Andrew Jacobs | New York Time
23 de marzo de 2012
AQU, China – Como muchos niños de los nómades tibetanos, Tsering Kyi comenzó la escuela relativamente tarde, a la edad de 10 años, pero de acuerdo a todos los relatos, ella hizo mucho por recuperar el tiempo perdido, estudiando con celo.
“Incluso cuando ella estaba en las pasturas con los rebaños de sus padres, había siempre un libro en su mano” dijo un primo.
Esa pasión por aprender aparentemente se transformó en desesperación cuando en la escuela secundaria del condado de Maqu, en la provincia de Gansu, cercana a Tíbet, se cambió el idioma tibetano por el chino, como idioma de enseñanza. El cambio en la política ha incitado protestas en toda la alta estepa que es hogar de cinco millones de tibetanos y de un número mucho mayor de chinos étnicos han.
El 3 de marzo, unos días antes de comenzar el semestre de primavera, Tsering Kyi, de 20 años, salió de un baño público del mercado de la ciudad, su menudo cuerpo amarrado con mantas empapadas en gasolina que habían sido atadas con alambre, dijeron familiares y residentes locales.
En un instante había un montón de llamas, su puño en alto desafiante, antes de caer en el suelo, dijeron los residentes. Ella murió en la escena.
Durante el pasado año, 29 tibetanos, 7 de ellos en las últimas 3 semanas, han elegido similar agonía, la auto-aniquilación en protesta contra las políticas chinas. De ellos, 22 han muerto.
Beijing, alarmada por la amenaza a la estabilidad en una región que bulle en descontento por los controles religiosos y culturales, ha respondido con una variedad de medidas de mano dura. Los funcionarios han descripto a los auto-inmolados como parias y terroristas, culpando a la perniciosa influencia de los tibetanos exilados e inundando la región con puestos de control y oficiales de policía paramilitar con chalecos antibalas.
Los líderes del Partido Comunista han introducido también un plan de “administración monástica” para controlar más directamente la vida religiosa. Como parte del plan, 21 mil oficiales han sido enviados a las comunidades tibetanas con el fin de “entablar amistad con los monjes” y crear archivos de cada uno de ellos. Los miembros del clero que cumplan, serán recompensados con beneficios en cuidados de salud, pensiones y aparatos de TV; los recalcitrantes son algunas veces expulsados de los monasterios.
En algunos templos, monjes y monjas han sido forzados a denunciar públicamente al Dalai Lama, el exilado líder espiritual, cuyo nombre es a menudo invocado por los auto-inmolados. La libertad de movimiento que permitía a los monjes estudiar en monasterios distantes en todo Tíbet y en las cuatro provincias vecinas se ha reducido.
“Ellos afirman que nosotros somos libres de practicar nuestra religión pero de hecho ellos mantienen las riendas más y más tirantes, por lo que nosotros apenas podemos respirar” dijo un monje de 22 años de la provincia de Qinghai, quien como muchos tibetanos conserva retratos prohibidos del Dalai Lama en su habitación y en su celular.
Altos funcionarios han proclamado el nuevo enfoque, que incluye la distribución de un millón de banderas nacionales y retratos de Mao Zedong y otros líderes del partido, con el requerimiento de que sean exhibidos en las casas y los monasterios. “Los templos han sufrido un cambio agradable desde que tuvieron lugar los nuevos métodos de gestión” dijo este mes en Beijing, Xinza Danzengquzha, un alto oficial tibetano.
Sin embargo, tales medidas, pueden estar teniendo el efecto opuesto al que intentan. Robert Barnett, director del Programa de Estudios Modernos de Tíbet, dela Universidadde Columbia, dijo que el enfoque del gobierno es más intrusivo para los monasterios, el corazón de la sociedad tibetana, es una reversión de las políticas de auto-gestión que tuvieron lugar en los 80. “La historia sugiere que es poco probable que funcione”
La antipatía, a poca distancia de la superficie, está surgiendo a la vista con mayor frecuencia. En la pasada semana, estallaron varias protestas, incluyendo 2 en la provincia de Qinghai, que fueron conducidas por estudiantes airados por la introducción de libros de texto en idioma chino, para materias como química, matemáticas y geografía.
En enero, grupos de exilados dijeron que 31 personas fueron baleadas, muriendo una, cuando la policía abrió fuego sobre los manifestantes en el condado de Drango, provincia de Sichuan. En el condado de Diru, enla RegiónAutónomaTibetana, 20 de los 22 monasterios han sido cerrados, según el Centro Tibetano parala Demcraciay los Derechos Humanos.
Espasmos de disturbios han corrido por las venas de la historia moderna tibetana con alguna regularidad desde 1959, cuando el Dalai Lama huyó a la Indiadespués de un levantamiento fracasado. La represión más reciente comenzó en marzo de 2008, cuando los disturbios en Lhasa, la capital tibetana, condujeron a la muerte de al menos 19 personas, la mayoría de ellos chinos han. En las semanas y meses que siguieron, grupos de exilados dicen que murió un número mayor de tibetanos.
