Human Rights Watch
19 de junio de 2013
Equipos De Funcionarios Recolectan Información Política, Monitoreando Opiniones
Nueva York—el gobierno chino bajo el fundamento de una campaña para mejorar los estándares de vida rurales, ha enviado más de 20 mil oficiales y funcionarios del partido comunista a las aldeas tibetanas para llevar a cabo vigilancia intrusiva de personas, reeducación política generalizada, y establecer unidades de seguridad del partido, dijo Human Rights Watch, hoy. Estas tácticas discriminan a aquellos percibidos como potencialmente desleales, y restringen la libertad de religión y opinión.
Más de 5000 equipos de oficiales y funcionarios del partido comunista han sido estacionados en las aldeas tibetanas dentro de una campaña del gobierno llamada “Consolidar las Bases, Beneficiar a las Masas” (qianji huimin). La campaña, lanzada por la dirigencia del partido en la Región Autónoma Tibetana (TAR, por sus siglas en inglés), el 10 de octubre de 2011, está ahora a medio camino de sus planeados 3 años de duración. Es descripta en los informes de los medios de comunicación estatales, como tendiente a mejorar las condiciones de vida y llevar prosperidad a la gente que vive en áreas rurales de la TAR, pero una investigación de HRW muestra que los equipos están también categorizando a los tibetanos de acuerdo a su pensamientos religioso y político, y estableciendo instituciones para vigilar sus comportamientos y opiniones.
“Es difícil de ver el ‘beneficio’ para los tibetanos de miles de sesiones de educación política, operaciones de fuerza del partido casi policiales, y el escrutinio de sus opiniones políticas”, dijo Sophie Richardson, directora de HRW China. “En una región donde la gente está ya siendo objeto de vigilancia extraordinaria, esta campaña a nivel de las aldeas, junto con esfuerzos similares dirigidos a ciudades y monasterios, efectivamente significa que los tibetanos no pueden evitar el estado de vigilancia”.
La campaña es uno de los tres grandes y nuevos sistemas de organización y control social introducido en la TAR desde 2011. Una red administrativa urbana que incluye un significativo aumento de la vigilancia y el monitoreo conocido como el sistema de control fue introducido en la TAR en 2012, y un nuevo sistema de acopio de información conocido como los “Seis” fue introducido para monitorear monjes y monjas en monasterios y conventos tibetanos en noviembre de 2011.
Los tres sistemas están oficialmente descriptos como medidas para promover el “mantenimiento de la estabilidad” una campaña que fue descripta por el secretario del partido de la TAR en marzo de 2013, como “la prioridad número 1 por encima de todas las otras”. La campaña de “Beneficiar a las Masas” se orienta a lograr “los tres no incidentes” que significa que no haya protestas o expresión de disenso.
En las áreas tibetanas, particularmente desde la ola de disturbios en la primavera de 2008, el disenso es visto por las autoridades chinas como el resultado del “sabotaje separatista de las fuerzas hostiles de la camarilla del Dalai”. En un importante discurso político, el 14 de febrero de 2013, Yu Zhengsheng, el oficial chino más importante a cargo de asuntos de las minorías y religiosos, pidió que las fuerzas que apoyan al Dalai Lama fueran “reducidas a polvo”. Como resultado, cientos de arrestos, sentencias y medidas punitivas han sido llevados a cabo en áreas tibetanas desde 2008, involucrando a tibetanos sospechosos de apoyar al Dalai Lama.
“La obsesión de Beijing con el llamado ‘mantenimiento de la estabilidad’ es una receta para los abusos” dijo Richardson. “Este intenta reprimir los derechos básicos de los ciudadanos tibetanos e instalar el miedo”.
Mientras que las instalaciones han sido mejoradas por los equipos de funcionarios en algunas aldeas, “beneficiar a las masas” es solo el último de los cinco objetivos de la campaña. Las instrucciones dadas a los equipos estatales es que su primera prioridad es expandir el rol y tamaño del partido en las aldeas tibetanas, mientras que la segunda es “mantener la estabilidad” “llevando a cabo actividades contra la camarilla del Dalai”. La implementación de estas medidas, las que se ha informado que también han sido implementadas en algunas áreas tibetanas fuera de la TAR, ha dado lugar a restricciones sobre la libertad de expresión y la práctica religiosa.
