Detener la “reeducación”, humillación de monjes y monjas
Human Rights Watch | 29 de marzo de 2017
Las autoridades chinas deben poner un alto en la expulsión y la reeducación de monjes y monjas de la mayor institución religiosa tibetana, expresó Human Rights Watch, hoy. Según una declaración de un alto monje de la institución, los funcionarios chinos anunciaron el pasado 12 de marzo que 3.225 viviendas de Larung Gar, la institución budista tibetana más grande del mundo, serían tiradas abajo para el 30 de abril del corriente año.
Muchos de los monjes y monjas ya expulsados de Larung Gar y de una comunidad religiosa cercana en Yarchen Gar, ambas en áreas tibetanas de la provincia de Sichuan, han sido forzados a retornar a la Región Autónoma Tibetana (TAR, por sus siglas en inglés) y objeto de restricciones extraordinarias a su libertad y a tratos degradantes.
“China está desmantelando agresivamente la libertad religiosa junto con la vida religiosa en Larung Gar al hacer objeto de reeducación forzada a muchos monjes y monjas expulsados,” dijo Sophie Richardson, la directora en China de Human Rights Watch. “Las restricciones impuestas sobre los anteriores residentes deben ser removidas para que ellos puedan ejercer sus derechos completos a la práctica religiosa, incluyendo el unirse libremente a instituciones religiosas y observando los rituales religiosos.”
Un abad dijo en un discurso a la comunidad, el 23 de marzo, que los monjes y monjas “que se han ido nunca han querido irse… y si tenían o no un lugar para irse, igual tuvieron que hacerlo.” Agregó que “las demoliciones y expulsiones vienen de la política de altos niveles del gobierno y no pueden ser discutidas,” y pidió a los monjes y monjas “mostrar una gran tolerancia y no reaccionar con protestas, suicidios y demás.”
Otras fuentes le han dicho a HRW que a los ex monjes y monjas que han sido devueltos a la TAR no se les permite unirse a ningún monasterio o convento, lo que significa que son considerados “personal religioso móvil.” Ya un anuncio oficial indicó en setiembre de 2012, que tales monjes y monjas desafiliados no tenían permiso para llevar a cabo sus rituales religiosos en la TAR fuera de sus hogares a menos que tuvieran un permiso especial. Esto significa que los religiosos mencionados no pueden realizar servicios religiosos para otros, lo que constituye una fuente de ingresos normal para ellos, y que los tibetanos de la TAR enfrentan crecientes dificultades en encontrar practicantes religiosos para recitar las oraciones en los funerales y otros acontecimientos familiares.
No está claro si la decisión del 12 de marzo aludida, requiriendo la demolición de las 3.225 residencias incluye las 1.500 o más que ya han sido demolidas. Hasta ahora, 4.500 residentes han sido forzados a irse, según la declaración del abad, del 23 de marzo.
Las autoridades parecen haber hecho ciertas concesiones en respuesta a los pedidos del monasterio relativas a los procedimientos de demolición y desalojo en Larung Gar, incluyendo informes no confirmados de que algunos monjes y monjas fueron recompensados por sus casas demolidas y que aproximadamente 1.200 monjas expulsadas han sido reubicadas en cuatro campamentos temporarios en condados vecinos dentro de las provincias de Qinghai y Sichuan. Pero las demoliciones y los desalojos siguen siendo una violación a los derechos a la libertad y práctica religiosa de los miembros de la comunidad.
En noviembre del año pasado, siete expertos de las Naciones Unidas le escribieron al gobierno chino pidiéndole información detallada sobre las expulsiones en masa de tibetanos, chinos y otros monjes y monjas de los asentamientos monásticos de Larung Gar y Yarchen Gar. La declaración también le pedía al gobierno que proporcionará información sobre las bases legales para las demoliciones y expulsiones, y qué pasos habían sido dados para reasentar o realojar a aquellos que quedaron sin hogar.
“La conducta de China en Larung Gar y Yarchen Gar muestra un irrespeto cruel e inflexible por la libertad religiosa,” dijo Richardson. “Las autoridades chinas pueden deshacer algo del daño deteniendo la destrucción de esta comunidad, atendiendo justamente las necesidades de la comunidad religiosa y proporcionando explicaciones transparentes sobre su conducta en Larung Gar.”