Por Bryan Spegele
The Wall Street Journal
27 de diciembre de 2012
BEIJING- las autoridades chinas parecieron estrechar su control sobre una conflictiva parte del oeste de China luego de que varios tibetanos étnicos se prendieran fuego en protesta por el gobierno de mano dura chino.
La red de noticias estatal Qinghai News informó el jueves que las autoridades de la prefectura de Huangnan, en la provincia occidental de Qinghai, estuvieron intensificando los patrullajes de la policía armada y personal militar, aumentando los puestos de control para impedir que los extranjeros ingresen y tomando medidas drásticas contra los equipos audiovisuales que ayudan a los tibetanos a sintonizar programas de noticias del extranjero.
Las nuevas medidas subrayan la creciente preocupación de las autoridades sobre la estabilidad en el lejano oeste de China. Huangnan ha sido el lugar de varias autoinmolaciones desde mediados de noviembre, según activistas y el gobierno tibetano en el exilio de Dharamsala, India.
El gobierno en el exilio dijo este mes que al menos 95 tibetanos se han autoinmolado desde febrero de 2009, de los cuales 82 lo hicieron en 2012.
El flujo constante de autoinmolaciones y los ocasionales enfrentamientos entre los conflictivos monjes y las fuerzas de seguridad se dieron mientras los líderes del partido en Beijing disponían la transición en el liderazgo que se realiza una vez por década. Xi Jinping sucedió a Hu Jintao como Secretario General del Partido Comunista en noviembre, aunque no queda claro si Xi seguirá una pista diferente a Hu en los asuntos tibetanos.
Los líderes del partido durante la década pasada se han embarcado en ambiciosos esfuerzos por estimular el desarrollo económico en las regiones habitadas por tibetanos para aquietar los pedidos de larga data de mayor autonomía allí. Tales programas generaron la migración de los chinos étnicos Han en busca de oportunidades de negocios en las escarpadas áreas tradicionalmente tibetanas, lo que en muchos casos ha exacerbado las tensiones étnicas.
Entre las nuevas iniciativas anunciadas en Huangnan, las autoridades prometieron profundizar los esfuerzos de propaganda orientados a conseguir apoyo para el gobernante partido comunista y pintaron al líder espiritual budista tibetano, el Dalai Lama como un separatista con inclinación a desestabilizar las regiones tibetanas de China, que están entre las menos desarrolladas del país.
Los medios de comunicación estatales dijeron el viernes que las autoridades “adoptarían toda clase de métodos para penetrar en las bases, las escuelas y los monasterios”.
Las nuevas medidas parecieron ser en respuesta a la ola de autoinmolaciones que dejaron la prefectura en peligro durante el pasado mes. Los activistas tibetanos y el gobierno en el exilio dijeron en noviembre que miles de estudiantes de todo Huangnan, conocido como Malho en tibetano, tomaron parte en protestas pidiendo por el retorno del Dalai Lama, entre otras demandas.
China considera al Tíbet como parte de su territorio y ve al Dalai Lama como un separatista. El líder espiritual huyó al exilio en India en 1959 luego de un levantamiento fallido contra las fuerzas comunistas. Hoy el Dalai Lama dice que está luchando por mayor autonomía, no por independencia, para las regiones habitadas por tibetanos en China.
El creciente malestar en la provincia de Qinghai en los pasados meses aparentemente está preocupando a los líderes locales. Las anteriores autoinmolaciones se habían concentrado más que nada en la vecina provincia de Sichuan. El repunte en las tensiones en las partes tibetanas de Qinghai sugiere una profundización de la desconfianza en los líderes locales del partido. Los activistas tibetanos lamentan lo que ellos describen como una asimilación cultural forzada, una represión política y cultural y una degradación del medioambiente como algunos de los problemas que subyacen en las autoinmolaciones y el amplio malestar de la región.
Las autoridades de Huangnan también están prometiendo “bloquear la dañina información de fuera”, según informa la prensa estatal del jueves. Dice que las autoridades habían comenzado ya a desmantelar un satélite y otros equipos usados para emitir programas del extranjero. Las autoridades describieron los programas –muchos de ellos producidos con el respaldo de gobiernos occidentales- como “antichinos” y prometieron en cambio, aumentar el acceso a los programas respaldados por el estado chino.-