The Globe and Mail
Por Kim Mackrael
25 de noviembre de 2014
El líder de la administración tibetana en el exilio dice que está preocupado por el empuje de Canadá para impulsar los lazos económicos con China que podría llevar a inversiones que no respetan la cultura y la espiritualidad tibetanas.
Lobsang Sangay, Primer Ministro de la Administración Central Tibetana, le dijo a The Globe and Mail el martes (25) que quiere que los tibetanos tengan una relación comercial positiva tanto con Canadá como con China. Pero dijo que hay un riesgo de que algunas compañías canadienses puedan verse involucradas en proyectos que tendrían un impacto negativo en la sociedad tibetana.
Sangay estuvo en Ottawa el martes para encontrarse con parlamentarios y con la comunidad tibetana de la ciudad. Él también está buscando promover el enfoque del “camino del medio” de su administración, una política de búsqueda de autonomía para los tibetanos, dentro del marco de la Constitución china.
Su visita viene pisando los talones del primer ministro Stephen Harper quien viajó a China a principios de este mes, y luego de una ratificación, largamente esperada, de un acuerdo de promoción y protección de inversiones entre Canadá y China. El gobierno conservador está interesado en fortalecer los lazos económicos con Beijing después de un período de enfriamiento de las relaciones.
“La relación comercial que cualquier país tenga con China, es prerrogativa de ese país”, dijo. “En cuanto concierne al Tíbet, nosotros queremos una relación positiva, incluso una relación comercial, con Canadá y China”.
Sin embargo, Sangay dijo que cualquier compañía que busque invertir en Tíbet necesitará ser cultural y ambientalmente sensible con los tibetanos y asegurar que los proyectos también tengan beneficios económicos para los residentes locales, dijo.
“Ahora aquellas compañías canadienses que forman asociaciones con firmas chinas, tienen que ser conscientes de todas estas cosas. Por eso, estamos preocupados. Por eso es que tratamos de sensibilizar a las compañías canadienses que están tratando de hacer negocios en el Tíbet. Obviamente, es un negocio, deberían tener una ganancia, pero también tener principios y estar seguros que los intereses del pueblo tibetano son cuidados”.
Sangay expresó particular preocupación sobre el efecto que los proyectos de minería pueden tener en el Tíbet, donde algunas de las montañas son consideradas sagradas.
David Mulroney, miembro de la Escuela Munk de Asuntos Mundiales y anterior embajador en China, dijo que los inversores extranjeros están generalmente conscientes de la importancia de tomar un enfoque sensible en las posibles inversiones en el Tíbet.
Sin embargo, señaló que las compañías mineras extranjeras han tenido un éxito limitado en China, incluso en Tíbet, en los últimos años porque frecuentemente las compañías chinas las han “exprimido” poniendo nuevas restricciones onerosas o haciendo demandas adicionales.
“Creo que el acuerdo de protección de inversiones es sobre nivelar el campo de juego en la medida de lo posible, y creo que va a ser un desafío en China”, dijo Mulroney. “Pero en cuanto se refiere a Tíbet, creo que más empresas responsables, las empresas canadienses incluidas, deberían abordar un proyecto en el Tíbet con verdadera sensibilidad, asegurando que reciben la máxima participación de socios tibetanos”.
Una vocera del departamento de Asuntos Exteriores de Canadá no comentó directamente la inversión canadiense en el Tíbet. Amy Mills dijo que el gobierno espera que las compañías respeten los derechos humanos y conduzcan sus negocios responsablemente, y señaló que el gobierno recientemente ha presentado una nueva estrategia de responsabilidad social para las firmas del sector de extractivo.
Sangay dijo que a él le preocupa, más ampliamente, el estado de las libertades religiosas y políticas en el Tíbet, agregando que “la situación continúa siendo desalentadora”.
El embajador de Canadá para la libertad religiosa, Andrew Benett, se reunió con el Dalai Lama a principios de este año. Sangay dijo que no planea hacerle un pedido formal a Benett para viajar al Tíbet, pero agregó que estaría encantado de que el embajador lo hiciera en el futuro.
“Sería realmente muy bueno que él fuera al Tíbet” dijo, “y emitiera un documento sobre la libertad religiosa en Tíbet, en China en general y en Tíbet en particular”.-