La forma en que la desconfianza y el miedo entre Beijing y los tibetanos están empeorando el problema ambiental
The Atlantic
Hongxiang Huang
7 de mayo de 2013
“Tíbet sigue siendo un tema muy sensible, aunque su historia es sobre el medio ambiente y no la política”, dijo un editor que prefiere permanecer en el anonimato, de la sección de medio ambiente de Southern Weekly, un periódico al que el New York Times ha llamado el periódico liberal más influyente de China.
A principios de abril, varias imágenes de satélite fueron enviadas a Southern Weekly; las imágenes sugieren que el derrumbe mortal en una mina en Tíbet el 29 de marzo – etiquetado como un “desastre natural” – podría estar relacionado con operaciones inapropiadas e ilegales. Sin embargo, Southern Weekly no siguió el asunto, creyendo que las pruebas no eran “aún lo suficientemente fuertes” para que ellos hicieran frente a un tema tan sensible, aunque varios expertos chinos e internacionales creían lo contrario.
“No hay duda de que el derrumbe fue causado por la colocación irresponsable de desechos de la mina en las operaciones de extracción de oro”, dijo Jack Spadaro, después de ver detenidamente las dos imágenes de satélite tomadas en 2010 y 2012, que fueron enviadas por Robbie Barnett, director de Estudios Modernos de Tíbet en la Universidad de Columbia. Spadaro es un especialista en seguridad minera y salud, y en medio ambiente, que ha tenido una carrera de 38 años como perito en litigios relacionados con los aspectos ambientales, de salud y seguridad de la minería.
“En base a la información disponible y a esas imágenes de satélite, es obvio que el accidente está relacionado con la actividad minera, en lugar de un mero ‘desastre natural’, como afirmaron los llamados expertos”, dijo Yang, un geólogo especializado en el oeste de la región de China.
China se enfrenta a graves problemas ambientales a nivel nacional, y Tíbet no es la excepción. Como se anuncia en el 12º plan quinquenal del país, Tíbet fue elegido para convertirse en un centro minero y un motor de energía hidroeléctrica. Mientras que los impactos ambientales de la minería son bien conocidos, los de la energía hidroeléctrica lo son menos.
“En 2020, el foco de desarrollo de energía hidroeléctrica se desplazará gradualmente a los ríos de Tíbet”, dijo Yan Zhiyong, Gerente General de la Hidroeléctrica de China Engineering Consulting Group, en una entrevista de 2011 para Newenergy.org. “La mayor parte de la energía hidroeléctrica de Tíbet es para ser enviada a las necesidades energéticas de todo el país”, agregó, y señaló que el 20 por ciento de la energía hidroeléctrica producida en China podría eventualmente llegar desde Tíbet.
La fuerza hidráulica está siendo desarrollada en parte para cumplir el objetivo de China de garantizar que la energía no fósil represente el 15 por ciento del suministro de energía para el año 2020. Sin embargo, esto no solo presenta riesgos geológicos, sobre todo en el suroeste de China, sino que también implica la degradación del medio ambiente en torno a los lugares del proyecto, las cuestiones de migración de población y otros desafíos ambientales menos obvios.
“La energía hidroeléctrica a veces se convierte en una fuente de energía barata para industrias altamente contaminantes, como la industria minera”, dijo Jun Ma, director del Instituto de Asuntos Públicos y Ambientales de Beijing, en su artículo de 2009: “La Expansión Excesiva de Energía Hidroeléctrica no Ayudará a Reducir las Emisiones de Carbono”. En efecto, el medio ambiente se ha visto afectado en gran medida, tanto en la Región Autónoma de Tíbet (TAR, por sus siglas en inglés) como en la mayor parte de la región tibetana.
“Bromeamos que las montañas de Tíbet se están convirtiendo en las cabezas calvas de los lamas, y las vacas son cada vez más y más delgadas”, dijo Nyima*, un tibetano que solía trabajar en la TAR para una ONG internacional, pero que ahora vive en Nueva York. Recordó troncos flotando en el río Ganzi, talas masivas en Tíbet que finalmente provocaron el desbordamiento del río Yangtze en 1998.
