Preguntas y respuestas con el monje budista Matthieu Ricard
The Huffington Post | Por Mark Tercek | 22 de julio de 2015
Dedicamos horas y más horas para desarrollar capacidades para destacarnos en las tareas que son importantes para nosotros, desde los deportes y la música hasta hablar en público y gestión de proyectos. El renombrado monje budista Matthieu Ricard cree que de un modo similar deberíamos cultivar nuestra habilidad para cuidar y mostrar compasión, no solo en nuestras vidas personales, sino profesionales, también. Esto puede ayudarnos a transformar el movimiento ambiental y la sociedad como un todo, haciendo en última instancia un mundo mejor.
Matthieu no es un extraño para la ciencia, él nació en Francia, donde obtuvo un doctorado en genética. Ha pasado cerca de medio siglo viviendo en los Himalayas. Allí, fundó Karuna-Shechen, una organización sin fines de lucro que proporciona cuidados en salud, educación y servicios sociales a las poblaciones menos favorecidas de la región.
Matthieu es también autor, fotógrafo y traductor, ha servido como traductor al francés del Dalai Lama por más de 25 años. Ha escrito más de media docena de libros, que han sido traducidos a 20 idiomas.
Recientemente compartió conmigo sus pensamientos sobre cómo los ambientalistas y otras personas pueden cambiar el mundo a través del altruismo.
Tercek: Me encanta su nuevo libro, Altruismo, y como él desafía a la gente a ser altruista para hacer del mundo un mejor lugar. ¿Cuál es su definición de “altruismo”?
Ricard: el altruismo es un estado benevolente de la mente. Ser altruista es estar preocupado del destino de todos aquellos que están alrededor nuestro y desearles el bien. Esto debería ser hecho junto con la determinación de actuar para su beneficio. Valorar a los otros es el principal estado mental que conduce al altruismo.
Cuando el altruismo es nuestro estado mental dominante –nuestro modo estándar- se expresa a sí mismo como benevolencia hacia cualquiera que pueda estar en el ámbito de nuestra atención y se traduce como buena voluntad, prontitud y voluntad de cuidar. Cuando percibimos que los otros tienen una necesidad acuciante, desarrollamos una preocupación empática. Cuando la necesidad está relacionada con un anhelo de felicidad, el altruismo fomentará la realización de esa aspiración. Cuando la necesidad está relacionada con el sufrimiento, la compasión nos inducirá a remediar el sufrimiento y sus causas.
Deberíamos, por supuesto, hacer todo lo posible por poner el altruismo y la compasión en acción. Sin embargo, no debemos restringir el uso del término “altruismo” al comportamiento externo, dado que las acciones mismas no nos permiten conocer con certeza la motivación que las inspiró. Un obstáculo para entrar en acción –lo que está más allá del control de la persona que quiere el acto- no disminuye la naturaleza altruista de su motivación.
Tercek: Por supuesto que me gusta especialmente el énfasis que el libro pone en los desafíos medioambientales y cómo el altruismo puede apoyar un fuerte progreso en la conservación. ¿Qué consejo tiene para los ambientalistas sobre cómo ser más altruistas en nuestro trabajo?
Ricard: La cuestión del medioambiente es compleja científica, económica y políticamente. Pero al final, es un asunto de altruismo versus egoísmo. Si no nos importa el destino de las futuras generaciones y de millones de otras especies que son nuestros cohabitantes de este mundo, ¡no veremos que hay un problema ambiental!
Algunos podrían pensar que no importa porque no estarán aquí en 100 años. Groucho Marx decía “¿Por qué me deben importar las generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellas por mí?” Desafortunadamente hay gente que hoy dice eso seriamente.
Tercek: Uno de los desafíos que enfrentamos los ambientalistas es que hay algunas empresas, gobiernos e individuos que se dedican a actividades que son muy dañinas para el medioambiente. ¿Cómo sugiere que nos comprometamos con tales actores de un modo altruista?
