Thestar.com | Por Debra Black | 10 de enero de 2015
Tsering Yangzom ha elegido Canadá como su hogar. Apátrida en un tiempo, la reciente graduada de la Escuela Munk de Asuntos Globales está orgullosa y agradecida de estar aquí.
En algún lugar el Dalai Lama está sonriendo.
Él no podría hacer otra cosa que estar complacido por Tsering Yangzom, una refugiada tibetana que ha hecho de Canadá y específicamente de Toronto, su hogar desde 2011.
Yangzom, la primera tibetana graduada de la Escuela Munk de Asuntos Globales, está interesada en seguir una carrera sobre el derecho de los refugiados y los derechos humanos, quizás ayudando un día a liberar al Tíbet.
Con un master de Munk en Estudios del Este de Asia y Estudios de Asia Pacífico, la escuela de leyes es la próxima en su lista. Ella está viendo universidades en British Columbia, Ontario y Quebec.
La joven de 31 años es verdaderamente una estudiante del mundo. Ha estudiado en cinco países y habla inglés, tibetano, hindi y nepalés, y un poco de noruego.
Pero hasta que llegó a Canadá, ella era una apátrida, y todo lo que tenía como documentación era un documento de viaje de India. Ella conoce muy bien la situación límite de los refugiados y tiene gran empatía por los sirios que están llegando a Canadá y dando sus primeros pasos hacia el establecimiento en un nuevo país. También siente compasión por aquellos atrapados en la devastada Siria y por los que han huido y permanecen en Jordania, El Líbano y Turquía.
“Puedo conectarme a un nivel humano con el problema que ellos están atravesando. Puedo sentirlo.”
Ella agrega: “He pasado por el procesado de refugiada. Siento mucha empatía hacia su situación.
Yangzom dice que ella siente la misma sensación de abandono de los refugiados sirios que llegan a Canadá, pero ellos son afortunados de algún modo porque al menos ellos tienen un país, aunque esté en guerra.
“Yo nunca tuve un país,” explica. “Nací como refugiada con una gran R sobre mi frente. Nací apátrida.”
Sus amigos de la comunidad tibetana de Toronto elogian sus logros y la ven como un ejemplo de lo que se puede hacer con determinación y trabajo duro. Es un modelo.
“Quise presionarme a mí misma y ver adónde podía ir en la vida,” dice sobre haber estudiado en la Escuela Munk. “Por eso intenté, y tuve mucha suerte de conseguir mi master en Estudios del Este de Asia y Estudios de Asia Pacífico.”
Ella llegó a Canadá luego de estar estudiando en el extranjero desde 2002, cuando dejó la Aldea de Niños Tibetanos de Dharamsala, India, donde nació. Sus padres habían huido del Tíbet en 1959, para vivir en la comunidad donde el Dalai Lama y otros tibetanos habían buscado refugio después de que China tomará el poder en su país.
Gracias a becas, Yangzom fue capaz de asistir a la United World College de Noruega para hacer un bachillerato internacional en 2003, y luego fue a estudiar una licenciatura en artes en la Mount Holyoke College de Massachussets, en 2005, terminándola en 2010.
Yangzom se mudó a Canadá en el otoño de 2011, haciendo voluntariados y trabajando por un tiempo antes de irse para hacer un master en la Universidad Central Europea de Hungría. Retornó en 2013 a Canadá, el país que finalmente le dio un hogar y un estatus permanente.
Ella eligió Canadá porque es un “país con un corazón de oro,” explica. “Un país que tiene una fuerte tradición de ser compasivo; una fuerte tradición de proporcionar asistencia humanitaria a los refugiados, y no solo a los refugiados, sino a todos los inmigrantes.
“Había escuchado grandes cosas sobre Canadá, sobre su sistema de salud y su sistema educativo, y que si trabajas realmente duro puedes hacer cosas allí.”
Su sentido del objetivo está profundamente arraigado a su identidad tibetana y el hecho de que creció sin una patria, dice. Desde el momento que llegó a Canadá, se ofreció para voluntariados de inmediato porque era la manera más rápida para ella de integrarse a la sociedad y a la comunidad, a fin de tener una transición sin problemas.
A las semanas, estaba en los Servicios Legales de Parkdale, ayudando en interpretación y reunificación familiar. Luego obtuvo un trabajo en St.Christopher House como coordinadora de los recién llegados.
“Aun cuando nací y crecí como refugiada, siempre viví mi vida con esperanza,” explica. “Me esforcé todos los días para hacer lo mejor.”
La única de su familia en asistir a la universidad, Yangzom está muy agradecida por las oportunidades que ha tenido.
“Canadá es multicultural y respeta los derechos de los otros y otras culturas también, es para mí como un paraíso. Estoy aquí y muy agradecida.”