The Hindu | Por Omair Ahmad | 22 de abril de 2016
Dos de nuestros vecinos han experimentado recientemente el lado más feo de la democracia y la política electoral. Ni Bután ni el Tíbet quieren parecerse a India
Debido a mi trabajo, he tenido el gran privilegio de ver dos transiciones democráticas tener lugar en áreas relativamente cercanas. Esto implicó la transferencia de poder a representantes electos del gobierno tibetano en el exilio, así como la transferencia democrática en Bután. Ambas transferencias involucraron pequeñas poblaciones, y por eso, quizá, ellas no recibieron la atención que merecen.
En 2011, un grupo de nosotros que había estado asociado con el gobierno tibetano en el exilio a través de contacto personal o por trabajo, se sentó y conversó con el Dalai Lama. Estaba exultante, y dijo que mientras él había declarado a menudo que el tiempo de monjes y reyes en el Tíbet se había acabado, él se sentía feliz de ser capaz finalmente de llevarlo a los hechos. Como dirá cualquiera que converse con el Dalai Lama, él combina una curiosa mezcla de humor con seriedad en su discurso. Mencionó que el gobierno chino se refería a él como un demonio, y con sus índices a ambos lados de su cabeza, señaló hacia arriba y dijo, riendo “¿ven mis cuernos?”
Él tenía derecho a estar encantado. La transición a la democracia había sido un muy largo proyecto suyo, comenzado incluso cuando huyó al exilio en 1959. El Dr. Lobsang Sangay, quién se convirtió en la cabeza del gobierno en el exilio, no fue el primer jefe de gabinete electo. Tal designación le perteneció a Samdhong Rinpoche, a menudo llamado Profesor Rinpoche, quien fue electo para el puesto en 2001 y luego reelecto en 2006.
Fue solo después de este tanteo del terreno, que el Dalai Lama devolvió todo el poder de su cargo, cortando los lazos entre sus poderes políticos y religiosos. Se supone que él es la 14ª reencarnación, y nos dijo, “sólo después de que el Dalai Lama se volvió político, en el tiempo del 5º Dalai Lama, hubo esta controversia. Ahora, sin política, espero que no haya controversia.” Sonriendo, agregó, “tú no tienes que creer en la reencarnación, pero yo soy el Dalai Lama, entonces puedo entregar mi poder.”
Al Dr.Sangay se le dio un título recién creado, el de “Sikyong”, o líder político. El profesor Rinpoche había sido elegido como primer “Kalon Tripa” o Primer Ministro. Este mes, el Dr. Sangay fue reelecto en su cargo, y asumirá sus deberes pronto, pero la elección fue polémica y se informó que el Dalai Lama estaba consternado por la naturaleza personalizada y parroquial de la campaña. Él ya no es más el líder político, sino meramente uno espiritual. Él es el guardián de la conciencia de la nación.
En Bután, también el tema de las elecciones y la oposición está sumido en complicaciones. El 4º Rey de Bután, Jigme Singye Wangchuk, había preparado el período previo a las elecciones de varias maneras. Había habido consultas públicas sobre la Constitución antes de que fuera aprobada en julio de 2008. Antes de eso, en 2007, hubo un “simulacro electoral” para que la gente aprendiera cómo votar. Ningún partido fue representado, solamente cuatro colores. La gente votó en forma arrolladora por el amarillo, ya que era el color más cercano a los colores de los mantones que usan los monjes y los reyes.
Incluso antes de abdicar en favor de su hijo, en 2006, el 4º Rey había tomado la práctica de permitir a sus ministros actuar en puestos variados, incluyendo el de Primer Ministro, y luego no fue sorpresa de que Jigme Y Thinley, que se convirtió en el Primer Ministro elegido por primera vez democráticamente en Bután, en abril de 2008, ya hubiera servido en el cargo, dos veces antes.
A diferencia del Dr. Sangay, Thinley perdió su reelección en 2013, pero esa elección estuvo también sumida en ataques muy personalizados. Aunque ni el nuevo rey, Jigme Khesar Wangchuk, ni el clero, hicieron comentarios públicos, la gente cuestionó los problemas con la democracia, este polémico procedimiento para elegir su líder. De hecho, cuando estaba investigando para mi libro sobre Bután, estaba intrigado al enterarme que no hay una definición para “líder de la oposición” en dzongkha, el idioma de Bután, y que debía ser acuñada una nueva palabra, pero que todas las palabras que conllevan “oposición” en ellas, tienen una connotación negativa. En el actual gabinete butanés, ningún ministro ha servido en tal puesto antes, ni siquiera el actual Primer Ministro, Tschering Tobgay.
Estaba en Bután a principios de este mes, y se volvió claro que en tratar este tema, el de la polémica y el desacuerdo que acompaña la democracia, los butaneses no miraron a India como ejemplo, Creo que tampoco lo hicieron los tibetanos. La clase de democracia que se ve en el parlamento indio es personalizada, viciosa, y a menudo, hipócrita. Esto me entristece. Entre India y China, tanto los butaneses como los tibetanos han elegido la democracia, pero la democracia india es tan divisiva, que temen ser como nosotros.-
Omair Ahmad es el editor asiático de The Third Pole, que informa sobre las cuestiones del agua de los Himalayas