Pero los académicos y exilados tibetanos dicen que la actual campaña de resistencia es distinta a todo lo visto antes. La táctica –espantosos suicidios públicos que no dañan a los transeúntes o las propiedades- han conmovido profundamente a los tibetanos comunes y abrumado a los funcionarios chinos. Muy significativo, hacen notar, es que los manifestantes son la mayoría jóvenes –todos menos nueve de ellos, menores de 30 años.
Tsering Kyi fue uno de ellos. Según los miembros de su familia, ella era una estudiante atenta, cuyo duro trabajo la hizo ganar un lugar en el cuadro de honor de la escuela. Pero en 2010, ella se unió a los compañeros que tomaron las calles de su polvoroso condado, para protestar por los nuevos libros de texto en idioma chino y la decisión de limitar el tibetano a una sola clase. En la represión que siguió, varios maestros sospechosos de animar la protesta fueron despedidos y el director, un popular escritor tibetano, fue enviado a trabajar en el proyecto de una represa, de acuerdo a los residentes locales.
La muerte de Tsering Kyi ha sido ampliamente publicitada por los grupos de activistas tibetanos, ansiosos por llamar la atención hacia las auto-inmolaciones. La prensa del Estado chino, que ha ignorado la mayoría de los casos, informó que ella estaba mentalmente inestable después de haberse golpeado la cabeza con un radiador. Sus notas comenzaron a decaer, dijo la agencia oficial de noticias Xinhua “lo que la puso bajo mucha presión y la hizo perder el coraje por la vida y el estudio”.
En entrevistas, varios tibetanos residentes y familiares de Tsering Kyi desestimaron con desdén tales afirmaciones. En cambio, ellos estaban ansiosos por hablar sobre la devoción de ella a su herencia tibetana y sobre los momentos finales de su vida. Cuando ella salió del baño público en lamas, los chinos han vendedores del mercado de vegetales, cerraron la puerta de entrada para impedirle que llevara su protesta a la calle. Ninguno, afirmaron ellos, trató de extinguir el fuego.
Cuando la policía arribó, ellos forzaron a los testigos a permanecer dentro del Mercado y retornaron el cuerpo de Tsering Kyi al baño. Entonces, después de recoger los celulares de todos, revisaron metódicamente los dispositivos y borraron todas las fotografías del incidente.
En entrevistas de la semana pasada con decenas de monjes y laicos tibetanos en las provincias de Qinghai y Gansu, muchos dijeron que esperaban que los fieros suicidios y protestas continuaran expandiéndose más allá de Aba, el condado en la provincia de Sichuan donde han tenido lugar la mayoría de las auto-inmolaciones. “Desde fuera, todo parece lindo aquí, pero desde dentro, todos están hirviendo”, dijo un lama en el monasterio de Rebkong, de gran atracción turística en Qinghai, famoso por sus intrincadas pinturas de tangkhas.
El lama, quien pidió anonimato porque hablar a los periodistas extranjeros puede conducir a severos castigos, dijo que los monjes debían asistir a sesiones de “educación patriótica” que consisten en propaganda pro-gobierno. “Yo no quiero problemas con las autoridades pero no puedo controlar la cólera ya más” dijo sobre los monjes.
En la provincia de Ganzu, la seguridad sobre el monasterio en expansión de Labrang, era visiblemente más fuerte y las emociones más crudas. Los monjes de allí dijeron que la acumulación de humillaciones, fueron seguidas por dos días de protestas callejeras en 2008 que llevaron a una ola de golpizas y detenciones.
Muchos monjes tibetanos no son capaces de tener pasaportes y los han, dijeron ellos, que a menudo los tratan con desprecio. “No podemos ni siquiera decir lo que pensamos por teléfono porque la policía nos está escuchando” dijo uno de 39 años, que se encerró en la habitación del hotel del reportero, para compartir detalles sobre la vida de los 1400 monjes de Labrang.
Él describió cómo la policía había allanado una noche el complejo de paredes blancas del monasterio mientras todos dormían, pateando las puertas, destruyendo computadoras y rompiendo fotos del Dalai Lama. Al menos 180 monjes fueron detenidos esa noche. “Ellos se quedaron sin esposas, así que comenzaron a atar nuestras muñecas con cuerdas que encontraron en el monasterio” dijo.
Los monjes fueron finalmente liberados pero Labrang, uno de los sitios religiosos más importantes del budismo tibetano, es un lugar cambiado. Las cámaras de vigilancia cuelgan de los aleros de los templos sagrados y policías de particular se mezclan con los fieles. “Ellos nunca nos engañan porque ellos sostienen sus cuentas de oración con su mano derecha, y todos los tibetanos saben que ellas se sostienen con la izquierda” dijo un monje.
Shi Da contribuyó con este informe.