Ricard: Si creemos en el surgimiento de una sociedad más altruista, no deberíamos desanimarnos cuando nos enfrentamos a distintas manifestaciones de egoísmo. Cuando el interés inescrupuloso de ciertos grupos hace de sus beneficios una prioridad absoluta, ignorando las consecuencias perjudiciales de sus actividades sobre la población y toda la biosfera, es legítimo hablar de un egoísmo institucionalizado.
La mejor manera es actuar juntos para llevar a cabo un cambio de cultura. Afortunadamente, las culturas cambian más rápido que los genes. Hoy, nadie se atrevería a decir públicamente: “La esclavitud no estaba tan mal después de todo” o “¿Por qué no revocamos la decisión de garantizar el derecho al voto de las mujeres?” hay un punto en el que te das cuenta que no puedes apoyar ya más ciertos tipos de comportamiento.
Hoy, si les dices a inversores o industriales inescrupulosos, negadores del cambio climático, ejecutivos de compañías tabacaleras que deben ser compasivos, ellos pueden responder que pueden ser compasivos a nivel personal pero que ese no es su trabajo. Sin embargo, en este punto, se ha vuelto casi imposible decir, “no me importan las generaciones futuras,” “no me importa la pobreza en medio de la abundancia” y “no me importa si hay 200 millones de refugiados a causa del clima en 2030.”
Debemos ayudar a la gente a darse cuenta que somos seres humanos que debemos cuidar unos de los otros y que ellos podrían –y deberían- poner humanidad en sus actividades profesionales. Es posible mostrarles que es una situación donde todos ganan.
Entonces, mi humilde consejo a los ambientalistas sería demostrar y explicar que el altruismo es el único concepto que puede conciliar las necesidades de la economía en un corto plazo, la calidad de vida en un término medio y el medioambiente a largo plazo.
Supongamos que la mayoría de nosotros somos básicamente buena gente que está dispuesta a construir un mundo mejor. En ese caso, podemos hacerlo juntos gracias al altruismo. Si tenemos más consideración por los otros, promoveremos una economía más cuidadosa, y promoveremos la armonía en la sociedad y un remedio a las inequidades. Haremos todo lo que sea necesario para no transgredir los confines planetarios dentro de los cuales la humanidad y el resto de la biosfera pueden seguir prosperando.
Necesitamos demostrar el hecho de que todos estamos en el mismo barco, fundamentalmente interdependiente, y que necesitamos mejorar nuestro nivel de cooperación y solidaridad.
Tercek: Admiro el énfasis sobre la ciencia sensata en su libro. Usted afirma que la ciencia es clara, podemos entrenar nuestras mentes para ser más amables y compasivos. Por favor díganos más.
Ricard: Ha habido por mucho tiempo un supuesto en psicología, economía y evolución de que el hombre es esencialmente egoísta. Pero durante los últimos 30 años, nuevos conocimientos científicos han mostrado que el altruismo genuino sí existe y se puede extender más allá de nuestros familiares, a los demás seres humanos y otras especies.
La colaboración entre los neurocientíficos y los contemplativos ha demostrado que el altruismo y la compasión son habilidades que pueden ser cultivadas en el ámbito de la formación. Las investigaciones han mostrado sin ambigüedad que el entrenamiento en el altruismo y la compasión provoca cambios funcionales y estructurales en el cerebro y puede incluso cambiar la expresión de los genes. Estos estudios también han permitido distinguir las diferencias entre la empatía (la facultad para concordar con los sentimientos de los otros), el altruismo (el deseo de que otros puedan ser felices) y la compasión (el deseo de que los otros puedan ser libres de sufrimiento).
Incluso si la competencia es generalmente más visible y más espectacular que la cooperación, trabajos recientes han demostrado que la evolución debe involucrar la cooperación en orden de crear mayores niveles de organización. Parece que hoy necesitamos movernos al siguiente nivel de cooperación para enfrentar los muchos desafíos de nuestro tiempo.
Tercek: Creo que los ambientalistas pueden conseguir más si pelean y discuten menos y si ponen más énfasis en encontrar un terreno común y persiguen la colaboración y la cooperación, incluso con algunas de las partes consideradas como los “chicos malos.” Pero los críticos piensan que esto es ingenuo. ¿Qué piensa usted?
