficos tibetanos como la responsabilidad de China por el mal gobierno en Tíbet, Wen Jaibao, el primer ministro, salió al aire con estas palabras, “hay suficiente evidencia para probar que este incidente fue organizado, premeditado, y meticulosamente orquestado por la camarilla del Dalai”.
El desafío de determinar la exactitud de la acusación del premier chino fue tomado por Gongmeng, que se traduce comola Iniciativade Constitución Abierta, también conocida como Centro de Investigación Legal Gongmeng, una organización son sede en Beijing. Integrado por abogados y académicos que defienden el imperio de la ley y una mayor protección constitucional enla RepúblicaPopularde China; fue establecido en 2003 por Xu Zhiyong y otros abogados.
Gongmeng envió cuatro investigadores a través de Tíbet para averiguar las causas del descontento del pueblo tibetano. En mayo de 2009 publicó sus hallazgos. El informe dijo que las causas de la infelicidad del pueblo tibetano estaban dentro de Tíbet y no fuera. Dijo que la política de línea dura del gobierno chino en Tíbet arrojaba una nueva aristocracia de funcionarios corruptos cuyo mayor preocupación era la protección de sus intereses personales y no la formulación e implementación de un gobierno justo.
El informe presentó una recomendación de 9 puntos al gobierno chino. La primera de esas recomendaciones instaba al gobierno chino a “escuchar con seriedad las voces de los tibetanos comunes y sobre la base del respeto y la protección de los derechos e intereses del pueblo tibetano, ajustar la política y el pensamiento en las áreas tibetanas, para formular el desarrollo de políticas que se ajustaran a las características de las áreas tibetanas, y estuvieran acordes con los deseos del pueblo tibetano”.
El 17 de julio de 2009, Beijing declaró “ilegal” a Gongmeng y cerró el estudio jurídico. El mismo mes, uno de sus miembros fundadores, Xi Zhiyong, fue arrestado por “evasión de impuestos” y liberado en forma condicional un mes después.
La habilidad tibetana para contar su historia eficazmente a los chinos podría determinar el resultado de la historia misma. Joseph S.Nye, quien acuñó el concepto de “poder blando”, explica esto en su nuevo libro, The future of power (El futuro del poder), “sobre un creciente número de temas en el siglo 21, la guerra no es el último árbitro… los resultados son conformados no meramente por de quién es el ejército que gana sino también por de quién es la historia que gana”.
Al articular esta opinión, Joseph S.Nye se hace eco de los preceptos militares de Sun Tzu, quien vivió en el mismo tiempo que Confucio. En su texto clásico sobre estrategia militar, El Arte dela Guerra, el ancestral maestro de la estrategia militar de China, revela esta pequeña joya
En última instancia la excelencia yace
No en ganar
Todas las batallas
Sino en derrotar al enemigo
Sin haber peleado
Al contarle esta historia a los chinos, los tibetanos también están contando la historia china a China y al mundo. De allí, la instantánea empatía china con la historia tibetana.-
El autor es el Director Ejecutivo del Instituto de Política de Tíbet, un instituto de investigación que funciona como plataforma intelectual orientad a la investigación, para la Administración Central Tibetana.