Foreign Policy
Por Rachel Lu
1º de abril de 2014
El 28 de marzo, la canciller alemana Angela Merkel recibió al presidente chino Xi Jinping en una cena donde ellos intercambiaron regalos. Merkel le obsequió a Xi, un mapa de China de 1735 hecho por el prolífico cartógrafo francés, Jean Baptiste Bouguignon d´Anville e impreso por una editorial alemana. Según un sitio web de mapas antiguos, el mapa de d´Anville se basó en revisiones geográficas anteriores hecho por los misioneros jesuitas en China y representó “el resumen del conocimiento europeo sobre China en el siglo 18”. El mapa mostraba, según su título latino original, a la denominada “China propiamente dicha”, es decir el corazón de China mayormente poblado por el pueblo chino Han, sin Tíbet, Xinjiang, Mongolia y Manchuria. Las islas de Taiwan y Hainan –la última claramente parte de la China moderna, la anterior muy disputada- son mostradas con un borde de color diferente.
Los mapas históricos son un asunto sensible en China. Cada alumno en China aprende que Tíbet, Xinjiang, Taiwán y las Islas Diaoyu han sido “partes inalienables de China desde la antigüedad”. El mapa de d’Anville, al menos visualmente, es un rechazo a esa narrativa. Como era de esperar, no parece que los medios de comunicación oficiales de China hayan apreciado el regalo de Merkel. El People´s Daily, que ha hecho un relato meticuloso del viaje europeo de Xi, eludió cualquier cobertura del censurable mapa. Lo que es más curioso, cuando las noticias de la presentación del mapa alcanzaron China, de alguna manera se había transformado en uno completamente diferente. Un mapa publicado en muchos informes de medios en lengua china sobre el regalo de Merkel muestra al Imperio chino en su cenit territorial, incluyendo Tíbet, Xinjiang, Mongolia y grandes franjas de Siberia. Este mapa más grande era la obra del cartógrafo británico John Dower, publicado en 1844 por Henry Teesdale &Co. en Londres, y ciertamente no era el regalo de Merkel a Xi. Pero este error no fue indicado o explicado en los informes chinos.
Ambas versiones del mapa de Merkel han hecho apariciones en los medios de comunicación social chinos, lo que ha suscitado interpretaciones muy diferentes. Personas que vieron el mapa d’Anville parecían conmovidos por su limitado territorio. Hao Qian, un reportero, comentó que el mapa es “un regalo incómodo”. El escritor Xiao Zheng criticó a Merkel por intentar “legitimar los movimientos de independencia del Tíbet y Xinjiang”. El arquitecto Liu Kun escribió: “Los alemanes sin duda tienen segundas intenciones”. Un usuario de Internet preguntó: “¿Cómo es esto posible? ¿Dónde está el Tíbet, Xinjiang, el Noreste? ¿Cómo reaccionó Xi? “.
El mapa de Dower, por otro lado, pareció alimentar la nostalgia colectiva de grandes territorios y poder imperial. Un internauta esperó que XI se sintiera “animado” por el mapa “a darse cuenta de lo que un verdadero resurgir de China significa”. Algunos sospecharon que Merkel intentó enviar a Xi un recordatorio sutil de que Rusia había ayudado a Mongolia a declarar la independencia de China en el siglo XX, algo como lo que hizo Rusia en Crimea en marzo de 2014.
Por supuesto que el mapa d’Anville no constituye una contradicción total a la versión de la historia del gobierno chino. En 1735, el año en que el Emperador Qianlong comenzó su reinado de seis décadas, la pericia militar de su imperio Qing fue en ascenso. Qianlong reprimió una rebelión por parte de los musulmanes en la región occidental de Xinjiang, puso a las tribus mongoles bajo estrecho control y nombró funcionarios para supervisar asuntos en el Tíbet, tales como la selección del Dalai Lama. En otras palabras, Qianlong estableció los símbolos del control imperial sobre estos territorios periféricos, lo que permitió más tarde a los gobiernos, de la República de China, y de la actual República Popular de China, reclamar su soberanía. Los mapas publicados por los países occidentales en el siglo 19 y principios del 20 varían en sus presentaciones de Tíbet y Xinjiang, pero el mapa Dower ciertamente no está solo en mostrar a Xinjiang y el Tíbet como partes del imperio chino.
Todo el alboroto cartográfico puede ser exagerado. Un usuario de Internet se negó a “sobre interpretar” el mapa d´Anville como un mensaje sobre Tíbet y Xinjiang. Después de todo, “no se puede utilizar un mapa de las 13 colonias de Estados Unidos de 1776 para decirle a los estadounidenses que Texas o California no son territorio de Estados Unidos”.-