EIN | 23 de abril de 2015
Dharamsala – La Escuela Secundaria de la Aldea de Niños Tibetanos fue la anfitriona de Su Santidad el Dalai Lama, su buen amigo el arzobispo Desmond Tutu y el Equipo de la Alegría, esta tarde. Como se trasladaron hasta allí desde la residencia de Su Santidad, las calles estaban llenas de gente sonriente ansiosa por verlos.
A su llegada a la Aldea de Niños Tibetanos (TCV, por sus siglas en inglés) Su Santidad y el Arzobispo fueron escoltados a la pequeña biblioteca al lado de la cancha de baloncesto. En medio de las estanterías y exhibición de proyectos que los niños habían hecho por escrito acerca de la “alegría”, varios estudiantes, niñas y niños, relataron sus propios viajes desde el Tíbet a la escuela. La primera, que había venido con su abuela, dejando el resto de su familia atrás, rompió en sollozos y lágrimas. Mpho, la hija del arzobispo Tutu, la abrazó y consoló. Ella completó su cuento, pero cuando la siguiente estudiante también fue superada por la emoción su Santidad intervino, sugiriendo:
“Deberías pensar que como resultado de venir aquí, has sido capaz de recibir no solo una educación moderna, sino aprender sobre nuestra rica cultura. Has sido capaz de estudiar nuestro idioma. Este es el mejor idioma para explicar las profundas tradiciones de la Universidad de Nalanda. Es algo para estar orgulloso. Y la tuya puede ser la generación que pueda reconstruir el Tíbet”.
El último estudiante hizo una presentación oral de su aprecio por lo que había recibido y sobre cómo él intenta tomar alegría de todo.
Los niños, que llenaban la cancha de baloncesto, cantaron una canción en tibetano celebrando el 80º aniversario de Su Santidad mientras él y el arzobispo Tutu tomaban sus asientos en el medio de la multitud. Luego siguieron con una interpretación tibetana de “Si eres feliz y lo sabes, bate las palmas”.
Cuando Su Santidad fue invitado a dirigirse a la concurrencia, se dirigió al Arzobispo y señaló que dado que le toma mucho el pelo por su inglés, en esta ocasión él hablaría en tibetano. Señaló que, aunque nuestras diversas tradiciones religiosas tienen diferentes puntos de vista filosóficos, comparten un mismo mensaje de amor y compasión. Esto se refleja claramente en el Arzobispo y por eso lo admira.
Comentando sobre las dificultades que enfrentaron los padres de los estudiantes que estaban presentes, Su Santidad dijo:
“Nosotros recibimos una ayuda inmensa del gobierno indio. El mundo nos ayudó. Gracias a la bondad que hemos recibido, ustedes tienen la oportunidad de estudiar hoy. Por favor, trabajen duro. Nosotros los tibetanos estamos atravesando por un tiempo muy difícil, pero todavía tenemos nuestro propio idioma y cultura. Por favor, aprovechen al máximo sus oportunidades educativas”.
El arzobispo Tutu agradeció a Su Santidad, a los hermosos niños y a los de la multitud que no eran niños.
“Es un gran honor y privilegio estar aquí. Usted es amado en todo el mundo y nosotros queremos decirles a ustedes, jóvenes, que puede parecerles que no es posible que puedan retornar un día a un Tíbet libre. Pero nosotros en Sudáfrica vivimos por muchos años bajo un sistema de injusticia y opresión. Muchos de nuestros líderes y gente joven marcharon al exilio. Parecía como si las cadenas de la opresión nunca fueran a ser rotas, que nuestros prisioneros de la isla Robben nunca pudieran volver a casa. Y sin embargo, sucedió” dijo luego de permitirse soltar su risita aguda característica.