Ricard: Es mucho mejor ganar a la gente sacando lo mejor de ellos mismos a la superficie. Esto usualmente puede ser logrado reuniéndose con ellos en persona cada vez que sea posible. Recuerdo que Nelson Madela decía, reflexionando sobre qué clase de actitud puede servir a una causa medioambiental o política:
“Siempre supe que en lo profundo en cada corazón humano hay piedad y generosidad… la gente debe aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, ellos pueden ser enseñados a amar, el amor viene más naturalmente al corazón humano que su opuesto… la bondad es una llama que puede ser escondida pero nunca extinguida.”
Esas palabras no son las de un soñador utópico sino las de alguien que superó el egoísmo institucionalizado de personas que a primera vista no parecían inclinadas a practicar el afecto y la compasión.
Tercek: ¿Cómo podemos aumentar y acelerar nuestros esfuerzos por proteger la naturaleza? ¿Cree que las prácticas de entrenamiento mental que usted defiende pueden volverse suficientemente generalizadas como para cambiar al mundo verdaderamente?
Ricard: Sí, lo que lleva a su nivel óptimo nuestras capacidades para cuidar de los otros, incluyendo otras especies y futuras generaciones, es algo que todos pueden hacer. Algo que siempre me sorprende es que nadie cuestiona la necesidad de dedicar tiempo y esfuerzo para aprender a leer y escribir, tocar un instrumento musical, practicar cualquier deporte o adquirir algunas capacidades profesionales. ¿Por qué, entonces, deberíamos asumir que las cualidades humanas básicas tales como la benevolencia, la atención y el equilibrio emocional estarían plenamente desarrolladas desde el principio sin que nosotros tuviéramos que hacer algo al respecto?
Entonces el punto no es necesariamente propagar la meditación como tal, sino hacer que la gente se dé cuenta que sea lo que sea que haga en la vida, ellos se beneficiarán inmensamente del pleno desarrollo de sus más constructivas e íntegras cualidades humanas.
Entonces, una vez que el número de personas que han cultivado estas capacidades altruistas y cooperativas han alcanzado una masa crítica, puede haber un momento crítico en la cultura dominante. La interacción entre el cambio individual y el cambio social está en el corazón de la evolución de la cultura.
Tercek: ¿Cómo debemos involucrarnos con gente Buena que no se siente cómoda con la meditación y otras prácticas espirituales?
Ricard: No es necesario usar palabras como meditación y espiritualidad, que pueden poner fuera a una serie de personas que podrían beneficiarse de tales prácticas. Es más apropiado y acertado hablar de entrenamiento de la mente y de cultivo de las cualidades humanas básicas. Esto puede ser hecho con la ayuda de un camino espiritual, pero también puede ser hecho de un modo secular. ¿Quién puede estar en contra de aumentar nuestra compasión y nuestra conciencia bondadosa?
Tercek: Su libro hace patente que usted tiene un profundo y sincero amor por la naturaleza. ¿Cuáles son algunos de sus lugares favoritos para experimentar el aire libre y las maravillas de la naturaleza?
Ricard: Es correcto. No me siento muy cómodo en ciudades y prefiero descubrir un asombroso paisaje que visitar algún viejo monumento. He vivido en los Himalayas por casi medio siglo, y ellos ofrecen abundancia de maravillas en Bután, donde viví por ocho años, el Tíbet y Nepal, donde vivo ahora. También fui muy conmovido por la belleza salvaje de Islandia, a la que visité el año pasado.
Tercek: Usted parece estar siempre feliz, de buen humor y pronto para disfrutar la risa. ¿Cuál es su secreto?
Ricard: Ningún secreto. Es muy simple: altruismo y compasión. Tengo un largo camino que recorrer para llevarlos a un nivel óptimo, pero sinceramente trato de convertirme en un mejor ser humano día tras día, año tras año. Esto me da alegría y un sentido de plenitud. Mi lema podría ser, “Transfórmate tú mismo para transformar el mundo o para servir mejor a los otros.”