The Asian Age
Por Jagdish N. Singh
17 de setiembre de 2014
El primer ministro Narendra Modi comenzó su histórica reunión con el presidente chino Xi Jinping en la tarde de hoy miércoles, en Ahmedabad, Gujarat. De acuerdo al cronograma, Modi llevó a Xi al ashram Sabarmati de Mahatma Gandhi.
Mientras Xi estaba visitando el lugar donde el Mahatma comenzó su famosa satyagraha contra el gobierno británico; muy lejos, en Dharamsala, organizaciones tibetanas estaban esperando que el primer ministro Modi no solo exhibiera “la belleza de la democracia india… y cómo funciona” al premier chino, sino que también se ocupara de la cuestión del Tíbet durante la gira de tres días.
Uno espera que Modi usará, en efecto, esta oportunidad para poner a su huésped más cerca del líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, alguien que Modi admira mucho, y que en efecto juegue el papel de un gran hombre de Estado, una promesa sobre la cual él comenzó su ejercicio, al tratar de resolver el largamente pendiente problema tibetano.
Beijing permanece crítico hacia el Dalai Lama a pesar del hecho que en 1979, el presidente chino Deng Xiaoping declaró, en conversación con el hermano mayor del Dalai Lama, Gyalo Thondup, que Beijing discutiría cualquier proposición “en cualquier momento y lugar” excepto la independencia del Tíbet. A continuación, el Dalai Lama fue adelante con varias ideas concretas, el Plan de Paz de Cinco Puntos para el Tíbet en 1987, y las Propuestas de Estrasburgo, un año más tarde. Sus propuestas preveían que la diplomacia, la defensa, la comunicación y las finanzas podrían permanecer bajo la jurisdicción del gobierno central de Beijing; mientras la cultura, la educación, el medio ambiente y la religión podrían quedar dentro del gobierno provincial tibetano de Lhasa.
A tono con este marco, los enviados del Dalai Lama presentaron el Memorando para una Autonomía Genuina a Beijing, a principios de julio de 2008. Este memorando proponía que las áreas tibetanas quedaran bajo una única administración autónoma.
Los enviados han dejado claro en sus subsecuentes diálogos con los funcionarios de Beijing, que el Dalai Lama respeta la soberanía y la integridad territorial de la República Popular China, la Constitución China, los tres principios del gobierno chino –liderazgo del Partido Comunista, sistema socialista y autonomía para todas las nacionalidades minoritarias- y la jerarquía y autoridad del gobierno central chino.
Dharamsala ha aclarado que en su visión de autonomía, no hay discriminación contra los chinos han y su idioma. También se dijo que no se busca el retiro del ejército chino del Tíbet y que no tiene intención de retornar al pasado social, económico y político (por ejemplo, al sistema que prevalecía en el Tíbet antes de que los comunistas tomaran el control). Sin embargo, no ha habido movimientos hacia un acuerdo de la cuestión tibetana. El control administrativo permanece casi completamente en manos del gobierno central de Beijing. Las autoridades de China últimamente han estado diciendo que las varias rondas de negociaciones celebradas desde el restablecimiento del contacto entre Beijing y Dharamsala en 2002 se han perdido, principalmente porque, alegan, el Dalai Lama tiene una agenda separatista para extender su autoridad sobre el Tíbet entero, que incluye Qinghai, Gansu, Sichuan y Yunnan.
En 1956, mientras se establecía el Comité Preparatorio para la “Región Autónoma Tibetana”, el vice primer ministro Chen Yi dijo que si Lhasa pudiera convertirse en la capital de la Región Autónoma del Tíbet, lo que incluiría a áreas tibetanas dentro de otras provincias, eso contribuiría al desarrollo del desarrollo del Tíbet a su amistad con China. El secretario del Partido, Hu Yaobang había apoyado la idea de poner todas las áreas tibetanas bajo una misma administración.
Pero ahora Beijing dice que el Dalai Lama tiene motivos ocultos. En una interacción con una delegación de medios de comunicación, el mes pasado Wu Ying Jie, vicesecretario ejecutivo del Comité del Partido Comunista sobre la Región Autónoma Tibetana, dijo que las demandas de Dharamsala eran simplemente inaceptables porque los planes del Dalai Lama no eran por “autonomía genuina” sino por una mayor autonomía.
Fuentes de Nueva Delhi y Beijing afirman que uno de los motivos de sospecha de Beijing sobre el Dalai Lama es el hecho de que algunos elementos en el lado de la causa tibetana, al parecer han permitido actividades dirigidas a conseguir una completa independencia para el Tíbet.
Hay sustancia en este argumento, como se puede apreciar en la demanda por una completa independencia de los manifestantes tibetanos en Nueva Delhi. Los manifestantes alegan que el gobierno de China bajo la dirección de Xi ha hecho poco por resolver sus reclamaciones legítimas y que la situación en el Tíbet ha sido “agravada por una profundización de la represión… contra cualquier forma de expresión pacífica de la libertad”.
Los líderes tibetanos a favor de la independencia tienen que entender que sus declaraciones y actividades son antitéticas a la filosofía política y la metodología del Dalai lama. Él está a favor de una autonomía genuina, no independencia. Tienen que escuchar al Dalai Lama si realmente creen que la estrategia del Dalai es el mejor curso para Tíbet, un sentimiento que nunca se cansan de repetir.
El Dalai Lama es de la opinión de que en el contexto actual, la independencia es irrelevante, ya que, como él mismo dijo en una entrevista en el 54º Día de la Democracia Tibetana, ya no es la “era del Presidente Mao, una era de ideología”. Hoy la economía es “más importante que la ideología” y China tiene que, de alguna manera, convertirse en “un país capitalista”. No hay mucho para elegir, sino “aceptar un cierto grado de liberalización en el campo político”, dijo.
Es de la visión que está en el interés de los tibetanos el vivir con China si la autonomía genuina se concediera a Tíbet. Debería estar claro para Beijing que el Dalai lama no tiene intención de perpetuar su propio gobierno en Tíbet. En 2011, el Dalai Lama delegó toda su autoridad política en Lobsang Sangay, primer ministro en el exilio tibetano que resulta ser un seguidor del camino del Dalai lama de la no violencia.
Beijing necesita confiar en el Dalai Lama y tener un diálogo directo con él para una solución definitiva a la cuestión tibetana. No hay sabiduría en romper los lazos con el Dalai Lama por lo que están haciendo algunos elementos partidarios de la independencia.
El escritor es un periodista de Nueva Delhi