UOL Jamil Chad 12 de marzo de 2024
No hay almuerzo gratis con China y, en Brasil y América Latina, hay un malentendido sobre las motivaciones y objetivos políticos de Pekín. La alerta es del sikyong Penpa Tsering, quien ocupa el cargo de máximo líder político tibetano, una especie de presidente en el exilio. En una entrevista exclusiva con UOL, el líder tibetano advierte que, si el “dragón chino” ha cobrado fuerza en los últimos años, la responsabilidad también es de Occidente, que lo ha alimentado con comercio e inversión.
Fue electo y asumió el máximo cargo político en mayo de 2021, en una ceremonia con la presencia del Dalai Lama. En 2011, el religioso entregó toda la soberanía política a la Administración Central Tibetana. La “prioridad política” declarada por el sikyong Penpa Tsering se ha convertido en encontrar formas de reanudar la relación con el gobierno de China y resolver el conflicto sino-tibetano a través de una solución que pueda conducir a una paz duradera.
Su propuesta es un término medio “entre el estatus histórico del Tíbet como Estado independiente y la situación actual del Tíbet bajo el régimen ilegal de ocupación de la República Popular China”.
Desde que asumió el cargo, el presidente en el exilio ha viajado por el mundo para convencer a gobiernos e instituciones sobre la importancia de preservar la cultura e identidad tibetana, además de llevar a los chinos a algún tipo de negociación.
Penpa Tsering nació en un asentamiento de refugiados en el sur de India. Estudió economía y tuvo un papel central en el movimiento por la libertad del Tíbet. Como activista, asumió importantes cargos políticos e incluso fue nombrado jefe de la misión diplomática tibetana en Washington DC.
A continuación, un extracto de la entrevista.
¿Cuál es la situación actual de la relación del Tíbet con China?
Nací fuera del Tíbet. Nunca he visto el Tíbet. Para satisfacer mis necesidades emocionales, voy a la frontera y miro desde el lado indio. Si vas a analizar las políticas del presidente Xi Jinping en toda China y en zonas como el Tíbet, todo está dirigido a erradicar la identidad nacional de todo un pueblo. Se dirigen a la lengua, cultura y forma de vida. Incluyendo la destrucción del medio ambiente. Muchos se preguntan por qué ya no oímos hablar del Tíbet. Y esto tiene una relación con la transformación de la realidad de George Orwell en 1984.
¿En qué sentido?
El Estado vigila todo y lo controla todo. Y no hay espacio para nada. En los últimos años, 157 tibetanos se han autoinmolado. Muchos son jóvenes. Nunca han visto un Tíbet independiente, no han visto la ocupación china ni la destrucción promovida por la Revolución Cultural. Pero solo ven lo que los chinos hacen hoy y se ven arrojados a un acto de desesperación, con la esperanza de que el gobierno de China escuchará su apelación o que la comunidad internacional vendrá a su rescate.
Ud. habla de un ataque cultural, ¿qué significa?
El idioma tibetano es uno de los 15 idiomas más antiguos del mundo y esto se ha convertido en un objetivo. El idioma comenzó a enseñarse solo por cuatro horas a la semana en las escuelas. Esto ha estado sucediendo durante unos diez años. Hay informes de que, en una parte del Tíbet, habrá una supresión de clases en tibetano.
¿Cómo afecta esto la vida de la población?
En el Tíbet oriental, la gente ya no habla tibetano, excepto en los monasterios. Esto ahora se está expandiendo a todo el territorio del Tíbet. Allí es una sensación de que, cada vez más, los tibetanos hablan chino. Si esto continúa en las escuelas durante otros diez o quince años, una generación de tibetanos se transformará en china. Incluyendo sus comportamientos y sistema de valores. Esto tiene profundas consecuencias para la identidad de las personas. Y, por supuesto, con respecto a la religión, que ha jugado siempre un rol importante en la forma de vida del Tíbet.
Si antes teníamos miles de monjes en los monasterios, hoy tenemos 400 monjes. Para entrar en un monasterio, la regla dice que necesitas el apoyo de otros cuatro monjes, para asegurarse de que el candidato no realizará cualquier acto político. Hay muchas restricciones e incluso la administración de los monasterios ha sido transferida, mientras que se han instalado cámaras de monitoreo. También necesitamos autorización para viajar de un lado a otro.
En los monasterios se está replanteando todo el currículo y el gobierno chino quiere ser responsable del reconocimiento de los Dalai Lamas. Todo se está volviendo cada vez más restrictivo.
En el pasado, en el Tíbet, se habían establecido puestos de control en varias partes del territorio. Pero hoy, ya no hay tantos puntos de control y la gente puede pensar que sí hay un cambio. Pero eso no es cierto. Todo esto está siendo reemplazado por nuevas tecnologías. Ya no hay necesidad de un punto de control. Hoy todo el mundo tiene un código de barras. Dondequiera que vayas, ellos lo saben. Hoy en día, la gente vive con miedo.
Su trabajo es convencer a los países de que escuchen su llamamiento y argumentos. ¿Cómo ve al mundo frente a la situación del Tíbet? ¿De dónde viene el apoyo?
Solo podemos pedir el apoyo del mundo democrático, y no de regímenes autoritarios. China es intimidante y tiene muchos aliados más pequeños en todo el mundo para hacer lo mismo. Los estadounidenses son los únicos que tienen una ley sobre el Tíbet de 2002. Y ese fue el resultado de la entrada de China en la OMC.
El Occidente ha aprendido de la manera más dura lo que es tratar con China. El mundo libre pensaba que, si China formaba parte de la comunidad internacional, sería un actor más responsable. Pero la pregunta ahora es si el mundo libre está cambiando a China o si China está cambiando el mundo libre.
¿Cuál es su mensaje a los líderes de Brasil en su relación con China?
Cuando viajo a Brasil, México o Colombia, veo que hay poca conciencia sobre las motivaciones de China. No hay almuerzo gratis con China. Todo lo que hacen es de manera estratégica para que puedan conseguir lo que quieren. Los chinos saben seducir con el dinero. Pero es necesario que haya una mayor conciencia por parte de los latinoamericanos sobre lo que China quiere.
Xi Jinping habla hoy de iniciativas globales. Quieren exportar su forma de ver el mundo, su definición de los derechos humanos y cómo el orden mundial debería ser. La pregunta es si Brasil quiere ser un país autoritario como China o si quiere ser una democracia. Estamos hablando de un sistema de valores. Los chinos solo respetan a los que se levantan para defender los valores de China.
Hoy en día, vemos a algunas personas en Occidente decir: el dragón nos está mordiendo. Y yo pregunto: ¿quién alimentó al dragón para que fuera tan fuerte para poder morderte? Estados Unidos, Europa y tantos otros han invertido mucho y fortalecido a China. Entonces, ¿de quién es la culpa? No hagan a China más fuerte. Esa es la única manera que escuche a los demás.
Brasil forma parte de la estrategia de seguridad alimentaria de China. ¿Esto es algo que se puede contar en un eventual reequilibrio de la relación?
Ciertamente. Pero la pregunta es: ¿quién necesita más al otro?
Traducción al español por Aloma Sellanes tibetpatrialibre.org