“En 1995, nuestro amado Nelson Mandela y otros fueron liberados y los exilados volvieron a sus hogares. Un día, ustedes también, todos ustedes, verán vuestro amado Tíbet otra vez. Ustedes serán libres de la opresión que los ha traído aquí. El gobierno chino descubrirá que la libertad es en realidad más barata que la opresión”
Él habló del gran honor que siente al contar a Su Santidad como su amigo y que el mundo siente lo mismo. Continuó:
“Quiero agradecerle al gobierno de India y al pueblo indio que le abrió sus brazos para recibirlo, porque ellos preservaron para nosotros un gran tesoro que de otro modo se hubiera perdido”
Mirando a los estudiantes, exclamó:
“¡Miren que hermosos son ustedes! ¡Un día ustedes estarándanzando y cantando en las calles del Tíbet”!
Los estudiantes estuvieron entonces dispuestos a plantearles preguntas a los dos líderes espirituales, comenzando con una a Su Santidad sobre si se puede esperar un mundo libre de violencia. Él respondió que hay muchas clases diferentes de violencia, incluidas la explotación y la corrupción.
“Si pensamos sobre la grave violencia física que involucra la guerra y gente matándose una a la otra, entonces sí, creo que podemos eliminarla si hacemos los esfuerzos correctos”.
Al arzobispo Tutu se le pidió su consejo sobre la manera en que la gente busca la felicidad en cosas materiales. Él respondió que más y más gente se está dando cuenta que ellos no tendrán una real satisfacción solo por las cosas. Él dijo que tú puedes tener muchas posesiones mientras tu corazón permanece vacío.
“Yo encuentro mucha gente joven de hogares pudientes que van y ayudan a otros y encuentran mucha más satisfacción en ello”.
Cuando a Su Santidad se le preguntó cómo controla su ira en la vida diaria, respondió que cuando está enojado, grita. Contó una historia de 1956, cuando él estaba mirando al conductor y mecánico que cuidaba uno de los autos que habían pertenecido al 13er Dalai Lama. Mientras trabajaba en él, accidentalmente pegó su cabeza contra el auto. Furioso, él deliberadamente golpeó su cabeza contra el auto una y otra vez. Su Santidad se preguntó “¿cuál es la utilidad de eso? Él remarcó que la ira destruye nuestra paz mental.
“Recitar “manis”* no ayudará, incluso recitar la oración de refugio no ayudará. Entrenar nuestras mentes es la única solución”.
Preguntado sobre si la alegría podría realmente ser una fuente para la paz mundial, Su Santidad respondió:
“Creo que sí y es por eso que la gente debería tener una clara comprensión de cómo crear la alegría. Causar daño a los otros puede brindar alguna satisfacción temporaria, pero ser serviciales a ellos es la única fuente real de alegría duradera”.
El arzobispo Tutu también fue preguntado sobre cómo pueden ser conseguidas la alegría y la felicidad y él respondió:
“Si pensamos que queremos alegría para nosotros eso es de poca visión y solo será efímero. La alegría verdadera es la recompensa de actuar para llevar alegría a los otros. La profunda alegría es la que sucede cuando les muestras amor, cuidado y compasión a los otros. No la puedes obtener de otro modo. No la puedes comprar”.
En respuesta a la pregunta final sobre el medioambiente, el Arzobispo dijo:
“Tenemos que recordarle a la gente que este es nuestro único hogar y si lo tratamos mal estamos terminados. Las cumbres de hielo están derritiéndose. Los veranos e inviernos son muy largos. Necesitamos decir, “sí, algo está mal”. La gente está empezando a enterarse de lo que muchos líderes religiosos están diciendo, que es nuestro único hogar y tenemos que cuidarlo”.
Una banda en el escenario guió a toda la multitud cantando “We are the world” (Somos el mundo). El arzobispo Tutu, se puso de pie y bailó y se meció al son de la música. Al final, tomó el micrófono y llevó a todo el mundo a cantar el Feliz Cumpleaños a Su Santidad mientras una gran torta con velas encendidas se ubicaba ante él. Llamó a un par de niños a que vinieran y ayudaran a Su Santidad a soplar las velitas. La torta fue cortada y repartida entre los niños e invitados; Su Santidad, el Arzobispo y el Equipo de la Alegría retornaron a McLeod Ganj.
Mañana será el día final de conversaciones que se convertirán en el “Libro de la Alegría”.-
*mani: abreviatura del mantra sagrado de los tibetanos