Tenzin visitó su ciudad natal en el este de la TAR hace aproximadamente un año y se quedó sorprendido por los numerosos proyectos de energía hidroeléctrica en el río y en la desertificación cerca de los proyectos. “Yo no soy un experto en energía hidroeléctrica, pero no necesito ser un experto para saber que es un error cuando se ve varias centrales hidroeléctricas a solo diez kilómetros de distancia una de la otra”, comentó.
Cuando el proyecto hidroeléctrico Miga Tso se retrasó debido a que Phuntsok Wangyal, el fundador del Partido Comunista de Tíbet, le escribió al entonces primer ministro Zhu Rongji, el jefe de gobierno local lo acusó de obstruir el desarrollo de su ciudad natal. En efecto, el problema del medio ambiente en Tíbet se formula a menudo como una elección entre la protección ambiental y el desarrollo económico.
“El problema no es el desarrollo, sino ¡el exceso de desarrollo!”, dijo Tenzin. Él cree que el exceso de construcción de centrales hidroeléctricas es el resultado de una competencia no regulada entre los diferentes grupos hidroeléctricos del estado, que pelean por los beneficios.
“La gente de China Hydropower Group Fourth Bureau y China Railway Group Seventh Bureau, una vez se pelearon físicamente, mientras competían por los proyectos hidroeléctricos; un funcionario de la primera fue herido y el proyecto se retrasó”, dijo Zhao, quien tiene un conocido en China Railway Group Seventh Bureau y dice que se enteró de esto por una fuente interna.
La ejecución de los proyectos, incluso después de luchas violentas, ha sido problemática también, debido a la falta de regulación.
“La nueva carretera de mi ciudad natal, se convirtió en inservible después de solo un año. A lo largo de la moderna carretera, debido a los materiales de construcción, las dos partes fueron destruidas sin preservar”, dijo Kalsang, un tibetano que vive en la zona tibetana de la provincia occidental de Qinghai.
Sin una regulación real y control público, incluso la autorización se ha vuelto poco confiable.
“Los expertos hicieron su evaluación ambiental de los proyectos mineros en Lhasa sin visitar los sitios reales”, dijo una fuente anónima en la TAR, que se relaciona con algunos funcionarios de las empresas mineras.
Shakya, que vive en Lhasa, considera que si bien es necesario el desarrollo económico, hay mejores alternativas a las prácticas actuales en Tíbet. Por ejemplo, el ecoturismo y los productos ecológicos, como la cerveza Lhasa podrían generar desarrollo, dado que la única ventaja competitiva de Tíbet es su ambiente prístino.
“La mentalidad es también un problema importante”, dijo Shakya. “Cuando Nueva York se estaba desarrollando en la década de 1930, se preservó el área del Central Park, pero al desarrollarse mi ciudad natal, Lhasa, muchos pequeños lagos y pequeños parques han sido destruidos por el desarrollo de los bienes raíces”.
“Convencidos de que la naturaleza es sagrada, los tibetanos vivían en paz con la naturaleza, hasta que el shock llegó desde el exterior”, dijo Dolker, una joven tibetana de Yunnan. Muchos tibetanos creen que los cambios en la sociedad tibetana han sido efectuados por los chinos Han, que llegaron a la TAR en grandes cantidades, como parte de los planes del gobierno central de China para el desarrollo de la zona.
Según Wu, un periodista del medio ambiente de China que desea permanecer en el anonimato, los problemas ambientales que Tíbet enfrenta son similares a problemas en otras partes de China, y más universales que políticos. “Los chinos Han no destruyen el medio ambiente del Tíbet por razones políticas”, señaló Wu. “Ellos ya están diligentemente destruyendo su propio medio ambiente”.
Como se afirma en un libro titulado Tianzhu (Gem, en tibetano), que documenta las experiencias de una persona china en la TAR, “la cultura tradicional de Tíbet está más amenazada por la comercialización mundial que por los chinos Han”.
