The New York Times (Asia-Pacífico) | Por Luo Siling | 14 de agosto de 2016
A generaciones de chinos se les ha enseñado que el pueblo tibetano está agradecido a China por haberlos liberado del “feudalismo y la servidumbre” y sin embargo, las protestas tibetanas, incluidas las autoinmolaciones, continúan estallando contra el gobierno chino. En “Tíbet en Agonía: Lhasa 1959,” a ser publicado en octubre por la Universidad de Harvard, la escritora china Jianglin Li explora las raíces del conflicto tibetano en la ocupación china del Tíbet en la década del 50, que culminara en marzo de 1959 con el bombardeo del Ejército Popular de Liberación a Lhasa y la huida del Dalai Lama a India. En una entrevista, ella compartió sus conclusiones
Usted ha trazado paralelismos entre las matanzas de Lhasa en 1959 y la represión militar de 1989 contra las protestas prodemocráticas en Beijing.
China pudo encubrir mejor sus acciones en Lhasa en 1959, antes del advenimiento de la cobertura mundial de los medios, pero las dos tuvieron mucho en común. En ambas, los comunistas chinos usaron poder militar para aplastar los levantamientos populares, y ambas implicaron atroces masacres de civiles. Pero para los tibetanos, lo que distingue la masacre de Lhasa es su amargo sentido de China como un poder extranjero ocupante. Los tibetanos fueron subyugados por la fuerza, y ellos todavía están protestando hoy.
¿Qué sucedió en 1959?
La crisis comenzó en la mañana del 10 de marzo, cuando miles de tibetanos se reunieron alrededor del palacio Norbulingka del Dalai Lama para impedir que él saliera. Él había aceptado una invitación a una actuación teatral en las barracas del Ejército Popular de Liberación, pero los rumores de que los chinos planeaban secuestrarlo, desencadenaron el pánico generalizado. Incluso después que él canceló su salida para apaciguar a los manifestantes, ellos se rehusaron a irse e insistieron en permanecer para custodiar su palacio. Las manifestaciones incluyeron un fuerte clamor contra el gobierno chino, y China rápidamente lo etiquetó como “insurrección armada,” justificando la acción militar. Cerca de una semana después de que comenzara la agitación, el Dalai Lama escapó en secreto, y el 20 de marzo, las tropas chinas comenzaron un asalto concertado a Lhasa. Luego de tomar la ciudad en cuestión de días, causando numerosas bajas y daños al patrimonio, ellos se movieron rápidamente para consolidar el control sobre todo el Tíbet.
¿Por qué el Dalai Lama huyó a India?
Principalmente él deseaba impedir la masacre. Pensó que la multitud alrededor de su palacio se dispersaría una vez que él se hubiese ido, quitándoles a los chinos un pretexto para atacar. En los hechos, su partida ni siquiera pudo impedir el baño de sangre que siguió, porque Mao Zedong ya había movilizado sus tropas para un “asalto final” en el Tíbet.
Cuando el Dalai Lama se fue, él no planeaba ir tan lejos como India. Esperaba retornar a Lhasa después de negociar la paz con los chinos desde la seguridad de las tierras interiores tibetanas. Pero una vez que escuchó sobre la destrucción de Lhasa –a varios días de comenzado su viaje- se dio cuenta que ese plan ya no era admisible.
¿Por qué temían los tibetanos que los chinos pudieran secuestrar al Dalai Lama?
Para los tibetanos, él es un ser sagrado al que deben proteger a cualquier costo. Él había viajado a Beijing para reunirse con Mao en 1954 sin provocar protestas masivas. Hacia 1959, sin embargo, las tensiones habían aumentado, y los tibetanos tenían razón para temer que la invitación de los chinos al teatro pudiera ser una trampa.
El problema realmente comenzó en las regiones tibetanas de las provincias chinas vecinas –Yunnan, Sichuan, Qinghai y Gansú- hogar de cerca del 60% de la población tibetana. Cuando los comunistas chinos forzaron la colectivización de esos nómades y granjeros tibetanos en la última mitad de la década de 1950, los resultados fueron catastróficos. Disturbios y rebeliones se expandieron como fuego. Los comunistas respondieron con fuerza militar, y hubo terribles masacres. Los refugiados llevaron sus historias de horror a Lhasa.
Algunos de los más aterradores reportes tuvieron que ver con la desaparición de líderes tibetanos de Sichuan y Qinghai. Era una política del partido para intentar evitar la rebelión tibetana, engañar a tibetanos destacados en sus comunidades con invitaciones a banquetes, espectáculos o clases de estudio, de los cuales nunca regresaban. La gente en Lhasa pensaba que el Dalai Lama podría ser el próximo.
Usted ha documentado las masacres de tibetanos en las provincias chinas a fines de los 50
En 2012, conduje a través de Qinghai hacia un lugar remoto que un anciano tibetano refugiado en la India me había dicho: una garganta donde un año una inundación había llevado un torrente de esqueletos, obstruyendo el Río Amarillo. De su descripción, identifiqué el lugar como Drongthil Gully, en las montañas de la Prefectura Autónoma Tibetana de Tsolho. Yo había leído en fuentes chinas sobre grandes campañas contra los tibetanos en esa área en 1958 y 1959. Cerca de 10 mil tibetanos –familias enteras con sus rebaños- habían huido a las montañas para escapar de los chinos. En Drongthil Gully, los chinos desplegaron seis grandes regimientos, incluyendo infantería, caballería y artillería, y algo sobre lo cual los tibetanos nunca habían tenido noticia: un avión con cien kilos de bombas. Los pocos tibetanos que estaban armados –el jefe de una familia nómada normalmente portaba un rifle para proteger sus ganados- repelieron, pero no fue suficiente contra los chinos, quienes registraron que más de 8 mil “bandidos rebeldes” fueron “aniquilados” –asesinados, heridos o capturados- en estas campañas.
