The Economist | 12 de setiembre de 2017
El líder espiritual se une al coro de voces religiosas que vinculan el catastrófico cambio climático a la indiferencia estadounidense
Cuando los líderes religiosos hablan en materia de política global, ellos a menudo se adhieren a elevadas generalidades y evitan hacer desafíos directos a aquellos que ostentan el poder terrenal. No fue así esta semana. En el espacio de apenas 24 horas, Donald Trump y su percibida indiferencia hacia las preocupaciones medioambientales fueron objeto de severas reprimendas de dos campeones espirituales.
Uno de ellos fue el Dalai Lama, que estaba visitando una de sus organizaciones benéficas favoritas (Children in Crossfire, que ayuda a los niños en zonas de guerra), con sede en la segunda ciudad de Irlanda del norte, conocida oficialmente como Derry-Londonderry. Preguntado sobre si tenía un mensaje para enviar al Sr. Trump, él respondió: “su punto de vista sobre la ecología… no la considera importante, y con eso no estoy de acuerdo”. El líder espiritual tibetano agregó: “ahora pienso que Estados Unidos está aprendiendo lecciones sobre la importancia de la ecología… en la costa este, las inundaciones, y en la costa oeste, los incendios forestales.” La nación más industrializada y la nación líder del mundo libre debería tener más respeto hacia la ecología.”
El Dalai Lama dijo que el retiro de Estados Unidos del acuerdo sobre el clima de París, lo puso “bastante triste.” Él está particularmente preocupado por la amenaza de las nieves de la meseta tibetana, uno de los acuíferos de la Tierra, las que, se ha dicho a veces, son tan ecológicamente sensibles como las dos zonas polares.
Una reprimenda casi igualmente abierta, cuyo contexto dejó el significado perfectamente claro, fue emitida por el Papa Francisco mientras hablaba con los reporteros en un vuelo de Colombia a Roma. Un periodista, que señaló que el avión había volado cerca del camino del huracán Irma y las áreas que había devastado, preguntó si la responsabilidad moral era de los políticos que se negaron a colaborar con los esfuerzos globales para frenar los gases de efecto invernadero. Francisco respondió: “quien lo niegue, debe acudir a los científicos y preguntarles. Ellos hablan muy claramente. Los científicos son precisos… El cambio climático, usted ve los efectos y los científicos dicen claramente cuál es el camino a seguir. Y todos nosotros tenemos una responsabilidad… pequeña, grande, una responsabilidad moral… y tenemos que tomarla en serio.”
El pontífice dijo que había sido golpeado por los informes noticiosos de que franjas enteras del Ártico se estaban convirtiendo en navegables por el hielo derretido, y por la advertencia de al menos un destacado científico de que la humanidad tenía tres años para cambiar de rumbo o enfrentar un desastre irreversible. En contra de este trasfondo sombrío, dijo, “la historia juzgará” si se tomaron las decisiones correctas.
Dada la elevada estatura espiritual de ambos líderes, sus reprimendas deben ser tomadas en serio. Pero sin duda habrá un segmento de oyentes que responderá que, precisamente porque ellos pertenecen a asuntos mundanos y materiales, tales pronunciamientos no son vinculantes para los fieles.
Entre tales personas puede estar Stephen Bannon, un ex asesor de la Casa Blanca que es un católico devoto, pero que ha atacado severamente a los líderes de su iglesia en materia de inmigración, acusándolos de favorecer la entrada ilimitada en el país como una manera de llenar sus propios reclinatorios. Él no ve ninguna contradicción. Aunque pueda “respetar totalmente” la autoridad de los obispos católicos cuando hablan sobre cuestiones de doctrina religiosa, ha dicho que se siente libre de discrepar con los prelados sobre asuntos prácticos que no tienen nada que ver con la doctrina.
¿Es el destino de la Tierra un asunto práctico o doctrinario? Bueno, esa en sí misma es una pregunta doctrinaria.-