Mientras que los medios de comunicación extranjeros y las ONGs están virtualmente impedidos de entrar a Tíbet, los medios de comunicación nacionales y las ONGs también son conscientes de que deben mantenerse al margen, o al menos se callan incluso en los problemas ambientales que tienen lugar en Tíbet.
“Las diferentes partes, incluyendo tanto el gobierno chino y los activistas en derechos humanos del extranjero, siempre politizan los problemas en Tíbet, por lo que los problemas ambientales reales son intocables”, dijo Gao, un trabajador de una ONG medioambiental en el oeste de China. Él fue extremadamente reacio a revelar su información, preocupado de que alguna noticia planteara nuevos retos a los esfuerzos de la ONG para mejorar la protección del medio ambiente.
“En Tíbet, los problemas ambientales se politizan y se tratan como problemas de estabilidad”, dijo Droje, un erudito tibetano de la TAR, aunque está de acuerdo en que es necesario tener en cuenta los problemas ambientales en un contexto más amplio.
En Tibet.cn, un sitio web oficial sobre Tíbet, se publicó un artículo titulado, “Difícil de Entender: La Teoría de la Destrucción del Medio Ambiente en Tíbet”. En el artículo, las personas que afirman que Tíbet se enfrenta a grandes retos ambientales están etiquetados como enemigos políticos, bajo la dirección del Dalai Lama.
“Cuando las personas realizan protestas en el extranjero y piden por un ‘Tíbet Libre’, esto puede ayudar inadvertidamente a los funcionarios a politizar todo y demonizar al Dalai Lama”, dijo Howard French, el ex jefe de la oficina de Shanghai de The New York Times. Él cree que el mejor avance para la causa de los tibetanos es defender lo que es bueno para todo el pueblo chino, ya que comparten muchas de las mismas necesidades: aire limpio, agua limpia y los derechos fundamentales.
Sin embargo, las brechas en el conocimiento y la confianza entre los tibetanos y los chinos Han, han sido grandes temas. Según una fuente anónima, Li Chuncheng, el ex vice secretario del Partido de la provincia de Sichuan, solía visitar el Templo Gulden donde ocurrieron autoinmolaciones con frecuencia. Cuando llegó, le pidió a la gente compartir sus verdaderos pensamientos y afirmó que él estaba ahí para resolver problemas. Sin embargo, los monjes insistieron en decirle que todo estaba bien. Después de que Li decepcionado volvió sin ninguna información nueva, otros se auto-inmolaron.
“Nosotros los periodistas internacionales queremos escuchar las opiniones más racionales de la gente normal, pero escuchamos casi exclusivamente las opiniones políticas extremas”, dijo Mei Yang, periodista de Radio France International.
Existe una brecha de comunicación no solo entre los tibetanos y los funcionarios del gobierno, sino entre tibetanos y chinos Han comunes. Para los chinos Han, la falta de conocimientos acerca de la historia tibetana moderna y la falta de tolerancia hacia los diferentes sistemas de creencias hacen que sea más difícil para ellos entender a los tibetanos.
“Cuando escuchaba a mis compañeros de clase Han hablando de una manera infame sobre el Dalai Lama, estaba muy triste y frustrado”, dijo Dolker. Al perder la esperanza de salvar las diferencias culturales, algunos tibetanos han renunciado a la verdadera conexión con los chinos Han.
Wu, el periodista ambiental que deseaba permanecer en el anonimato, recordó los retos que enfrentó al tratar de convencer a los tibetanos de compartir sus verdaderos pensamientos cuando él estaba allí para ayudarlos a hacer trabajos de periodismo en China. “Muchos chinos Han en Tíbet piensan que entienden a los tibetanos”, comentó, “pero la verdad es que los tibetanos han aprendido qué decir a los chinos Han”.
* Los tibetanos entrevistados en este artículo son citados bajo seudónimos para proteger sus identidades.
Hongxiang Huang es un periodista freelance residente en Nueva York. Escribe regularmente en su sitio personal: I Stand in the Dark, Welcoming the First Light