Por ejemplo, de acuerdo a un aldeano entrevistado por Human Rights Watch, un equipo de funcionarios de trabajo residente en la aldea ((zhucun gongzuodui) en el condado de Takse en la prefectura de Lhasa, le preguntó a todos los habitantes de la aldea, incluso a niños pequeños, y los clasificó en tres categorías: aquellos que quieren riqueza y apoyan el sistema actual, aquellos que oran en secreto y apoyan al Dalai Lama pero no protestan abiertamente, y aquellos que “no aceptan la reeducación y no tienen fe en la madre patria y en el partido”. La clasificación condujo a que alrededor de 135 personas de la tercera categoría fueran “llevadas a la sede del condado y mantenidas allí 45 días para ser reeducadas” en marzo de 2013, de acuerdo al entrevistado, quien también afirmó que más de 500 aldeanos de la prefectura de Nagchu, han sido detenidos para reeducación durante el mismo período. Otro entrevistado informó que 73 aldeanos han sido enviados al condado de Meldro Gungkar también para reeducación.
Un informe oficial sobre las operaciones de un equipo de funcionarios en una aldea de Chamdo, una de las siete prefecturas de la TAR, confirmó afirmaciones de los entrevistados de que los equipos tienen la tarea de identificar la red social de cada aldeano. El equipo también debe registrar al “personal clave de la aldea” y mantener “vigilancia estrecha sobre ellos”. El término “personal clave” se refiere tradicionalmente a la gente considerada probable de causar disturbios políticos.
Documentos oficiales sobre la campaña afirman que su primer objetivo es construir la fortaleza y números del partido comunista en las áreas rurales de la TAR. A cada equipo de funcionarios se le ha pedido que transforme a cada aldea en una “fortaleza” en la lucha contra el separatismo, estableciendo un nuevo comité del partido en cada aldea y persuadiendo “a aquellos que son buenos para hacerse ricos” de convertirse en miembros del partido y en líderes de la aldea.
El segundo objetivo de la campaña, de acuerdo con informes oficiales, tiene tres elementos: aumentar el “mantenimiento de la estabilidad social”; “profundizar la lucha” contra los seguidores del Dalai Lama; y “reforzar la gestión y la educación de monjes y monjas”. Entrevistas realizadas por HRW muestran que estas directivas han conducido a un agudo aumento en la reunión de la información por equipos de funcionarios sobre el apoyo al Dalai Lama entre las familias rurales, y han establecido operaciones de seguridad y mecanismos de vigilancia dirigidos a erradicar el apoyo al Dalai Lama.
El 28 de febrero de 2013, el oficial a cargo del mantenimiento de la estabilidad en la TAR, Hao Peng, le dijo a las fuerzas paramilitares que ellos debían “garantizar completamente, sin sombras, sin brechas, sin fisuras, el no darle a las fuerzas hostiles la mínima oportunidad” y debían “fortalecer la vigilancia y la inteligencia secreta”.
La campaña no tiene antecedentes en su alcance, tamaño y costo. Unos 21 mil funcionarios, la proporción más alta de funcionarios a nivel provincial que haya sido enviada al campo desde el establecimiento de la República Popular de China, según un informe oficial, han sido estacionados en grupos de cuatro o más en cada una de las 5451 aldeas de la TAR, como parte de la campaña de tres años. La campaña cuesta 1.48 billones de yuanes (aproximadamente usd 227 millones) al año, más del 25% del presupuesto regional del gobierno, con un adicional de 10 billones de yuanes (usd 1.5 billones aprox.) asignados para construcción de infraestructura en las aldeas.
Los equipos de funcionarios tiene también la tarea de “resolver dificultades” y promover el desarrollo económico, y los informes de los medios han descripto a los equipos ayudando a los aldeanos con la extracción de la nieve, el acceso al agua, la construcción de caminos, el suministro de energía solar, clases de alfabetización, y la compra de sistemas de entretenimiento o comunicación, además de otras formas de apoyo económico y práctico. A cada equipo se le ha asignado al menos 100 mil yuanes (usd 16.000 aprox.) por año, para gastar en la aldea.
“Si el gobierno y el partido son serios sobre mejorar la vida cotidiana de los tibetanos, ellos deben comenzar con tratar las actuales violaciones de los derechos humanos, incluyendo las restricciones sobre la libertad religiosa, la libertad de expresión, y el acceso a la información”, dijo Richardson. “”Este enfoque puede ser mucho más exitoso para ‘consolidar las bases’”.-