Me preguntaba sobre los esqueletos hasta que vi el lugar por mí misma, y entonces me pareció totalmente verosímil. El río al final de la garganta fluye en una sección relativamente estrecha del Río Amarillo. En áreas desoladas como esta, las tropas chinas se retiraron después de la victoria, dejando el terreno plagado de cadáveres.
Los tibetanos de Sichuan, Yunnan. Qinghai y Gansu ya estaban bajo la administración nominal china cuando los comunistas tomaron el poder en 1949. ¿Cómo fue que el Tíbet fue anexado?
Era el objetivo de Mao desde el momento en que llegó al poder. Tíbet está “ubicado estratégicamente,” dijo en enero de 1950, “y debemos ocuparlo y transformarlo en una democracia popular.”
Él comenzó enviando tropas a Chamdo para invadir el Tíbet, en octubre de 1950, forzando a los tibetanos a firmar el Acuerdo de los 17 Puntos para la Liberación Pacífica del Tíbet, el que cedía la soberanía tibetana a China. Luego, el Ejército Popular de Liberación marchó a Lhasa en 1951, al mismo tiempo –no respetando la promesa china del acuerdo de dejar el sistema sociopolítico tibetano intacto- introdujeron una célula clandestina del Partido Comunista en la ciudad para construir la presencia del Partido en el Tíbet.
Mientras tanto, Mao estaba preparando su ejército y aguardando el momento correcto para atacar. “Nuestro tiempo ha llegado,” declaró en marzo de 1959, aprovechando las manifestaciones en Lhasa. Después de conquistar la ciudad, China disolvió el gobierno tibetano y –bajo el eslogan de “batalla y reforma simultáneas”- impuso el programa comunista completo en todo el Tíbet, culminándolo con el establecimiento de la Región Autónoma del Tíbet, en 1965.
¿Cómo preparó Mao su ejército para el Tíbet?
Mao dio la bienvenida a las campañas para reprimir los levantamientos de las minorías dentro de las fronteras de China, como práctica para la guerra en el Tíbet. Había nuevas armas de dominio para sus tropas, sin decir los retos desconocidos de una batalla en la meseta Tibetana-Qinghai.
Las nuevas armas incluían 10 bombarderos Tupolev TU, que Stalin dio a Mao en 1953. Mao los probó en ataques aéreos sobre tres monasterios tibetanos de Sichuan, comenzando por el Jamchen Choekhor Ling, de Lithang. El 29 de marzo de 1956, mientras miles de tropas chinas peleaban contra los tibetanos en el monasterio, dos de los nuevos aviones fueron desplegados. Los tibetanos vieron “pájaros” gigantes acercarse y arrojar algunos objetos extraños, pero ellos no tenían ninguna palabra para los aviones, o para las bombas. Según los registros chinos, más de 2 mil tibetanos fueron “aniquilados” en la batalla, incluidos civiles que habían buscado refugio en el monasterio.
Mao usó sus tropas más experimentadas en el Tíbet. El general Ding Sheng y su 54º ejército, veteranos de la Guerra de Corea, habían ganado experiencia reprimiendo los levantamientos de las minorías en Qinghai y Gansu en 1958, antes de dirigirse al Tíbet en 1959.
¿Con qué frecuencia los chinos usaron el ejército contra los tibetanos, cuántas bajas tibetanas hubo?
No tenemos un cálculo exacto de los enfrentamientos militares, dado que muchos no fueron registrados. Mi mejor estimación basada en materiales oficiales chinos –publicados y clasificados- está en alrededor de 15 mil en todas las regiones tibetanas entre 1956 y 1962.
Las cifras precisas de víctimas son difíciles de conseguir, pero según un documento militar clasificado chino que encontré en una biblioteca de Hong Kong, más de 456 mil tibetanos fueron “aniquilados” entre 1956 y 1962.
¿Cómo se relaciona esta historia con las recientes autoinmolaciones tibetanas?
Creo que ellas son una consecuencia directa. He comparado el mapa de las autoinmolaciones con mi mapa de las campañas chinas contra los tibetanos entre 1956 y 1962, y hay una llamativa correlación. La mayoría de las autoinmolaciones y los peores casos de represión histórica están en los mismos lugares de las provincias cerca del Tíbet.
¿Por qué usted tomó interés en esto?
Como todos en China, crecí en la línea del Partido. Nunca pensé cuestionarla hasta que llegué a los Estados Unidos para estudios de postgrado en 1988 y descubrí de qué modo diferente la gente de aquí pensaba sobre el Tíbet.
Desde 2007, he estado haciendo viajes de investigación anuales a Asia, donde he grabado entrevistas a cientos de refugiados tibetanos en India y Nepal, incluyendo al Dalai Lama y su hermano. En 2012, exploré sitios tibetanos en Sichuan, Qinghai, Gansu y Yunnan y entrevisté personas allí. Cotejé lo que aprendí en el terreno con los datos escritos: anales oficiales de las regiones tibetanas, documentos chinos, y memorias de tibetanos y chinos.
¿Cómo ha respondido el gobierno chino a su trabajo?
La única respuesta oficial a mis libros ha sido prohibirlos, y se me ha negado la visa desde mi viaje a las regiones tibetanas conflictivas en 2012. Esto ha sido doloroso porque mi madre de 84 años todavía vive en China.-